Luis Aires: “Las compañías de petróleo y gas se transformarán en empresas multienergía y multiservicios”
El presidente de BP España, Luis Aires, fue entrevistado en el séptimo programa de Atalayar en Capital Radio, que se emitió este lunes de 22:05 a 23:00. Presidente también de la Asociación de Operadores Petrolíferos, abordó el impacto de la pandemia del coronavirus en el sector petrolero, a nivel nacional y mundial. La COVID-19 provocó que el barril de crudo WTI cotizara por primera vez en negativo el lunes 20 de abril de 2020.
¿Cómo ha sido la actividad del sector petrolero en los últimos tres meses?
Este último trimestre ha sido muy movido en el sector. Hemos tenido la “tormenta perfecta”, que es la combinación, por un lado, de los países de la OPEP y de Rusia que a principios de año incrementaron sus cuotas de producción, por lo que el precio del barril estuvo cayendo durante los meses de enero y febrero -a principios de enero estaba en torno a los 70 dólares por barril y a finales de febrero en torno a los 55-. Cuando llegó la pandemia, entonces se desató la crisis de la demanda, y el precio cayó en picado, hasta por debajo de los 20 dólares por barril. Así, hemos tenido exceso de producción y recorte de demanda.
La situación ahora con la tímida reapertura de las economías, ¿se va normalizando?
Lo estamos viendo ahora en los precios del barril. Estamos ya en torno a los 40 dólares por barril. Esto es consecuencia de los recortes de producción anunciados por la OPEP y también por Rusia y de la recuperación económica que ya se ha iniciado y que va a pasos agigantados, sobre todo, teniendo en cuenta los impactos en la movilidad. En España, estamos hablando de un 5% de recuperación de la demanda a la semana, si bien es cierto que partimos de una base muy baja. En la primera quincena del mes de abril, habíamos perdido el 80% de la demanda, es decir, estábamos vendiendo un 20% de lo que vendíamos el año pasado. Ese 20% se está recuperando ahora prácticamente a un ritmo del 5% semanal, conforme se van levantado las restricciones a la movilidad y se va recuperando la actividad económica.
¿Qué factores influyeron en lo que ocurrió en el mercado petrolífero mundial en las primeras semanas de confinamiento?
Fue una combinación de varios elementos. Por un lado, el exceso de oferta por parte de los países de la OPEP, que estaban tratando de empujar a los competidores de Estados Unidos, es decir, a aquellas compañías que se dedican a extraer petróleo a través del Fracking, con un precio del barril muy en línea con los costes de exploración del Fracking. Por otro lado, la llegada de la pandemia hizo que los precios del crudo se desplomaran a unos niveles en los que los primeros perdedores eran los países de la OPEP y Rusia. De ahí, los reajustes en los niveles de producción, para que los precios vuelvan a la senda más normal, entre los 30 y los 50 dólares por barril, algo que podemos esperar para los próximos meses.
¿Qué ocurriría si hay un rebrote importante de la pandemia?
Va a depender mucho de la forma que tengan los países de afrontar un posible rebrote. Las medidas que restringen la movilidad tienen un efecto inmediato en la demanda de energía. En cambio, si son rebrotes que se pueden gestionar a través de la realización de test diagnósticos masivos, del sistema médico y de la distancia social -sin necesidad de limitar la movilidad-, posiblemente el efecto sobre la demanda de productos petrolíferos no sea tan grande.
¿Considera que el consumo de los combustibles fósiles va a morir de aquí a 20 años?
Lo más probable es que, debido a la eficiencia de los motores de combustión interna, cada vez esos motores van a demandar menos combustibles líquidos, y esos combustibles líquidos, a su vez, tendrán una huella de carbono menor. Las empresas del sector estamos en estos momentos invirtiendo en tecnologías que nos permitan reducir las emisiones de nuestras fábricas y el contenido de carbono de los productos que estamos produciendo. Es decir, los combustibles líquidos se seguirán demandando dentro de 20 años, pero serán combustibles líquidos que van a tener una huella de carbono menor.
Otro factor que va a jugar un papel importante en el futuro es que hay otras tecnologías que van a ir compitiendo con el motor de combustión interna, y que van a producir una cierta sustitución de los motores de combustión interna por otro tipo de tecnologías, como los vehículos eléctricos.
En estos momentos, representan un porcentaje muy pequeño de las ventas totales de automóviles en nuestro país y, como consecuencia de la pandemia, todavía tardarán un tiempo en reactivarse, pero, sin duda, a medida que se vaya desarrollando esta tecnologías, los costes se vayan reduciendo y las baterías tengan mayor duración, la demanda de estos vehículos se irá incrementando, lo que provocará la disminución progresiva de los combustibles líquidos.
En definitiva, dentro de 20 años se seguirán demandando combustibles líquidos, pero en cantidad inferiores a las que se demandan hoy en día.
¿Contempla alguna opción para el hidrógeno y el gas?
Los vehículos movidos por hidrógeno son una alternativa que hay que observar muy cerca y las compañías la estamos investigando. ¿Dónde puede tener un gran recorrido el hidrógeno? Por ejemplo, en el transporte por carretera pesada. Cuando hablamos de recorrer muchos kilómetros con una carga pesada, el motor eléctrico puede ser menos competitivo. Sin duda, el hidrógeno va a jugar un papel fundamental en la transición energética.
¿Qué opinión le merece el Plan Renove 2020 anunciado por el Gobierno para el sector automovilístico?
Es una buena noticia que se incluyan los vehículos de combustión. Hay una incertidumbre tecnológica, porque la mayoría de las nuevas tecnologías que hemos mencionado son incipientes y no son competitivas desde el punto de vista de la eficiencia. Por eso nosotros, desde el sector, abogamos por lo que hemos denominado la “neutralidad tecnológica”, es decir, dejemos que las distintas tecnologías puedan competir entre sí, de tal forma que las que sean más eficientes, sean las que triunfen y al final hagan que la transición energética sea la más eficiente posible para el consumidor.
En febrero del año pasado, BP anunció un plan para convertirse en una compañía de cero emisiones para el año 2050. ¿Cómo afecta la pandemia a esa estrategia?
El plan se refuerza. Lo que está ocurriendo en el mundo nos indica que nuestra ambición de convertirnos en una compañía de cero emisiones para el año 2050 y ayudar al planeta a descarbonizarse es más importante todavía. Creemos que la demanda de petróleo a nivel mundial puede estar llegando ya a su pico, por lo que empezará a caer. Por ello, queremos trabajar en una evolución gradual para ir invirtiendo en las nuevas tecnologías, aunque seguiremos extrayendo hidrocarburos del planeta, porque todavía harán falta durante algunas décadas, pero consideramos que es posible descarbonizar esos hidrocarburos, porque hay tecnologías ya disponibles que nos permitirían hacerlo. Y al mismo tiempo, vamos a ir invirtiendo en otro tipo de tecnologías como la producción de electricidad renovable, la economía alrededor del hidrógeno o ser capaces de extraer energía a partir de los residuos sólidos urbanos, que nos permitan reinventar completamente el mundo de la energía.
¿Incluye en este punto a las estaciones de servicio?
Las estaciones de servicio tendrán que adaptarse a una nueva movilidad, donde la demanda de gasolina y gasóleo irá descendiendo con el tiempo. Tendremos que ir poco a poco instalando carga eléctrica, porque pensamos que la estación de servicio debe permitir una carga eléctrica rápida o super rápida, equiparable al tiempo de carga de gasolina y gasóleo actual. Además, el mejor sitio para la recarga de hidrógeno, en el caso de los transportes pesados, será una estación de servicio.
Las formas de movilidad van a ir cambiando en el futuro, y las compañías se van a ir transformando para ofrecer este tipo de nuevos servicios. Con el tiempo, vamos a ir saliendo del encasillamiento tradicional, para ser compañías multi-energía y multiservicios alrededor de la movilidad.
Sobre el Fracking, ¿habría posibilidad de implementarlo en España?
Es muy improbable que el Fracking sea rentable en un país con la geología de España, y que además no tiene la exploración tradicional de petróleo y gas. El Fracking es rentable en aquellos sitios donde hay grandes cantidades de petróleo y gas no convencional y que típicamente están asociadas a lo que serían los reservorios tradicionales de gas y petróleo. Esas condiciones no se dan España. No tenemos una industria alrededor de este tipo de actividad. Desde el punto económico, no sería rentable.
En el Mediterráneo, tenemos el conflicto de Libia con intervenciones extranjeras que desestabiliza la región. ¿Hay preocupación por esta situación, teniendo en cuenta que es un país rico en petróleo y gas?
Hay que tener en cuenta que hace unos cuantos años vivió una revolución que afectó al sector, incluida a mi compañía, y tuvimos que salirnos del país. El impacto del conflicto en Libia, o en cualquier otro país de la región, está actualmente muy minimizado por el exceso de oferta. Las reservas de crudo en estos momentos son más del doble de la demanda que habrá de aquí a 2050. Y con el desarrollo de la tecnología, serán más de tres veces de la demanda esperada. No podemos tener miedo a quedarnos sin petróleo o sin gas. Las cantidades almacenadas son tan enormes y el desarrollo tecnológico avanza tan rápido que el riesgo de desabastecimiento por un conflicto en un determinado país no existe. Lo que sí puede tener es un efecto puntual sobre el precio del petróleo y gas hasta que otros países compensen la falta de estabilidad en ese mercado concreto. Estamos en un momento en el que no se va a utilizar todo el petróleo o todo el gas que hay bajo el subsuelo.