Medio siglo después de su Independencia, Argelia sigue buscando su modelo económico

Pedro Canales

No es cierto que Argelia esté en crisis” – sostiene Hachemí Ait Aissi, un alto funcionario del Ministerio de Cultura, de formación marxista. “Se puede decir que hay crisis cuando algo que está construido no funciona; cuando nos hemos equivocado de camino y los proyectos de desarrollo económico y social del país fracasan uno tras otro. No es éste el caso de Argelia. Aún seguimos buscando el modelo económico; todo está por hacer”.

No parece, sin embargo, ser ésta la opinión del Fondo Monetario Internacional, que acaba de enviar una importante delegación a la nación norteafricana, donde a radiografiado el país durante quince días. Las conclusiones hechas en público por el equipo del FMI dirigido por Jean François Dauphin, han supuesto una ducha escocesa para el gobierno de Ahmed Uyahia. El alto funcionario francés dijo que compartía “el doble objetivo de las autoridades de estabilizar la economía y promover un crecimiento duradero e incluyente”, pero que lo que está haciendo el Ejecutivo de Uyahia “va a agravar los desequilibrios, acentuar las tensiones inflacionistas y acelerar la pérdida de las reservas en divisas”, ya menguadas por los interminables gastos sociales a fondo perdido de estos últimos años. Durante el período de los dos últimos mandatos presidenciales, las Reservas han pasado de 180 mil millones de dólares a 110 mil, es decir una pérdida de casi un 40% del total. Y el gobierno sigue tirando de ellas para cerrar el Presupuesto y cubrir el déficit.

El FMI se ha mostrado pesimista en cuanto a la capacidad del plan de acción de Ahmed Uyahia presentado ante el Parlamento a comienzos de año, para “fomentar el crecimiento y el empleo”. No sólo, estiman los ejecutivos fondomonetaristas, no lo va a conseguir en los plazos fijados, sino que se dirige directo al abismo.

El gobierno de Uyahia optó por monetizar la deuda pública recurriendo a la impresión eufórica de moneda local, el Dinar, alegando que era la manera de financiar la inversión, estimular el crecimiento, crear puestos de trabajo y absorber el déficit presupuestario para 2022. El FMI le advierte que eso “agravará” los desequilibrios.

Revisar la Hoja de ruta económica de arriba abajo, aparecería como un fracaso político, que daría oxígeno a la Oposición, a un año de las cruciales Elecciones presidenciales de 2019”, estima el profesor Abderramán Mebtul de la Universidad de Argel. “Pero no hacerlo, sería también correr un enorme riesgo de consecuencias imprevisibles”. Para el profesor Mebtul, Argelia “no sufre una crisis financiera” sino “una crisis de gobernabilidad”, que tiene como consecuencia la pérdida de  confianza de los operadores económicos nacionales e internacionales.

La decisión del gobierno de Uyahia de recurrir al financiamiento convencional, está dictada por la negativa al endeudamiento internacional. “Si aceptamos volver a la deuda externa, necesitaríamos cada año 20 mil millones de dólares, y el problema seguiría en pie” afirman fuentes gubernamentales en Argel.

La cuestión de fondo, sentencia el analista económico Nuredin Grim, es que no hay economía productiva, sino de renta”. Argelia sigue dependiendo medio siglo después de recobrada su Independencia política tras una cruenta guerra contra el ocupante colonial francés, de la exportación de sus hidrocarburos. “No hay producción interior digna de ese nombre, ni industrial, ni agrícola, ni de servicios; y el sector privado nacional es boicoteado”.

Grim echa mano a las cifras. “Hay en Argelia 15 mil millonarios en dólares, y de ellos un buen puñado, son multimillonarios. Yo he sugerido repetidas veces que hay que permitirles invertir en el país y crear riqueza, pero los poderes públicos se aferran al viejo esquema del socialismo a la argelina y bloquean el incipiente sector capitalista”. El ejemplo más elocuente es el de Issad Rebrab, que según la revista Forbes dispone de una fortuna de 4.200 millones de dólares en 2018. “A Rebrab le han negado el proyecto de puerto que quería hacer en Jijel, y ahora la impiden importar la maquinaria necesaria para instalar una fábrica de triturar grano en el puerto de Bejaia. El conflicto lleva ya más de un año”, señala Grim. La consecuencia es que la primera fortuna de Argelia y una de las más importantes del continente africano, se proyecta en inversiones en el exterior, en África occidental, en Marruecos, en España, en Francia e Italia, al no poder hacerlo en su propio país. Sus 18 mil asalariados en el país, y los 200 millones de dólares con los que contribuye cada año a las arcas del Estado por impuestos, corren peligro. “El papel del sector privado de la economía, sigue sin estar definido”, concluye Nuredin Grim.

Se ha visto en la confusión creada a nivel oficial con el lanzamiento por parte del gobierno de Ahmed Uyahia a principios de año del “Partenariado-público-privado”, conocido como PPP, firmado entre el primer ministro Uyahia, el empresario Ali Haddad en nombre del Foro de Jefes de Empresa (FCE, según sus siglas en francés), y el secretario general de la central sindical UGTA, Abdelmayid Sidi Said. Lo que aparecía como una apertura clara a la participación de la empresa capitalista en el desarrollo del país y una señal de la privatización de empresas públicas o parte de ellas, recibió un jarro de agua fría cuando desde la Presidencia del país se emitió un comunicado diciendo que cualquier proyecto de asociación público-privado tenía que recibir el aval personal del presidente de la república Abdelaziz Buteflika.

En realidad, los textos legislativos para la asociación entre empresas públicas y privadas ya existen desde hace años”, señala por su parte Ali Hamani, presidente de una de las asociaciones patronales, la APAB (Asociación de Productores Argelinos de Bebidas).El problema más bien reside en la inestabilidad política, en la poca visibilidad”. Hamani pone el dedo en la llaga señalando la lista de productos que el Gobierno ha decidido suspender de importación, con el objetivo según el Ejecutivo, de incrementar la producción interna. “Eso está bien, arguye Hamani, pero hay empresas de productos alimentarios, por ejemplo, que se van a ver afectadas porque entre los productos de la Lista, los hay algunos necesarios para la producción de lácteos, de bebidas o de conservas. Es una lista hecha sin ton, ni son, y no se sabe por quién”.

Para Ali Hamani el problema del modelo económico viene de lejos. “La Carta Nacional, que es la biblia de Argelia, adoptada por referéndum en 1976, dice claramente que el sector público tiene como objetivo principal contribuir al desarrollo social del país, no al crecimiento económico, no a la competitividad, ni a la creación de riqueza material. No, el objetivo es social. Por eso es imposible la alianza entre el público y el privado, son dos enfoques diferentes”. El objetivo de la empresa privada es la calidad, la competencia en el mercado nacional e internacional, el rendimiento del trabajo, los precios; mientras que, al sector público no le importa ser deficitario siempre que mantenga miles de puestos de trabajo, totalmente improductivos por otra parte.

Nuredin Grim, acudiendo de nuevo a las cifras, lo aclara: “Hay 1200 empresas públicas censadas, de las cuales 900 son deficitarias, están lo que se diría en bancarrota; el Estado las sostiene a fuerza de inyectar miles de millones de dólares para que no cierren y se queden en la calle centenares de miles de asalariados”.

El catedrático de la Universidad de Lyon, Lahuari Addi, gran conocedor de los entresijos del Poder en Argelia, estima que lo que hay detrás de todas las crisis gubernamentales, el nombramiento de tres primeros ministros en un solo año, se debe “al enfrentamiento entre dos corrientes de la economía del país: los que son favorables a las importaciones como motor de la satisfacción del mercado de consumo interior, y los que defienden un modelo exportador con el consiguiente crecimiento de la producción interna y de la inversión productiva”. 

El jefe de Gobierno, actualmente Ahmed Uyahia, debería mantenerse por encima de esta prueba de fuerza para guardar los equilibrios. Cuando no lo hace, dice Addi, uno de los sectores en competencia, influye en las decisiones políticas. Es la razón, según el catedrático argelino, de la caída del ex primer ministro Abdelmalek Sellal, que se inclinó en apoyo a los importadores, y la de su sucesor Abdelmayid Tebbun que lo hizo en favor de sus contrarios. Ambos fueron destituidos.

Argelia ha tenido en sus manos la llave del crecimiento y el desarrollo, y no ha sabido aprovecharla”, sentencia Lahuari Addi. “De los mil millardos de dólares (un Billón) utilizados por el régimen durante el tiempo que Abdelaziz Buteflika lleva en el poder, la mitad (500 mil millones de dólares) se lo han llevado las grandes empresas extranjeras que han construido infraestructuras, aeropuertos, autopistas, presas, centrales eléctricas, viviendas, etc…; otros 300 mil millones lo han gastado los importadores; el resto, 200 mil millones de dólares se han evaporado en comisiones, corrupción, malversaciones y fuga de capitales. Si el Estado hubiera cumplido su función, se podría haber desarrollado el país perfectamente”.

La cuestión sigue en pie: qué modelo económico, qué lugar para el sector privado, qué función para el poder público. Argelia sigue buscando.

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