La nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala fue nombrada, el lunes 15 de febrero, la primera mujer y la primera africana en dirigir la Organización Mundial del Comercio 

Ngozi Okonjo-Iweala, la nueva jefa de la OMC 

AFP/FABRICE COFFRINI  - La nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala, confirmada como la primera mujer y primera africana al frente de la atribulada Organización Mundial del Comercio,el 15 de febrero de 2021 

El legado de las activistas y políticas africanas es una muestra de la lucha y del empoderamiento femenino africano en el mundo. La experiencia de las mujeres no ha sido siempre fácil, ni tienen el éxito garantizado de ningún modo. Pero, a pesar de las dificultades, se puede decir que la trayectoria de las mujeres al frente de sus países ha sido reconocida y ha confirmado que, en el camino hacia la renovación, se debe también promover el empoderamiento de las mujeres. 

La guerra de Biafra, el secuestro de su madre, el sexismo, la corrupción en Nigeria: la exministra de Finanzas nigeriana, Ngozi Okonjo-Iweala, ha forjado un carácter férreo a lo largo de su calvario. Su nombramiento es un gran avance para la OMC en todos los sentidos. 

Nadie puede desmerecer los logros de esta mujer. En las reuniones internacionales, se la puede ver siempre vestida con un traje tradicional nigeriano de algodón estampado en colores vivos. A sus 66 años, Ngozi Okonjo-Iweala es la primera mujer africana en tomar las riendas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para un mandato de cuatro años. 

Paralizada por la salida anticipada en mayo de 2020 de su anterior director, el brasileño Robert Azevêdo, y por el proteccionismo exacerbado de la Administración Trump, la OMC debe reactivarse, ya que su función es elaborar y hacer cumplir las normas comerciales internacionales para evitar enfrentamientos aduaneros y comerciales entre sus miembros. 

Su currículum dibuja a alguien que forma parte intrínseca e indudable del establishment global, siempre con la vista puesta en una agenda progresista. La nueva directora general encontrará en su despacho de Ginebra temas candentes que pondrán a prueba su capacidad de negociación internacional, esencial para el funcionamiento de la institución multilateral, que podría entonces salir de su letargo y encontrar los medios para llevar a cabo su misión esencial: resolver pacíficamente los conflictos comerciales entre sus Estados miembros 

La trayectoria histórica del continente africano y las necesidades del colectivo han influido también en la situación de la mujer: a lo largo de la historia africana, las mujeres han ido ganando y perdiendo espacios de poder. Las activistas y líderes políticas africanas ilustran las grandes dificultades que se encuentran en el camino a la hora de visibilizar a las mujeres como aquella capaz de romper con los mandatos de género dominantes y de desafiar las bases del poder establecido. 

Okonjo-Iweala cuenta con un cuarto de siglo de experiencia en las finanzas internacionales en las filas del Banco Mundial, en el que fue responsable de una cartera valorada en unos 81.000 millones de dólares, y con una amplia trayectoria como ministra de Economía de Nigeria. Su candidatura ha contado con un amplísimo apoyo durante el proceso de selección, para el que es necesaria la unanimidad. 

Para muchas mujeres en África, como Ngozi Okonjo-Iweala, lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres es una condición indispensable para construir sociedades más sanas, mejor educadas, más pacíficas y más prósperas. Tal y como plantea Chimamanda Ngozi Adichie “cuando se alcanza el pleno empoderamiento y la participación de la mujer, resulta beneficiada toda la sociedad. Sólo así se consigue hacer frente con éxito a los enormes desafíos que se plantean en nuestra sociedad”. Por lo que las mujeres africanas cada vez están más concienciadas y son parte activa del desarrollo no sólo de África sino del mundo entero. 

Esta afirmación tan simple, no coincide muchas veces con la realidad que se vive en numerosas sociedades africanas. Por razones históricas y culturales las mujeres han sido excluidas de la dirección y de la implementación de los procesos económicos y políticos en la mayoría de los países africanos. Hay una diversidad enorme en esa realidad geográfica y política que denominamos África. Son muchos y diferentes países con lenguas y culturas dispares, con diferentes niveles de desarrollo y distintas formas de organizarse políticamente. Sin embargo, ha habido una constante que unifica la historia reciente de las sociedades africanas, y es la de la discriminación que las mujeres han sufrido dentro de ellas. En diferentes términos y en diferentes grados encontramos costumbres y legislaciones que restringen los derechos y libertades de las mujeres a pesar de su importante participación en la fuerza de trabajo, sobre todo doméstico y agrícola de la mayoría de ellas. En el continente africano encontramos precisamente algunos de los ejemplos más asombrosos de la iniciativa tomada por cuenta propia por mujeres activistas para participar o influir en las sociedades y políticas africanas.  

La mujer en África es vista hoy como un motor privilegiado para alcanzar el desarrollo económico, promover la igualdad social y política. Las mujeres africanas están adquiriendo cada vez más autonomía en todos los campos de la vida, ganando cada vez más espacios de poder. Aunque son piezas clave en todos los aspectos de la realidad social, económica, política y cultural en cada uno de los países, su participación en el desarrollo del mundo ha permanecido históricamente invisibilizado. No obstante, sigue siendo un desafío conseguir que esa representación genere impactos positivos en la vida cotidiana de las mujeres. Hace ya tiempo que las mujeres comenzaron a participar activamente en espacios considerados tradicionalmente como ámbitos de poder de los hombres. En las zonas urbanas, las mujeres reclaman por una democracia de género, con igualdad de derechos ya que en la mayoría de los países la discriminación legal es habitual. Se han logrado avances en varios países subsaharianos que han desarrollado una legislación igualitaria. Además de poder votar, todos los países africanos reconocen el sufragio femenino, las mujeres participan en distintos ámbitos de poder, como, por ejemplo, en los órganos judiciales nacionales e internacionales, en los parlamentos, asambleas locales y en el poder ejecutivo, como jefas de Estado y de Gobierno, ministras, embajadoras, etcétera. 

El continente africano y el mundo en general está viviendo grandes cambios, incluyendo una fuerte transformación social y económica que ha dado lugar a avances significativos en el desarrollo y empoderamiento de la mujer africana. Todos estos ingredientes tienen dimensiones significativas con respecto al género porque las mujeres son las más afectadas por estas situaciones teniendo en cuenta los papeles que les vienen impuestos por la sociedad y que, generalmente, están relacionados con la provisión de alimentos y el cuidado de los más jóvenes, los enfermos y los ancianos mientras que tienen que hacer frente a la pérdida de los medios de subsistencia y al deterioro de la salud y la seguridad. Las organizaciones de las mujeres siguen desempeñando un papel clave no sólo a la hora de crear servicios sino a la hora de exigir responsabilidades y de presionar por mayores y mejores acciones políticas.  

Las mujeres africanas se han comprometido con los derechos humanos y la vida digna sentando las bases para construir ciudadanías más justas y en igualdad. Asimismo, mujeres como Okonjo-Iweala han servido como elemento de emancipación y crítica ocupando un lugar fundamental en la construcción de procesos de cambio. 

La trayectoria de las activistas y líderes políticas africanas ilustra las grandes dificultades que se encuentran en el camino a la hora de visibilizar a la mujer africana como aquella capaz de romper con los mandatos de género dominantes y de desafiar las bases del poder establecido. Nombramientos como el de Okonjo-Iweala han sido un buen punto de referencia desde el que promover y abogar por la transformación de los liderazgos políticos. El legado de las activistas y políticas africanas es una muestra de la lucha y del empoderamiento femenino africano en el mundo.