Gil Manzano pitó el final mientras el balón volaba a la cabeza de Bellingham

Lo que esconde el escándalo arbitral contra el Real Madrid en Valencia

Jude Bellingham del Real Madrid reacciona durante el partido de LaLiga EA Sports entre el Valencia CF y el Real Madrid en el estadio de Mestalla en Valencia, España, el 2 de marzo de 2024 – PHOTO/David Aliaga/NurPhoto/NurPhoto vía AFP

El colectivo arbitral lleva varias temporadas sumido en un pozo sin fondo. El VAR nunca fue el de aquel Mundial de Rusia que parecía que iba a solucionar todos los problemas y a evitar que Henry metiera otro gol decisivo ayudado por la mano.  

Pero España es diferente. Aunque en el resto de los países de Europa ha habido polémica. Lo de este país ha sido un clamor alimentado por el fanatismo de algunos medios de comunicación y de periodistas alistados en las filas de la crítica radical y la defensa a unos colores por encima de la verdad.  

Llegará el día en el que los famosísimos vídeos del Real Madrid lleguen a Netflix y se conviertan en objeto de culto. De momento, esos minutos de imágenes contra el colectivo arbitral no han gustado a los jugadores ni a los protagonistas, aunque aseguran que no han visto nunca uno. El Sevilla ya ha denunciado la campaña, Xavi dice que influyen en cómo pitan al Barça y Tebas se ha sumado a las quejas porque ensucian su producto.  

Todo parecía una exageración propia del madridismo enloquecido. Una orden “de arriba” porque quieren demostrar que la competición doméstica es una miseria y la Superliga es el futuro. Hasta que llegó Gil Manzano y les dio la razón. No tanto en que hay una campaña o una mano negra contra el Real Madrid, pero sí en que el nivel de los colegiados en España ha caído mucho y su relación con el VAR les ha hecho peores.  

El delantero brasileño del Real Madrid Vinicius Junior celebra el primer gol de su equipo durante el partido de fútbol de la Liga española entre el Valencia CF y el Real Madrid en el estadio de Mestalla en Valencia el 2 de marzo de 2024 – PHOTO/JOSÉ JORDÁN/AFP

Mateu Lahoz se ha retirado a los medios para denunciar que el Comité Técnico de Árbitros está volviendo locos a sus empleados y que el caso Negreira ha manchado el nombre del colectivo de por vida. Pero no hay más que ver algunas decisiones clamorosas donde han errado hasta el punto de pensar que, o son muy malos, o tienen algo en contra de según qué equipos, no solo el Real Madrid vive de quejarse de las decisiones arbitrales.  

La realidad es que Gil Manzano avisó de que el córner que iba a sacar el Real Madrid en Mestalla era la última jugada. Pudo pitar el final mientras el balón sobrevolaba el área o cuando lo despejaron, se llevó el silbato a la boca cuando Brahim controló y acabó pitando cuando centró. Solo él sabe qué pasó por su cabeza para no haber parado el juego antes. Es más, este tipo de jugadas es habitual en el fútbol y, en cuanto un jugador toca el balón que llega desde el córner, pitan con fuerza el final para no dar lugar a segundas jugadas.  

Bellingham anotó un “fucking goal” que no subió al marcador y le puede costar dos partidos por desconsiderar al árbitro. Eso da lo mismo. El Real Madrid tiene la Liga en el bolsillo. El Girona se desinfla tras perder con el Mallorca y el Barça tampoco puede y más ahora que las lesiones de Pedri y De Jong le ponen todo en contra.  

Si quitamos el ruido de fondo, los vídeos encargados para quejarse del caso Negreira y los estómagos agradecidos que defienden al club en tertulias, nos queda un sistema arbitral deteriorado y en permanente duda. Gil Manzano no irá a la nevera ni su participación en la Eurocopa está en riesgo. El CTA no parece haber visto mal en su forma de pitar el final del partido. Se cierran filas alrededor de los colegiados como en tiempos de Villar y Sánchez Arminio donde repetían una y otra que teníamos los mejores árbitros de Europa.  

El árbitro español Jesús Gil Manzano (de espaldas) habla con los jugadores del Real Madrid durante el partido de fútbol de la Liga española entre el Valencia CF y el Real Madrid en el estadio de Mestalla en Valencia el 2 de marzo de 2024 – PHOTO/JOSÉ JORDÁN/AFP

Es evidente que algo se ha descontrolado en esa profesión. La presión ya no es una portada de periódico con la cara de un árbitro y una diana en la cabeza, ahora son muchos minutos de tertulia en radio y televisión. Canales oficiales sometiendo a la profesión a vídeos y una opinión pública con los ojos en sangre esperando un fallo para atacar sin piedad. 

El VAR pita desde Las Rozas jugadas que el árbitro no ve en el césped, hacen zoom sobre roces mínimos o exprimen la jugada para encontrar un motivo que anule todo lo demás. En un lado árbitros en activo, en el otro, árbitros retirados o que van a pitar la semana siguiente supervisados por otros compañeros... libros de estilo que cambian cada semana y jugadas que pierden naturalidad después de revisiones de más de cinco minutos.  

Las tarjetas azules no van a solucionar nada. Los árbitros son cada vez menos árbitros y el fútbol es cada vez menos fútbol. Esto no es un problema del Real Madrid, es un problema de un deporte exprimido y asfixiado que tiene difícil solución.