El Real Madrid planta cara al City y deja la eliminatoria para la vuelta
El techo estaba cerrado. El ambiente era el de las grandes noches. Un tifo gigante cubría las gradas. El Real Madrid de las grandes noches de Champions. Muchos días sin fútbol en España y los aficionados estaban ansiosos por un partido de estas dimensiones. Todo estaba preparado, pero faltaba algo. “El estadio es una maravilla, solo le diría a Florentino que cuidase un poco más el césped”, con esas palabras Pep Guardiola destrozaba el nuevo Santiago Bernabéu que tantas ganas tenía de visitar. Y no le faltaba razón, ese césped retráctil y el espacio donde se recoge, almacena y cuida no está dando los resultados esperados.
Pero había que jugar unos cuartos de final y estos dos viejos conocidos se citaban en Madrid bajo una amenaza terrorista que obligó a reforzar la presencia policial en los alrededores del Bernabéu. Dentro, Bernardo Silva puso la magia en el minuto dos con un disparo raso desde fuera del área que pilló desprevenido a Lunin. Antes de eso, Tchouaméni ya había visto una amarilla que provoca que se pierda el próximo partido. Dos malas noticias demasiado seguidas.
Camavinga hizo el empate diez minutos después y devolvió la tranquilidad a las gradas. Un tiro raso (desde fuera del área, otra vez) que desvió Ruben Dias y descolocó a Ortega. Hay quien pensaba que estaba en medio de la ola de remontadas de hace dos años, pero solo era el minuto 12 de un partido de ida. En el 14 Rodrygo le ganó la espalda a Akanji y se plantó en el área del City, definió con intención y las piernas de unos y otros pusieron la carambola para que el 2-1 entrase llorando.
Mientras, una batalla se libraba en el área del Real Madrid. Silenciosa, sin aplausos ni tarjetas. Rüdiger bailaba con la más fea, pero eso a él no le importa. Otra vez más Haaland salió del Bernabéu con las manos vacías. A la mala temporada (30 goles) se sumaba la asombrosa capacidad del alemán para secarle sin recurrir a juego brusco.
El City se enfrió en la segunda mitad. Un juego de control hizo que el Real Madrid se replegara, pero en el 66 Foden se cansó y lanzó un zurdazo a la escuadra de Lunin. Un amargo empate porque los blancos no están acostumbrados a tanta precisión de sus rivales desde fuera del área. Y mucho menos a que el tercer gol también tenga esa factura. Gvardiol metió el gol de su vida y volcó el marcador con un 2-3 inmerecido.
Brahim y Modric fueron los cambios de Ancelotti. No tanto para buscar el empate, más bien para refrescar el centro del campo. El Real Madrid dio un bajón anímico importante. Bellingham y Vinicius cargaron con la responsabilidad de no salir derrotados en casa y fue el brasileño el que puso la magia y un balón a Valverde que remató a la red para el 3-3 definitivo. El uruguayo tiene buen tiro desde lejos. La apuesta con Ancelotti de hace años para incentivarle ha desaparecido, ahora es su soldado más valioso, el que cubre la espalda de los cracks y anoche tuvo premio.
Todo queda para la vuelta. También los recuperados en el City que ya estarán a las órdenes de Guardiola. Aké y Walker son muy importantes, pero el Real Madrid se transforma en Champions.