Ana María Matute y su particular universo, en el Instituto Cervantes de Madrid

Exposición “Ana María Matute. Quien no inventa no vive” - PHOTO/ANTONIA CORTÉS
El 26 de julio de 1925, en el seno de una familia de la burguesía barcelonesa, nacía una de las escritoras españolas más importantes: Ana María Matute. El Instituto Cervantes acoge hasta el 9 de febrero una exposición sobre su vida y obra 
  1. “Quien no inventa no vive” 
  2. Infancia, juventud, madurez, depresión y renacer  
  3. Todos los premios 
  4. La censura 
  5. El Premio Cervantes 
  6. Galería fotográfica 

Este año se celebra el centenario del nacimiento de la escritora Ana María Matute, una mujer que siempre cuidó a la niña que fue y que afirmaba no haber perdido la inocencia de su infancia. 

Una infancia en la que ya pensaba que era diferente, desubicada en un mundo que no sentía como el suyo, sensible a las sensibilidades que otras niñas no tenían, y con una imaginación desbordante que encontró refugio en la literatura. Quizá, por eso, desde los 5 años ya comenzó a escribir, y, quizá, también, ese fuera el motivo por el que le gustaba meterse debajo de la mesa de la cocina de su casa para escuchar las historias que contaban Isabel y Anastasia, que eran los nombres de la cocinera y la tata. 

El Instituto Cervantes acoge la muestra hasta el 9 de febrero - PHOTO/ANTONIA CORTÉS

Ana María Matute fue la segunda de cinco hermanos y una niña solitaria que tenía un amigo imaginario, Gorogó, que vivió la guerra civil, que con 17 años ya había escrito su primera novela, y con 20, publicado, que también se casó muy joven, que sufrió en su matrimonio, que su separación le supuso algo mucho más cruel: que le quitaran a su hijo, que consiguió ser la tercera mujer que ingresaba en la Real Academia de la Lengua, que también le concedieron el Premio Cervantes… Días gloriosos donde llegó a lo más alto y días de enorme tristeza y soledad.  

La autora de Olvidado Rey Gudú (1996), sin duda una de sus grandes obras, declaró en una de sus muchas entrevistas que la felicidad no es como el amor, que llega sin buscarlo, sino que hay que ayudar a encontrarla. Bien sabía de qué estaba hablando. 

La muestra comienza con la infancia de la escritora - PHOTO/ANTONIA CORTÉS

“Quien no inventa no vive” 

Lo que fue la vida de Ana María Matute, tanto personal como literaria, se puede ver en el Instituto Cervantes de Madrid, institución que acoge una exposición sobre la Premio Cervantes bajo el hermoso título de “Ana María Matute. Quien no inventa no vive” y que, tras ampliarse el plazo, podrá visitarse hasta el próximo 9 de febrero. 

Y al entrar a la sede central en la calle Alcalá 49, uno se queda parado leyendo esa frase tan de ella antes de subir los escalones que te adentran en sus secretos ya conocidos, que te muestran sus curiosidades, textos inéditos, cartas, dibujos de la autora, su propio autorretrato realizado cuando tenía 14 años, expedientes, sus cuentos, libros dedicados u objetos importantes para esta escritora como su máquina de escribir y ese último folio que ahí quedó sin terminar cuando la catrina vino a visitarla y en el que se lee el nombre de la tata de su novela Demonios familiares: Mada.  

Dos visitantes contemplan libros, cartas y otros documentos de la autora - PHOTO/ANTONIA CORTÉS

Otras de las curiosidades que se pueden observar son el cuaderno donde escribió a mano su magnífica obra Pequeño teatro con la que más tarde ganaría El Premio Planeta; “El ahogadito”, un cuento inédito de la colección Los niños tontos (1956) que fue censurado y que ahora el visitante puede leer; o las cosas que siempre tenía en su mesa: una copa medieval, un crucigrama de La Vanguardia, un frasquito de pócimas de su abuela, una vitola de puro con su imagen… 

Infancia, juventud, madurez, depresión y renacer  

Comisariada por la filóloga Maria Paz Ortuño Ortín, la muestra se ha dividido en cinco secciones: Infancia, juventud, madurez, depresión y renacer. “Vital por encima de todo y llena de amor, Matute se bebía la vida a borbotones”, se lee en uno de los paneles al principio de la muestra, donde también se recoge las tres circunstancias que marcaron a la escritora: su nacimiento en una familia acomodada; su experiencia en Mansilla de la Sierra en La Rioja de donde era oriunda su familia y donde descubrió la libertad y también la injusticia; y la guerra civil que estalló cuando tenía 11 años: “Fuimos, pues, unos niños fundamentalmente asombrados, los niños del largo estupor”, afirmaría la escritora en una conferencia que pronunció en la Universidad de Indiana en 1965-66. 

La obra de Ana María Matute fue traducida a numerosos idiomas - PHOTO/ANTONIA CORTÉS

Todos los premios 

A través de paneles y documentos, cartas, libros y dibujos en las vitrinas nos van contando la evolución vital y literaria de la barcelonesa, su matrimonio con Ramón Eugenio Goicoechea, los apuros económicos, su separación y la pérdida de la tutela de su hijo, Juan Pablo, un gran mazazo para Ana María Matute que siempre habló de lo bien que se portó su suegra quien a escondidas le llevaba al niño para que pudiera verlo.  

Tras una época dorada, la catalana sufrió una gran depresión - PHOTO/ANTONIA CORTÉS

Con el tiempo, la autora rehízo su vida y vivió momentos de enorme felicidad en Sitges. Los años 50 y 60 fueron muy importantes en la vida de la autora y llenos de éxitos. En el año 1952 conseguía el Premio Café Gijón, por Fiesta al Noroeste; 2 años después llegaría el Planeta, con Pequeño teatro); y en 1958, el de la Crítica y el Nacional de Literatura, con Los hijos muertos (1958); y la década acababa con el Premio Nadal gracias a su novela Primera memoria. 

El Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil se lo otorgaron en 1984 por Sólo un pie descalzo. Pero tras esos momentos tan maravillosos, la tristeza volvió le ganó la batalla, no estaba anímicamente en su mejor momento. Y esa parte de su vida también la recoge esta muestra: su depresión.  

Otro de los apartados de la exposición muestra la vida familiar de Ana María Matute - PHOTO/ANTONIA CORTÉS

La censura 

Es curiosa la parte dedicada a la censura, no olvidemos que en aquellos tiempos cualquier publicación debía someterse a un rígido control, en la que se observa que salvo su libro Luciérnagas, que fue muy castigado, no autorizándose su publicación porque resultaba “destructora de los valores humanos y religiosos esenciales”, otros  libros sufrieron sólo las tachaduras de algunos párrafos o palabras como Los Abel “porque atentaban contra la moral” o Los soldados lloran de noche, que lo calificaron de absurdo.  

“Creo y repito que el peor y más grave prejuicio que causa la censura es la autocensura”, expresó también la académica. 

Una galería de fotos con otros escritores y personajes cierra la exposición- PHOTO/ANTONIA CORTÉS

El Premio Cervantes 

En el año 2010 se le concedió el Premio Cervantes. En un emotivo acto celebrado en la Universidad de Alcalá de Henares, leyó su discurso el 27 de abril de 2011. Una gran fotografía de Ana María Matute da paso a un pequeño rincón con dos silla donde se encuentran esos pequeños objetos más personales que la escritora tenía sobre su mesa y una pantalla donde se puede ver el acto, escuchar a esta gran escritora que también, contó en alguna ocasión, sin olvidarnos de su gran vitalismo, se sentía desengañada de una sociedad que no había dado lo que esperaba. 

Matute es una de las grandes escritoras españolas, su obra fue traducida a todos los idiomas. Un enorme panel muestra las portadas de sus distintas novelas como Los soldados lloran de noche en árabe, Pájaros en japonés, Paraíso inhabitado en polaco… 

Libro dedicado por el escritor mexicano José Emilio Pacheco - PHOTO/ANTONIA CORTÉS

Galería fotográfica 

El recorrido acaba con una serie de fotografías, “Las amistades”, donde se ve a Ana María Matute con distintos personajes y en numerosos lugares. La escritura falleció en Barcelona un 25 de junio de 2014, con casi 89 años. Mirando esa pequeña galería, una puede imaginar la de fotografías con otros personajes y amigos que han tenido que quedar fuera por el espacio. Están los escritores Camilo José Cela, Alfredo Brice Echenique, Fernando Delgado, Francisco Ayala, Augusto Monterroso, Cabrera Infante; escritoras como Ana María Moix, Cristina Fernández Cubas, Clara Janés, Gloria Fuertes, Carmen Conde, Rosa Chacel, Esther Tusquets, una joven Almudena Grandes… y otros personajes como Santiago Carrillo, Carmen Alborch, Josefina Molina, Raphael o Rigoberta Menchú. Entre todas esas fotos, que no son demasiadas para la larga vida vivida, a nuestros ojos sobresale una: dos mujeres maduras de pelo blanco, dos rostros que no temen el paso del tiempo, dos grandes escritoras, dos luchadoras, dos personalidades muy marcadas, dos ejemplos de que se puede llegar alto si una se lo propone. Ellas son Ana María Matute y Carmen Martín Gaite, que también nació hace cien años.