España descose a Italia con un fútbol de alto nivel y sueña con todo
Hay entrenadores que valen para seleccionadores y otros que solo sirven para estar en equipos. La llegada de Luis de la Fuente a España estuvo rodeada del habitual trincherismo que vive la prensa española. Los que bebían los vientos por Luis Enrique lanzaron soflamas ante un “novato” al que se iban a comer las grandes figuras y los “haters” del asturiano hicieron de De la Fuente su capitán general por el que morirían en el frente periodístico si hiciera falta.
En medio de esto, Luis vestido de El Pulpo. Un tipo que solo se deslizó cuando midió mal un aplauso y peor una excusa. Pero, como eso pasó en medio de la burbuja de Rubiales, no se lo vamos a considerar. “Conozco muy bien a los jugadores, sé lo que les hace feliz”, aseguraba ante la prensa al acabar el partido ante Italia. De la Fuente llama por su nombre de pila a los periodistas y eso no acabará bien cuando las cosas vayan mal, pero la frase es lapidaria para el fútbol.
De la Fuente ha criado a muchos de los jugadores que han llevado a España a octavos de final de la Eurocopa de 2024. Ganó la Eurocopa sub-19 en 2015 y sub-21 en 2019 además de conseguir la plata olímpica en Tokio. Son méritos menores porque no tienen escaparate, pero muestran a un entrenador de esos que vale para una selección. A otros le gusta más el día a día de un equipo y allí han demostrado que son mejores que sentados en un banquillo cada tres meses.
La España de Luis de la Fuente no tiene esa presión mediática que tenía la de Luis Enrique. Tampoco está llamada a practicar el fútbol que impone el estilo del entrenador porque, según el propio seleccionador, la forma de jugar la dan los jugadores y sus perfiles técnicos.
Con pocas estrellas y algunos nombres poco queridos entre los españoles, España bailó a Italia y nunca vio peligrar el partido. El único gol fue en propia meta porque Morata tiene una relación extraña con el gol y prefiere vivir instalado en el lamento eterno sobre su persona y sus circunstancias. Pero ahí estaban los puñales de Lamine Yamal y Nico Williams para poner centros una y otra vez. Fabián pone el fútbol cerca del área, donde más duele, y Rodrigo le cubre la espalda y juega de manera inteligente para estar limpio en octavos tras forzar la segunda amarilla.
Atrás, Le Normand ya es un fijo y Nacho debería estar a su lado siempre. Laporte no tiene el nivel para ocupar ese puesto y, aunque contra Italia no falló, no conviene arriesgar a dar minutos a un jugador sin exigencia y dejar en el banquillo a un campeón de Europa.
España convence. La euforia de los años dorados ha desaparecido, pero tampoco es la de los tiempos de Clemente donde levantábamos Copas del Mundo sin que empezaran los torneos. Un punto medio donde se disfrute viendo jugar a España mientras el nivel de los rivales y las eliminatorias echen más leña al fuego. Entonces será el momento de medir a esta España nuestra.