Clasificación de Shanghái, la dura pugna por el liderazgo mundial del conocimiento
El Academic Ranking of World Universities (ARWO), más conocido como clasificación de Shanghái es un acontecimiento que se espera con enorme expectación mundial, y cuyos resultados también se dan a conocer simultáneamente a todo el mundo. Se encarga de ello la Universidad de Jiao Tong, radicada precisamente en la muy populosa ciudad y capital económica china de Shanghái.
Los estudiosos encargados de elaborar tan importante y decisivo ranking para el prestigio global de universidades, ciudades y países en las que se radican, examinan minuciosamente un total de 2.500 establecimientos de enseñanza superior en todo el mundo, de los que seleccionan mil, a los que clasifican después por tramos. Que el nombre de una determinada universidad o instituto figure en la clasificación dota a la misma de una etiqueta de prestigio, que extiende a la localidad en la que tenga su sede, y se rebote en la fama del país a la que pertenece. Cuanto más cerca de las primeras cien se sitúe la universidad en cuestión, mayor serán su prestigio y la competencia por acceder a sus clases y a los cursos que imparte.
El top 10 sigue siendo un monopolio anglosajón, especialmente norteamericano, con ocho universidades entre las diez primeras; las otras dos son las británicas Cambridge y Oxford. Y, por supuesto, llevar 23 años encaramada al primer puesto hace que Harvard, además de la primera universidad de Estados Unidos, sea la más ansiada por los estudiantes de todo el mundo. Le siguen, por este orden, Stanford, MIT, Berkeley, Princeton, Columbia, Caltech y Chicago, con la incrustación de las británicas Cambridge en el cuarto lugar y Oxford en el sexto.
Si saltamos del cuadro de la excelencia de estas diez al cuadro de honor de las cien primeras, el dominio norteamericano sigue siendo abrumador: 37 universidades, aunque hay que destacar que China sitúa también a 13, con Tsinghua y Pekín a la cabeza, y permanecen 8 por parte del Reino Unido. En ese cuadro de los cien primeros clasificados han irrumpido precisamente otra universidad china, la de Hong-Kong (99) y la sueca de Estocolmo (100). A destacar que, entre los objetivos marcados por el presidente chino, Xi Jinping, está el de conseguir situar a 50 universidades chinas entre las 100 primeras del mundo en el horizonte de 2049, cuando se cumplirá un siglo de la fundación de la República Popular China. De momento, Tsinghua (18) es la mejor universidad de Asia, y Melbourne (38) la de mayor prestigio de Oceanía.
Además de la citada Universidad de Estocolmo, Europa logra meter entre el centenar de las mejores a las francesas de Paris-Saclay (13), PSL (34) y Paris Cité (60), la suiza ETH Zúrich (22) y las alemanas Múnich (42), Técnica de Múnich (45), Heidelberg (51) y Bonn (68).
Respecto de España, el país logra meter a 36 establecimientos entre los mil elegidos, los mismos que en 2024, si bien con la variación de que se ha caído del ranking la de Valladolid y ha entrado la de Las Palmas de Gran Canaria.
Solo una de ellas, la de Barcelona, está entre las 200 primeras. A ella se unen en el pelotón del medio centenar de las mejores, por este orden, las de Valencia, UAB, Autónoma de Madrid, Complutense, UPB Pompeu Fabra, Granada, UPV, Politécnica de Valencia y Sevilla.
La clasificación se da sobre todo según la producción científica de los diferentes departamentos y profesores del establecimiento analizado. En consecuencia, se tienen muy en cuenta los Premios Nobel, las medallas Fields y otros galardones de prestigio universal conseguidos, así como la cantidad de investigadores citados en estudios o el número y calidad de artículos publicados en revistas de prestigio como Science o Nature.
A diferencia de las españolas, donde las primeras ocho clasificadas son públicas, la inmensa mayoría de las que aparecen en el ranking, especialmente en los primeros puestos, son privadas, con un modelo profesional acusadamente meritocrático. Asimismo, en el análisis financiero de los establecimientos de educación superior analizados se constata un fuerte aumento de la colaboración público-privada.