Ganas de volver a Laporta
“Ganas de volver a veros”. Eso rezaba la pancarta de Joan Laporta (Barcelona, 1962) en el paseo de la Castellana de Madrid. Era el mejor reclamo para su campaña electoral. Sin poder anunciar fichajes ni entrenadores ni nada que le costase un euro de más al club. Solo su carisma. Su recuerdo. El de ese Barcelona de Guardiola que lo ganó todo y dejó un estilo de juego para la historia del fútbol. El sabor de boca para el soçi era bueno. Su cara era conocida y la del resto de candidatos, no tanto.
A Laporta le espera un agujero económico histórico. Una deuda millonaria con bancos, clubes, jugadores… Su primer objetivo debe ser buscar crédito. Bancos o empresas que quieran asociarse a su proyecto y convertir los números rojos en negros. Con certezas económicas podrá acometer el siguiente reto: convencer a Messi.
Laporta tiene que hacer olvidar el burofax. En los últimos días de campaña ha presumido de ser el único candidato que podía convencer a Messi para que siga en el Barça. El socio no ha votado a Laporta por eso. Messi no es el futuro, casi ni es el presente. Que vista de azulgrana está bien, pero que se inmole en una venta para salvar económicamente al club, puede ser mejor.
Los cuentos chinos de la vuelta de Xavi se han acabado. No era su entrenador y aunque lo hubiera sido. Koeman tiene contrato. Echarlo es volver a dilapidar millones de euros y su trabajo no es malo para lo que tiene. Laporta puede ganar tiempo convirtiendo al mito de aquella primera Champions en su nuevo Guardiola. Luchar por la Liga y ganar la Copa del Rey serían objetivos suficientes en un año de locos. El holandés es el portavoz perfecto del club y descargaría de presión mediática a un presidente que parece saciado de focos y de fama.
Laporta devolverá al Barça a su papel activo en el independentismo de Cataluña. Su causa política es esa y entiende que la del club, también. Con Bartomeu había “libertad de expresión” en el Camp Nou con las pancartas, como decía el expresidente. Comunicados contra sentencias judiciales y detenciones eran parte de esa libertad. El lobby independentista quería más y lo tendrá con Laporta. Su mejor soldado en la batalla mediática indepe que libran por todo el mundo. El lazo amarillo pegado al escudo.
Lo que debería volcar unas elecciones a la presidencia del Barça. En su día fue Beckham y su posible llegada. Nunca fue, pero hasta el Manchester hizo un comunicado reconociendo conversaciones. Ahora solo se habla de cantera. Y no es la cantera de aquel 25 de noviembre de 2012 que formaba el 11 inicial ante el Levante con Valdés; Montoya, Piqué, Puyol, Jordi Alba; Xavi, Busquets, Cesc; Pedro, Messi e Iniesta. La de ahora pasa por Ansu Fati, Araujo, Mingueza, Ilaix Moriba y Konrad. Y juegan poco. No hay más. La Junta Gestora no quiso fichar a Eric García y, de momento, no hay dinero para estrellas.
Otro lío para Laporta. Con la RFEF de Rubiales tendrá su primer problema porque el nuevo presidente del Barça no quiere que España juegue en el Camp Nou. Cualquier intento político o deportivo de normalizar esta situación se encontrará con la negativa frontal de un presidente independentista.
Con Tebas necesita llevarse bien porque será el que le certifique el primer aval que sostenga económicamente al club. En 2003 Laporta y Tebas hicieron ingeniería financiera. En 2021 el fútbol no está para más intrigas económicas.
Un tema muy delicado y del que los candidatos hablan poco. Laporta anunció que mantendrá y potenciará las secciones. La millonaria plantilla del baloncesto se verá reforzada con Juan Carlos Navarro en la directiva. Quiere mejorar la cantera del fútbol sala y tendrá que decidir si se pone de parte del futsal de Rubiales o del de la LNFS. Lo mismo en el caso del balonmano. El fútbol es el que sostiene las secciones. Es la dura realidad.
Muchos frentes para un presidente veterano. El 42º que ocupa un cargo autodestructivo que no deja bien parado a nadie. Le daremos 100 días y veremos si todo acaba en luz de gas.