España y Marruecos, a la carrera por el petróleo

Por Roberto Arias
Foto: La plataforma petrolífera ‘Eirik Raude’ en Las Palmas de Gran Canaria.
 
El elevado precio del petróleo y los temibles vaivenes del oro negro, que tanto influyen en la economía, han decidido al Gobierno español a retomar la exploración de la bolsa de crudo que albergan las aguas canarias frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura con la fuerte oposición del Gobierno de Canarias. El objetivo no es otro que reducir la dependencia petrolera española, que supera el 98%. Como ha reconocido el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, España “no puede permitirse renunciar a la exploración de estos recursos”, unos yacimientos donde habría “mucho petróleo y de buena calidad”. Las estimaciones hablan de 38 millones de barriles cada año, lo que equivaldría nada menos que a un 10% del consumo actual total de crudo de España. En la carrera por el crudo también se asoma Marruecos que, con máxima prudencia, realiza investigaciones frente a la costa de Agadir, a 380 kilómetros del extremo norte de Lanzarote. Un sueño que Rabat persigue desde hace más de 60 años, con la esperanza de que el maná que fluye en el subsuelo de sus países vecinos riegue también a sus tierras mientras soluciona el contencioso del Sáhara.
 
Antecedentes
El Gobierno Rajoy dio luz verde en marzo de 2012 para realizar prospecciones de hidrocarburos en aguas de Canarias. Gran noticia, pero estos planes no son nuevos. Aznar ya dio en enero de 2002 los permisos necesarios para que la petrolera iniciara las prospecciones en nueve campos de exploración al este de Fuerteventura y Lanzarote. Una iniciativa en la que Repsol controlaba un 50% del proyecto y a la que acudía de la mano de dos socios, la australiana Woodside (30%) y la alemana RWE DEA (20%). El Tribunal Supremo paralizó el proyecto en 2004 por un defecto de forma en la Ley de Hidrocarburos, que no respetaba suficientemente la legislación medioambiental. Y el ex presidente Zapatero dejó en barbecho el plan. Perdió el PSOE las elecciones, llegó Rajoy a Moncloa y nombró ministro de Industria al canario José Manuel Soria, quien ve con buenos ojos retomar aquellos planes y reactivar los estudios para determinar si frente a las costas canarias existen yacimientos de hidrocarburos. Soria está obsesionado por el déficit energético español y ve con ilusión el proyecto. Todo lo contrario piensan el resto de fuerzas políticas canarias, lideradas por el presidente del Archipiélago, Paulino Rivero, quien considera incompatible con el turismo, principal industria de la región, la posible explotación de los yacimientos que pudieran albergar las aguas próximas a Lanzarote y Fuerteventura. Incluso, el líder de Coalición Canaria ha planteado la posible celebración de un referéndum que cuenta ya con la negativa del Gobierno central en una situación parecida a la catalana. 
 
38 millones de barriles
Las zonas de prospección en las que Repsol ha realizado estudios iniciales se encuentran en aguas atlánticas a 61 kilómetros al este de las costas de Fuerteventura y Lanzarote. Una distancia equiparable a la existente en otras zonas petrolíferas entre la costa y las zonas de explotación de hidrocarburos; a apenas 70 kilómetros de las playas de Río de Janeiro, centenares de plataformas petrolíferas buscan y ya extraen crudo desde hace tiempo. Los eventuales yacimientos en aguas Canarias se encontrarían a entre 2.000 y 3.000 metros de profundidad. Según los cálculos de Repsol, en aguas canarias podrían llegar a producirse alrededor de 38 millones de barriles cada año, lo que equivaldría nada menos que a un 10% del consumo actual total de crudo de España. Eso, con una explotación efectiva de los posibles pozos de entre 20 y 30 años, 13.000 millones de dólares (unos 10.000 millones de euros) en inversiones y la creación de 5.000 empleos. Aunque falta mucho para empezar a bombear combustible, de hecho ni siquiera se sabe a ciencia cierta si existe o no petróleo, sí hay indicios razonables (una probabilidad del 20%, que se considera alta) de que, bajo el lecho marino, se oculte el tesoro. De momento, se cuenta con ecografías del subsuelo que revelan estructuras geológicas compatibles con la existencia de yacimientos. El siguiente paso es comprobar que, efectivamente, están ahí. Para ello se utilizará un buque capaz de perforar hasta los pozos, para certificar si hay o no hidrocarburos, así como la cantidad y la calidad de los mismos. En caso de éxito, sería necesario desarrollar un proyecto para explotarlos, obtener el permiso para hacerlo y el visto bueno tras redactar un informe de impacto ambiental. Si no hubiese problema y todo fuese rodado, habría que esperar a 2019 o 2020 para extraer el primer barril de crudo. Antes de llegar a esta fase de las prospecciones con barco, el proyecto debió superar dos obstáculos. El primero pasó por el Tribunal Supremo, que estudió los recursos presentados por las instituciones canarias y diversos colectivos sociales y ecologistas, interesados en frenarlo. Después, se esperó el dictamen positivo del Ministerio de Agricultura, Alimentación  y Medio Ambiente. La petrolera española Repsol cuenta pues con el apoyo del Tribunal Supremo y del citado Ministerio.
 
Partidarios versus detractores
La postura de los contrarios está bien resumida en la página Web savecanarias.org, con la que se han recogido más de 100.000 firmas. La Web alerta de que las zonas de perforación distan 10 kilómetros de las playas de Fuerteventura y 18 de las de Lanzarote, ambas declaradas Reservas de la Biosfera por Naciones Unidas. Explica que los trabajos se realizarán sobre un fondo marino de intensa actividad sísmica y advierten de que el Archipiélago es un área de inmensa riqueza natural. Hay, además, otro detalle que les da muy mala espina a los que luchan contra los sondeos populares: se está promoviendo la declaración de zona protegida bajo la etiqueta de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), que impediría continuar con el proyecto, pero Canarias es el único de los diez espacios propuestos en el país como áreas LIC cuya protección ni siquiera se ha comenzado a tramitar por parte de Medio Ambiente. El proyecto cuenta con el rechazo inicial del PSOE y del Gobierno canario, de la oposición regional de izquierdas, de los grupos ecologistas y de una parte sustancial de la población de las islas (el 60% se mostraría contrario, según una reciente encuesta). Argumentan, con el presidente Paulino Rivero a la cabeza  que “eventuales vertidos procedentes de las zonas de prospección y explotación, que, en caso de producirse, pondrían en jaque toda la economía regional, basada en el turismo, y tendría graves consecuencias medioambientales”. Desde Repsol, se insiste en otros razonamientos mil veces repetidos. “Durante veinte años se generarán esos puestos de trabajo, que no serán directos. Además de la mano de obra especializada, Repsol necesitará estibadores, seguridad, limpieza, administrativos, mantenimiento, etc. Hay 9.000 millones de inversión previstos, y harán falta suministros, material, proveedores”, aseguran fuentes de la compañía. Tiene argumentos para quienes temen un desastre ecológico: “Los estudios demuestran que la probabilidad de que ocurra un accidente es de 1 entre 52.250, analizando los peores escenarios posibles. Turismo y petróleo son compatibles, y ahí está el ejemplo de la costa de Tarragona, donde está Port Aventura: nunca ha habido ningún problema. Y lo mismo pasa en el canal de Sicilia y la costa de Trento, en Noruega o en California, con plataformas a tres millas de la costa y visibles”.
 
¿Petróleo canario o marroquí?
El dilema de qué hacer con los mil millones de barriles de petróleo que tenemos ahí abajo, bajo la suela de los zapatos de las islas, presuntamente alojado en las profundidades de un mar discutible, no ha sido aún resuelto ni parece tener fácil solución. El contencioso no se limita al petróleo. Está íntimamente ligado a la declaración de las 200 millas de las aguas canarias respecto de Marruecos. El derecho internacional (la Convención del Mar de Montego May, Jamaica, suscrita en 1982) plantea algunas dificultades, no insalvables, para que a un archipiélago no Estado (sino dependiente de un Estado, como es nuestro caso), le sean reconocidas las pertinentes 200 millas de mar propio, como sí corresponde de facto a todo territorio costero soberano. No obstante, hay expertos en Derecho Marítimo Internacional, como el profesor José Manuel Lacleta, que sostienen que España ya negocia desde 2003 con Marruecos las 200 millas entre Canarias y el Estado ribereño vecino, a sabiendas de la parsimonia consustancial a la diplomacia de Rabat, que se toma el asunto con infinita paciencia. Y al oeste hay gas A su vez, desde Madrid se estaría discutiendo con Portugal los límites de las aguas a partir de Canarias hacia el norte y noroeste, sin acuerdo por el momento, con el fin de poder explotar sus recursos mineros marinos, como un importante yacimiento de gas que los expertos aseguran haber localizado, además de hierro y manganeso. Rabat se opondría a fijar la mediana en el brazo de océano que nos separa (dado que las 200 millas abarcan de orilla a orilla y habría que establecer un límite intermedio), para no perder sus derechos sobre el petróleo, amén de otras suposiciones. Algunas voces ya avisan que de hacerse la tarea pendiente históricamente, dejando las cosas claras, qué mar corresponde a cada cual, con sus hábitats marinos y recursos respectivos, el petróleo, o la mayor parte de él, caería del lado canario, y nuestro Archipiélago, con competencias en minería, podría explotarlo y beneficiarse sustancialmente de una auténtica mina.
 
Rabat pide prudencia
Lo cierto es que Marruecos es muy prudente en el tema del petróleo por razones obvias. El asunto tiene implicaciones muy importantes desde el punto de vista económico y geoestratégico al estar Canarias y el Sáhara tan cerca, pero en la memoria de todos está el caso Talsint, en el año 2000, cuando Mohamed VI anunció a bombo y platillo en un discurso televisado que se había encontrado petróleo en esa zona del interior del país, en la región de Errachidia. El supuesto hallazgo resultó al final ser falso, y el ministro de Energía fue destituido días después. Desde entonces, la prudencia de las autoridades marroquíes respecto a esta cuestión es extrema. El ministro marroquí de Asuntos Generales y de Gobernanza, Najib Boulif, declaró en unas jornadas en Tánger que “Marruecos se convertirá pronto en un país productor y exportador de petróleo”. El ministro basó su afirmación en los datos proporcionados en su Web por la compañía británica Longreach Oil&Gas, una de las 11 petroleras extranjeras autorizadas a explorar el subsuelo marroquí, que aparentemente afirmaba haber encontrado petróleo en los campos de Sidi Moussa y Foum Draa, al norte de Tarfaya, por tanto, muy cerca de las Islas Canarias. El revuelo creado por el anunció obligó a la ONHYM, la Oficina Nacional de Hidrocarburos y de Minas, el organismo que formalmente gestiona la exploración de petróleo en el reino alauí, a hacer público un comunicado en el que precisaba que no se había hecho ningún descubrimiento, y que de lo que habló Longreach es de “recursos potenciales”. Según la ONHYM, hará falta entre 8 y 12 años de trabajos de evaluación para saber si, verdaderamente, el subsuelo marroquí en esa zona de Tarfaya tiene o no petróleo. Si se inician finalmente las extracciones será el comienzo de una historia que se remonta 23 años desde los primeros trabajos exploratorios, allá en los años 60. Desde entonces se han llevado a cabo cerca de una decena de rastreos en el subsuelo marino marroquí que no dieron resultados concluyentes. Marruecos también fue muy prudente después de que  la multinacional turco-británica Genel Energy anunciara la semana pasada que  había  encontrado petróleo en el pozo Sidi Moussa-1, ubicado frente a las costas sureñas de Marruecos y a unos 200 kilómetros de las Islas Canarias.