Operación Falsa Bandera: la línea entre la ficción y la realidad es atravesada en esta trepidante novela
Jorge Dezcallar, el primer director civil del Centro Nacional de Inteligencia, que ha sido también embajador de España en Estados Unidos, ante la Santa Sede y en Marruecos habla con Atalayar con motivo de la presentación de su segunda novela: Operación Falsa Bandera.
¿Podemos hablar de secuela de Espía Accidental al rescatar a Asís? ¿O es una novela totalmente independiente que simplemente ve como vehículo a este protagonista?
Es una novela que es totalmente independiente, pero que bueno, a mí me gustó rescatar la imagen de Asís y de Amal porque les cogí mucho cariño. Y entonces, aunque la novela esta es completamente diferente, sí encontré la forma de hacerles participar en la nueva trama. Y eso, pues me divirtió, pero también creo que lo necesitaba la nueva novela. Creo que quería desde el principio, aunque inicialmente no los concebí como parte de la novela. Sin embargo, a medida que la novela fue creciendo, empecé a pensar que tenía que ponerlos. Y, de hecho, aparecen desde casi el principio porque me parecía que... Les cogí cariño simplemente, es verdad.
Y usted, cuando publicó Espía Accidental, cuando desarrolló esa primera obra, ¿ya pensaba en, no en hacer una que rescatase, como ha dicho, al personaje, pero sí en otra novela diferente e independiente?
No, no. La primera novela fue una experiencia completamente nueva. Yo había escrito no ficción toda mi vida; escribiendo informes. Y los primeros libros que escribí fueron de no ficción y dar un salto a la ficción fue un salto al vacío grande. La ficción da mucho miedo, inspira mucho respeto. La ficción exige... es muy difícil.
Pero me salió relativamente bien porque la novela tuvo éxito, se hicieron varias ediciones y entonces la gente me animaba, pero yo no tenía pensado hacer una secuela cuando escribí la primera, para nada. Pensé que a lo mejor aquello era una cosa única. Y, de hecho, después de la primera novela escribí un libro de geopolítica. Pero de alguna forma, esto empezó a rondarme la cabeza y dije, ¿pero por qué no vamos a intentarlo otra vez? Y además con un tema tan actualidad como nos proporciona la guerra de Ucrania.
Precisamente quería empezar también preguntándole sobre esa situación, porque usted liga mucho una trama de ficción con una situación totalmente real como es la invasión rusa de Ucrania y el conflicto entre Marruecos y Argelia, y quería preguntarle precisamente por eso. ¿Qué análisis hace usted en el mundo real, ese mundo que utiliza para emplazar su novela de la disputa que mantienen Argelia y Marruecos por el liderazgo en el Magreb?
Vamos a ver, yo, efectivamente, como usted bien dice, creo una ficción a partir de un contexto que es real. El contexto real es la guerra de Ucrania, que no ha salido cómo los rusos pensaban. Y entonces la trama... bueno, si yo fuera el jefe del servicio ruso y tuviera este problema, ¿por qué no aconsejar a mi jefe una maniobra de distracción a la espalda de la OTAN? Entonces ya pensé, bueno, ¿y qué puede haber a espaldas de la OTAN que pueda facilitar este tipo de operación? Y me encontré con que, en el Estrecho de Gibraltar, que es una zona de una enorme sensibilidad estratégica, hay una pugna por la supremacía en el Magreb entre Argelia y Marruecos que ha ido a peor últimamente como consecuencia de los acuerdos de Abraham que hizo Trump en el último momento. Cuando le regala el Sáhara a Marruecos a cambio de que establezca relaciones con el Estado de Israel. Eso ha irritado profundamente a Argelia, la tensión ha subido, han roto relaciones y he pensado: bueno, ¡pero hay una situación a punto de caramelo! Lo único que haría falta sería empujar un poquito.
Y en eso también menciona los acuerdos que fueron importantes en el reconocimiento del Sáhara Occidental... la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. El propio título de la obra lo dice, ¿no? Del Kremlin a Tinduf, esos campos de Tinduf donde está asentado el Frente Polisario, hay en la población una situación complicada también. ¿Qué opina usted de lo que se vive allí?
Pues de lo que sé yo, opino que desgraciadamente hay muchos saharauis que están viviendo muy mal. El mundo saharaui ha sufrido un drama que no es completamente diferente del que sufren los palestinos; su tierra ha sido ocupada y entonces una parte de ellos, como ocurre en Palestina también, viven en el territorio ocupado por Israel, pero otros están en el exilio; están fuera. Esos que están fuera, tanto en un sitio como en otro, pues hay un cierto paralelismo. Aunque hay diferencias también, pero hay un cierto paralelismo entre las dos situaciones. Yo creo que el pueblo saharaui vive un drama; unos han aceptado vivir en el Sáhara que está ocupado por Marruecos, otros viven fuera, los que viven en el desierto viven en unas condiciones terribles, viven en definitiva de la cooperación internacional, y hay una cosa que a mí me indigna y es que viven sometidos a un partido único que realmente, más bien, pertenece a otras épocas. Yo creo que la falta de pluralismo político en Tinduf es un problema que afecta mucho a la imagen del propio movimiento independentista.
También iba a hablarle de, en ese aspecto, ¿Cómo afecta a la política exterior de Marruecos? Usted que conoce bien...
El Sáhara es la prioridad número uno de la política exterior de Marruecos. El Sáhara es un dossier que domina en exclusividad el Rey, donde nadie mete mano más que el Rey y donde el Rey se encuentra para manejarlo con una unanimidad del pueblo de Marruecos en cuanto a la soberanía marroquí del Sáhara. Es decir, aquí no hay diferencias entre izquierdas y derechas, entre progresistas o conservadores, entre radicales, entre gente islamista, entre los comunistas... Todos están de acuerdo. Por lo menos en mi experiencia, cuando yo estuve allí en Marruecos no encontré a ningún marroquí que no pensara que el Sáhara era suyo. Pero, de todas formas, es el gran asunto de la política exterior de Marruecos y, en este momento, la crisis que Marruecos tiene con Francia ahora se debe precisamente a que Francia no se ha plegado a hacer lo que ha hecho España.
Precisamente le iba a preguntar por ese reconocimiento, ese cambio del que tanto se habló en España cuando se decidió reconocer el plan marroquí. ¿Qué opinión le merece ese reconocimiento? ¿Cree que se hizo bien?
No, se hizo muy mal. En mi opinión se hizo muy mal. Yo no digo que no sea realista al final favorecer la opción de la autonomía, porque siendo realista, yo creo que, desgraciada o afortunadamente, no va a haber un Sáhara independiente, no lo veo. Porque ni Marruecos lo quiere, ni lo quieren las grandes potencias. Pero creo que lo que hizo España, pues si piensa que es eso lo que hay que hacer, hay que explicarlo a la opinión pública. Hay que explicar las razones por las que se hace, habría que haber trabajado con los agentes del Frente Polisario para que aceptaran también esta posición y eso no se ha hecho. Se ha hecho un cambio del que nos hemos enterado por la filtración de fragmentos de una carta por parte del Palacio Real de Marruecos, nadie nos ha explicado qué ventajas obtiene España de salir de debajo del paraguas de protección de la ONU, donde estábamos muy cómodos, y que nos ha colocado en mitad del enfrentamiento que hay entre Argelia y Marruecos, y Argelia está muy enfadado. Las exportaciones españolas a Argelia han bajado un 80% en el último año. Es una situación que habría que explicar y el Gobierno, hasta ahora, no lo ha hecho y eso es lo que yo le critico.
Y esa parte de reconfiguración que está habiendo aparte de entre Argelia y Marruecos en Oriente Medio, por ejemplo, estamos viendo muchos cambios, ese retomar las relaciones entre Irán y Arabia Saudí, auspiciado por China... ¿Cómo analiza usted ese cambio en la balanza de poder que se puede estar haciendo en Oriente Medio también con el regreso de Siria a la Liga Árabe?
Yo creo que aquí hay muchos elementos, pero el primero es que la salida o la retirada parcial, al menos de Estados Unidos de Oriente Medio ha producido un vacío y la política exterior o la geopolítica, es como la física; que tiene terror al vacío. Entonces, alguien quiere llenar ese espacio, pero nadie tiene los zapatos, nadie es capaz de rellenar los zapatos de Estados Unidos, nadie tiene la fuerza para para ocupar su puesto. Entonces, hay una pugna esencialmente entre Turquía... es curioso, porque son los viejos grandes imperios, ¿no? Entre Turquía e Irán en este momento, los sunitas y los chiitas, donde está metiendo baza Rusia, el viejo imperio y últimamente ha entrado China aprovechando dos cosas: una, la relativa retirada de Estados Unidos, y en segundo lugar, aprovechando también la necesidad de ambos, de Arabia Saudí y de Irán, de llegar a un entendimiento que ponga fin, por lo menos parcialmente, a un enfrentamiento que se está produciendo en el Yemen, que está produciendo un desastre humanitario y que los chinos yo creo que han utilizado con habilidad.
Los chinos no han pedido a Irán que haga concesiones en materia de nuclearización o no le han pedido que haga concesiones en materia de Derechos Humanos, pues a los chinos esas cosas les preocupan menos y, en consecuencia, se encuentran algunos países más cómodos. Después esto forma parte también de la gran emergencia, de eso que se llama el sur global, países que no desean verse alineados automáticamente con una de las dos grandes potencias en pugna: Estados Unidos y China, en una confrontación potencial futura que puede ser muy grave.
Ese vacío que ha mencionado que deja Estados Unidos en Oriente Medio, si llega a ser ocupado de forma muy fuerte por parte de China, de Rusia... auspiciando esos acuerdos, consiguiendo también una aceptación, ¿no? que al final es lo que ha pasado de por parte de Arabia Saudí con Siria de volver a la Liga, ¿cree que eso puede desequilibrar la balanza y acercarlo más hacia una hegemonía de la parte oriental?
Yo creo que ellos quieren evitar esa hegemonía. Ellos quieren mantener todas las opciones abiertas. Mantener buenas relaciones con Estados Unidos, ciertamente, pero no por ello tener malas relaciones con China o con Rusia; quieren llevarse bien con todos. Y lo que sí observo en Arabia Saudí, es una voluntad grande de protagonismo, es decir, Arabia Saudí ha sido efectivamente el que ha abierto la puerta de la Liga Árabe a Siria; la readmisión. También invitó a Zelenski a la reunión. Y se ha ofrecido a mediar en la pugna entre Rusia y Ucrania, ha ofrecido su mediación en la crisis de Sudán... Es decir, en Arabia Saudí hay una voluntad de protagonismo político que hasta ahora no le conocíamos, porque hasta ahora la prioridad de Bin Salmán era el desarrollo económico; convertir a la vía Saudí en un hub de desarrollo, sobre todo digital, tecnológico, de punta. Y en este momento, nos encontramos con que no solo tiene esa ambición económica, sino también ambición política. Eso le va a llevar a una tensión, imagino yo, con Turquía, que es la que hasta ahora ha hecho eso en Oriente Medio.
Al comienzo del libro asegura que muchas de las palabras que usted pone en boca de personajes reales nunca las hubieran dicho. ¿Cómo de real es su novela? Porque usted es una persona que conoce bien este mundo.
Ortega decía aquello de que uno es uno y su circunstancia. Esta novela, como la anterior, la de Espía Accidental, nunca la hubiera escrito sin haber tenido la experiencia que he tenido tanto al frente del servicio de inteligencia, en la vida diplomática que me ha llevado a estar en Oriente Medio; desde el Palacio del padre de Assad, o estar con el rey Hussein, o estar con los presidentes o primeros ministros de Israel... pero también en los campos de refugiados en los que he estado, es decir, que sin eso no hubiera escrito esta otra novela. No la hubiera escrito tampoco sin haber tenido la experiencia que he tenido en el Centro Nacional de Inteligencia y como diplomático. Yo he visitado muchísimo Rusia durante muchísimos años, tengo contactos allí, conozco gente allí, sé cómo... En fin, no cabe duda de que mi trayectoria de servicio público en la diplomacia se refleja de alguna forma. Estos personajes nunca dirían las cosas que yo les hago decir, pero la trama es perfectamente plausible. Es una trama que podría ocurrir y eso es lo que yo creo que le da atractivo también a una ficción, que uno dice: bueno, es una ficción, pero no es disparatada.