¿Pueden los países africanos liberarse de la dependencia de las materias primas?

Marruecos es un país con una larga tradición minera - PHOTO/ONHYM
En este contexto, la creación de la Zona de Libre Comercio Continental Africana (ZLCA) representa una oportunidad clave
  1. Las cifras de un problema generalizado
  2. Marruecos, un ejemplo de prosperidad en África

La economía africana sigue siendo muy dependiente de las exportaciones de materias primas, un fenómeno que no distingue de fronteras y que, en mayor o menor medida, afecta a todos los países del continente. 

Según el último informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), 9 de cada 10 países africanos tienen economías “altamente dependientes” de la exportación de sus materias primas. Esto quiere decir que cerca del 60 % de sus exportaciones son de materias como el petróleo, minerales y productos agrícolas no procesados. 

Torres de enfriamiento de las centrales eléctricas de Kriel y Matla, centrales a carbón de la empresa de servicios públicos sudafricana Eskom - REUTERS/SIPHIWE SIBEKO 

Esta realidad, llamada “la maldición de los recursos", expone las grandes debilidades de los países africanos en el mercado internacional, y muestra la falta de diversificación de sus economías, las cuales dependen en gran medida de la volatibilidad que acompaña a los precios de las materias primas. 

No obstante, la dependencia de estos productos varía enormemente en función del país. Estados como Sudán del Sur, Chad o Libia, con más del 98 % de dependencia, son los casos más extremos; en cambio, otros países como Marruecos y Túnez han logrado romper la tendencia con tan solo un 26,4 % y un 21,5 % respectivamente. Un hecho que solo 5 países de 54 que tiene el continente han logrado: además de Marruecos y Túnez, están Egipto, Eswatini y Lesoto. 

Aunque la realidad del continente se acerca más a la situación de Chad o Sudán del Sur, puesto que hay 26 países cuya economía depende en más de un 90 % de los ingresos procedentes de recursos naturales, como Angola, Nigeria, Guinea, y varios del Sahel como Malí o Burkina Faso. Otros, como Guinea-Bissau o Malawi, dependen de productos agrícolas como los anacardos o el tabaco. 

Muestras de minerales de tierras raras (izquierda): óxido de cerio, bastnasita, óxido de neodimio y carbonato de lantano - REUTERS/ DAVID BECKER 

Las cifras de un problema generalizado

La dimensión del problema es clara. De los 54 países africanos, 26 tienen una tasa de dependencia superior al 90 %. Sudán del Sur encabeza esta lista con un 99,5 % de sus exportaciones ligadas a materias primas, seguido de Chad (99,2 %), Libia (98,7 %) y Guinea-Bissau y Angola (ambos con 97,9 %). 

Incluso Sudáfrica, que es la economía más industrializada del continente, muestra una tasa del 63,9 %, por encima del umbral que marca la UNCTAD para considerar a un país como dependiente. 

Las materias primas energéticas como el petróleo y el gas representan, por ejemplo, el 94,6% de las exportaciones de Libia, el 93,7 % en Argelia y el 92,4 % en Guinea Ecuatorial. En minería, Botsuana depende en un 91,5 % de la exportación de diamantes, y en agricultura, Guinea-Bissau obtiene el 91,6 % de sus ingresos de exportación de anacardos.

Buscadores de oro trabajan en una mina a cielo abierto en la mina de oro Ndassima, cerca de Djoubissi al norte de Bambari - REUTERS/SIEGFRIED MODOLA

Marruecos, un ejemplo de prosperidad en África

Marruecos, en particular, se ha convertido en un caso destacado de éxito. En 2024, sus exportaciones automotrices ascendieron a casi 16.000 millones de dólares, lo que representa el 34,53 % del total. Unas cifras que se alcanzaron gracias a la confirmación del país como primer socio comercial del sector automotor de la Unión Europea por delante de gigantes del sector como la estadounidense Tesla o la china BYD. 

Muy por detrás quedaron los fosfatos y fertilizantes (9.000 millones), la agroalimentación (9.000 millones), los textiles (4.600 millones) y la aeronáutica (2.700 millones). Esta diversificación no solo favorece la reducción de la vulnerabilidad, sino que ha permitido sentar las bases para una economía industrial y resistente en el medio y largo plazo.