La Casa de la Sabiduría de Sharjah, mucho más que una biblioteca
Sharjah es el tercero, si nos referimos al tamaño, de los siete Emiratos Árabes Unidos, y quizá el primero si hablamos de cultura, al menos esa es la pretensión. La Casa de la Sabiduría es un ejemplo más en la búsqueda de su prestigio cultural. Una joya arquitectónica que tiene el sello del afamado estudio Foster-Partners y que no llega ni a cinco años de vida.
Desde lejos, lo primero que llama la atención es su techo flotante en voladizo con una anchura de 15 metros y su fachada, totalmente acristalada. Cristales que se pueden opacar según el gusto, el momento o la necesidad de claridad del momento. Sol y sombra en un juego mágico de luz que invita a adentrarse para descubrir qué se esconde por los distintos rincones de este edificio de dos plantas, al margen de los más de cien mil libros que custodian sus estanterías. Otro tesoro más que se une a las ventajas que ofrece la digitalización.
La modernidad y la tradición se enredan, en la mirada, en esos libros que recogen tanto saber. Un ayer impreso en numerosos idiomas que llenan de riqueza el lugar y atrapan la mirada de quienes llegan a la Casa de la Sabiduría; y un hoy que no se resiste a lo tecnológico, que abraza a ese mundo digitalizado que en segundos te hace búsquedas y te da respuestas, que te muestra revistas, periódicos, documentos en un abrir y cerrar de ojos. Una fusión que hace pensar que posiblemente no esté tan reñido lo tradicional con el avance, lo antiguo con el progreso. Pasado y presente abrazados para mostrarnos el mañana.
Al entrar a la Casa de la Sabiduría, y tras dejar atrás el verde del césped más que cuidado, es imposible no pararse y mirar hacia todos los lados. Segundos de silencio para que la mirada se detenga en los detalles, en las luces, en el espacio, en la arquitectura, en la naturaleza, en la creatividad… Y explotan los sentidos. El espacio te conquista, su amplitud, su altura, sus escaleras, su estilo nada cargado en el que se alberga la cultura, la inteligencia, la pasión por lo escrito. Perderse, ese es uno de los deseos que se te pasa por la cabeza cuando te adentras en esta bella biblioteca; también uno querría poder parar el tiempo para que cada instante sea propio, sin límite, sin prisa. Empaparse de tanto conocimiento, de tanta soledad deseada en ese silencioso ambiente.
Miramos y parece que también nos miran. Es la imagen del matemático y astrónomo persa Mohamed ben Musa al Khawarizmi, quien sobre el 820 fue jefe de la Casa de la Sabiduría de Bagdad, un templo cultural que llegó a compararse con la Biblioteca de Alejandría, y que fue destruido en 1258 por los mongoles. Considerado el padre del álgebra, a Al Khawarizmi le debemos los ahora tan recurrentes algoritmos, pues al latinizar su nombre se convirtió en Algorithmi, y también la numeración tal y como la conocemos, ya que sus estudios en este campo contribuyeron a que en el siglo XII se reemplazaran en Occidente los números romanos por los arábigos. Y ahí está para darnos la bienvenida a este gran centro cultural, para invitarnos a disfrutar de un curioso paseo en el que arte, imaginación, intelectualidad y vida se dan la mano, arropados por el saber.
El poder de los libros
En el centro se ha diseñado un pequeño patio lleno de luminosidad y plantas donde se respira la serenidad, donde las horas se esconden en cualquier esquina mientras se disfruta de una buena lectura. Alrededor, dos jardines: el llamado jardín del conocimiento en el que destaca una hermosa escultura en espiral y de color blanco con una altura de treinta y seis metros y medio llamada The Scroll, (Pergamino), obra del artista de origen indobritánico Gerry Judah; y un segundo jardín cuya belleza la protagonizan sus chorros de agua en línea.
Cuentan que la escultura del artista Gerry Judah alude a los antiguos pergaminos árabes y que quiere mostrar el amor por la lectura y el poder de los libros como símbolo de unión. Y es que si este emirato, Sharjah, tiene fama, y no sólo en el resto de los emiratos, sino en todo el mundo árabe, es precisamente por su empeño en ser conocido como el gran centro de la cultura, una carrera hacia la meta que va consiguiendo con muchos triunfos en el camino y con la suma de, también, muchos esfuerzos.
Su apuesta es fuerte y convincente, así lo demuestran las inversiones realizadas en materia cultural, los más de veinte museos que se pueden visitar en Sharjah desde el Museo del Patrimonio al de Caligrafía pasando por el de la Civilización Islámica, y los eventos y actividades que se organizan como la Feria de Arte Contemporáneo, la Feria Internacional del Libro, la Feria de Lectura Infantil, el Festival Internacional de Cine para niños y jóvenes, el Festival de Artes Islámicas… No es exagerado decir que el aire que se respira huele a cultura.
Un esfuerzo, el de este emirato, gobernado por la familia Al Qasimi, que, sin duda, tiene su recompensa, pues bien puede presumir de ostentar tres prestigiosos títulos: Capital Cultural del Mundo Árabe (1988), Capital de la Cultura Islámica por la UNESCO (2014) y Capital Mundial del Libro por la UNESCO (2019). Precisamente, fue a raíz de recibir este último nombramiento cuando el gobernador de Sharjah, el jeque Dr. Sultán bin Mohamed al Qasimi, ideó la Casa de la Sabiduría y encargó su construcción para que fuera “legado vivo” de este importante título.
Una mirada al futuro
Pero sigamos paseando por esta biblioteca, situada a diez kilómetros de la ciudad, que no se limita a ser un simple lugar de estudio y consulta de libros, sino un interesante rincón en el que se puede aprender, estudiar, investigar, asistir a eventos muy dispares, mantener reuniones, participar en talleres, disfrutar de exposiciones, orar, intercambiar ideas o aprender idiomas como el japonés o incluso el español, iniciativa puesta en marcha el verano pasado con la Universidad Católica de Murcia, lecciones que se presentaron bajo el nombre “Charlas de la Sabiduría”.
Y es que para este emirato también hay otro gran objetivo: la formación de los niños y jóvenes, porque ellos son la generación del futuro y deben no sólo estar muy bien preparados sino también ser reflexivos. Así es que se convierten en el punto de mira de muchas de sus grandes atracciones e iniciativas. Pero la aspiración es aún más grande, pues según las palabras que entonces dijo la directora ejecutiva de la Casa de la Sabiduría, Marwa Al Alqroubi, también se quiere “empoderar a las generaciones sucesivas para que se conviertan en ciudadanos del mundo capaces de construir puentes para crear un mundo armonioso y compartir la riqueza de nuestra cultura árabe con aquellos que encuentran a lo largo de su viaje”. Viajemos pues e intercambiemos lazos culturales.
En el recorrido por este curioso edificio de 12.000 metros cuadrados, descubrimos interesantes rincones. Si subimos a la planta de arriba nos encontramos con una parte destinada solamente a mujeres al que llaman Women´s Diwan. Reina el silencio, como en casi todos los sitios de este especial lugar. Ahí, muchas jóvenes leen tranquilamente; otras aprovechan para estudiar. Se siente una mayor intimidad, ajenas a cualquier mirada, a cualquier intromisión… Quizá por eso la cámara fotográfica no pasa desapercibida y alguna, amablemente, pide el favor de que no la saquemos. Petición concedida.
En esta parte de arriba, además, encontramos zonas para exposiciones, como la de libros ilustrados de numerosos países, salas silenciosas, espacios para reuniones y, por supuesto, un lugar destinado a la oración. Los emiratís en su mayoría son musulmanes y, por tanto, cinco veces al día deben dedicar unos minutos al rezo. Es hermoso escuchar la llamada a la oración desde los minaretes de las mezquitas cuando se está en la calle. Observar el paso acelerado de la gente con su alfombra bajo el brazo camino hacia la mezquita más cercana en cuya entrada dejan sus zapatos.
Tiempo para rezar y tiempo para tomar un café o comer en la cafetería, otra parte de este espacio cultural que, faltaría más, no se olvida de los más pequeños para quienes también han diseñado espacios concretos, cómodos y divertidos donde leer y aprovechar esos talleres en lo que poder aprender y desarrollar las habilidades que les ayudarán en un futuro próximo a construir un mundo mejor.
Encuadernación e impresión
Pero no se acaba aquí todo lo que encierra la Casa de la Sabiduría de Sharjah. También tiene una pequeña sala con sus máquinas para encuadernación e impresión, la Sala de Impresión y Empaquetado de Libros, donde el usuario puede publicar su propio libro u otros digitales si así lo autoriza la propia biblioteca. Y como ya hemos dicho que lo tradicional se funde con lo moderno, también se cuenta con la última tecnología en impresión 3D y cortadoras láser, material que vemos en el llamado Laboratorio Al-Jazari destinado a proyectos innovadores.
No olvidemos tampoco el espacio dedicado a la colección de libros raros y otras joyas literarias guardadas con gran esmero como la biblioteca del historiador germano-estadounidense especializado en arte islámico, Richard Ettinghausen, colección privada que fue adquirida por el Dr. Sultán bin Mohamed al Qasimi y donada posteriormente a la Casa de la Sabiduría.
Librerías, largos pasillos, recovecos, ventanales, plantas, asientos en la pared, puntos de lectura únicos, esas escaleras… Una última mirada a esta hermosa Casa de la Sabiduría, a la simbología que encierra, a los tesoros que guarda, a la positiva energía que se siente, a sus estanterías sin fronteras repletas de palabras, a la luz que se cuela por todas partes, a la paz que se instala en este patio interior, en esos individuales asientos tan discretos y solitarios con esas vistas hacia la escultura de Gerry Judah… Una última mirada para empaparnos de conocimiento, para llevarnos un poco de su serenidad y belleza.