Egipto y Qatar estrechan lazos energéticos ante el creciente déficit de gas

Un buque cisterna de gas natural licuado (GNL) - REUTERS/ISSEI KATO
El Gobierno egipcio busca asegurar el suministro a largo plazo mediante importaciones qataríes y nuevas asociaciones para explorar yacimientos estratégicos
  1. Déficit energético
  2. Qatar, un socio clave en tiempos difíciles
  3. El potencial energético de Egipto

Ante una creciente crisis energética, Egipto está intensificando sus esfuerzos para asegurar el suministro de gas natural mediante un ambicioso plan de cooperación con Qatar. El país norteafricano ha anunciado negociaciones para cerrar un acuerdo de importación de gas natural licuado (GNL) a largo plazo con QatarEnergy, una de las mayores compañías del sector a nivel mundial, con el objetivo de satisfacer la creciente demanda interna, mitigar los cortes de energía y aliviar la presión sobre el presupuesto estatal.

El anuncio se produjo tras una reunión en Doha entre el ministro de Petróleo egipcio, Karim Badawi, y su homólogo qatarí, Saeed Al-Kaabi. Ambos abordaron no solo un acuerdo de suministro, sino también la posibilidad de profundizar la cooperación en exploración y desarrollo de yacimientos, particularmente en el Mediterráneo oriental. Las conversaciones tienen lugar en un contexto marcado por una grave caída en la producción nacional de gas, lo que ha obligado a Egipto a volver a importar combustible fósil después de años de autosuficiencia.

Déficit energético

Desde 2022, Egipto enfrenta un creciente déficit de gas. Actualmente, el país produce alrededor de 4.300 millones de pies cúbicos diarios, frente a una demanda que supera los 6.000 millones, y que se dispara hasta los 7.000 millones en los meses de verano. Las centrales eléctricas egipcias consumen aproximadamente 4.500 millones de pies cúbicos de gas al día en temporada alta, además de 30.000 toneladas de diésel. Esta brecha ha obligado al Gobierno a aplicar medidas de racionamiento eléctrico y recurrir a importaciones estratégicas.

En este marco, El Cairo ha firmado recientemente un contrato con la empresa Hoegh Effie para arrendar una terminal flotante de importación de GNL durante diez años, lo que permitirá reforzar su infraestructura de regasificación. Asimismo, en febrero de este año, se firmaron acuerdos con Shell y TotalEnergies para la adquisición de 60 cargamentos de GNL por un valor estimado de 3.000 millones de dólares, con un período de gracia de un año para el pago.

El costo total estimado de las importaciones de GNL en 2025 ronda los 8.000 millones de dólares, con un precio promedio de entre 48 y 50 millones de dólares por cargamento. El Gobierno prevé importar entre 155 y 160 cargamentos solo este año. Adicionalmente, Egipto ya importa alrededor de 1.200 millones de pies cúbicos diarios de gas a través del gasoducto jordano, que incluye envíos provenientes de Israel y cargamentos recibidos en la terminal de Aqaba.

El presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi - AP/VASILY FEDOSENKO

Qatar, un socio clave en tiempos difíciles

En este escenario, Qatar se perfila como un socio energético estratégico. No solo es uno de los mayores exportadores mundiales de GNL, sino que recientemente ha reforzado su vínculo con Egipto mediante la promesa de una inversión directa de 7.500 millones de dólares, anunciada tras la visita oficial del presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi a Doha el mes pasado.

Además del suministro directo, ambas partes exploran la colaboración en el desarrollo de nuevos yacimientos. Durante la reunión en Doha, el ministro Badawi presentó oportunidades de inversión en sectores clave como el petróleo, gas y petroquímicos, subrayando las concesiones en las que QatarEnergy ya tiene participación, como los pozos Nefertari, Cairo, Misri y North Marakia, todos ubicados en el Mediterráneo y operados en asociación con ExxonMobil.

También se dialogó sobre la situación del yacimiento offshore North Dabaa, donde QatarEnergy adquirió en 2023 una participación del 23 % junto a EGAS y Chevron. Estas inversiones se enmarcan en una estrategia más amplia del Gobierno egipcio para atraer capital extranjero, a través de incentivos como la mejora en el precio de compra del gas y un calendario de reembolso más claro para los socios internacionales.

El director ejecutivo de QatarEnergy y ministro de Energía de Qatar, Saad al-Kaabi - REUTERS/MOHAMED AZAKIR

El potencial energético de Egipto

Egipto, segundo mayor productor de gas natural en África en 2022 después de Argelia, ha sido tradicionalmente un actor clave en el sector energético del continente. Durante la última década, su producción creció significativamente gracias a importantes descubrimientos en aguas profundas, como el superyacimiento Zohr, descubierto en 2015.

Sin embargo, la producción nacional ha disminuido drásticamente en los últimos años, debido al agotamiento de algunos pozos y la falta de nuevas inversiones sostenidas. En respuesta, el Ejecutivo egipcio ha redoblado su apuesta por el Mediterráneo oriental, una cuenca energética que ha adquirido creciente importancia desde los descubrimientos de gas realizados en 2009 y 2010. La región no solo tiene un alto potencial en reservas, sino que también ofrece una posición geoestratégica clave para el comercio de GNL.

Terminal de gas natural licuado (GNL) - REUTERS/ ALBERT GEA

A pesar de los desafíos, Egipto no renuncia a su aspiración de volver a ser un exportador neto de gas. El objetivo del Gobierno es aumentar la producción hasta 5.000 millones de pies cúbicos diarios antes de que termine 2025, mediante la intensificación de la perforación y la cooperación internacional. La alianza con Qatar podría desempeñar un papel esencial no solo en cubrir la demanda inmediata, sino también en relanzar el potencial energético de Egipto a mediano y largo plazo.

La creciente asociación entre Egipto y Qatar refleja una tendencia regional hacia una mayor integración energética en un contexto global donde la seguridad del suministro se ha convertido en una prioridad estratégica. Para Egipto, garantizar el flujo de gas no solo es una cuestión de desarrollo económico, sino una necesidad urgente para sostener su estabilidad social y financiera.