La subida es la primera medida aplicada de acuerdo con el plan de reducción de subvenciones decretada por el Ministerio de Economía

El precio de la gasolina en el Líbano aumenta 100 libras

AP/HUSSEIN MALLA - Un trabajador de una gasolinera llena de gasolina a un coche, mientras otros coches, al fondo, hacen cola en medio de la escasez de combustible, en Beirut, Líbano.

El aumento del precio de la gasolina y el fuel ha sido de 100 libras como consecuencia del plan de reducción de subvenciones de los productos básicos. Así lo ha declarado el Ministerio de Energía tras aplicar la tarifa quincenal que sitúa el precio de 20 litros de gasolina de 95 y 98 octanos, así como el del fuel en 100 libras, subiendo el precio a 38.800, 40.000 y 26.300 libras respectivamente.

Ante esta situación, muchas gasolineras han cerrado sus surtidores en todo el país durante los últimos días, y otras han decidido racionar severamente las cantidades disponibles, alrededor de 20 o 30.000 libras por cliente, provocando largas colas de espera de la población civil. Ante esta situación, los libaneses temen un próximo recorte o la supresión total de las subvenciones a la importación de carburantes tras el anuncio decretado hace un mes por el ministro de Finanzas saliente, Ghazi Wazni.

Según el portal libanes de noticias Naharnet, las colas para obtener productos básicos están provocando bloqueos en la circulación del tráfico de varias zonas. Del mismo modo, la situación de pobreza extrema ha sufrido un aumento exponencial en los últimos meses, a lo que hay que sumar las amenazas que está sufriendo la importación libanesa ante la evidente escasez de dólares.

Líbano lleva más de un año y medio atravesando una aguda crisis económica y financiera. La caída de la libra libanesa ha provocado una oleada de protestas a nivel nacional que ha generado bloqueos en varias calles de la capital y otras ciudades. Esta situación se acentúa más tras la grave crisis política que está atravesando el país a raíz de la dimisión de Hasán Diab, días después de las explosiones del 4 de agosto en el puerto de Beirut que provocaron la muerte de 210 personas y dejaron 7.000 heridos, accidente que aun no ha tenido ninguna repercusión legal.

Las deudas siguen siendo la causa directa del ahogamiento del país. A causa de esto, la ciudadanía sigue inundando las calles y sembrando el caos mientras reclaman unas condiciones económicas mínimamente dignas. Como respuesta internacional, el Fondo Monetario Internacional ha querido subrayar que recibirán ayuda económica, pero para esto, tendrán que formar un nuevo Gobierno: “Es necesario formar un nuevo Gobierno de inmediato, con un mandato fuerte para implementar las reformas necesarias”.

En la actualidad, casi el 60% de la mitad de los habitantes viven en el umbral de la pobreza. Esta situación se agrava todavía más tras el plan de reducciones que han afectado a los productos básicos de subsistencia y a las graves crisis de electricidad que han sumido en la oscuridad al país durante largos periodos. Además, la pandemia de la COVID-19 ha empeorado el frágil sistema de sanidad pública. Según la ONG Médicos Sin Fronteras: “La presión socioeconómica ha hecho que el coste de los productos básicos, incluyendo los alimentos, sea cada vez más difícil de pagar para muchas personas".

En cuanto a la población refugiada siria que vive en el país, se estima que el 89% vive por debajo del umbral de pobreza extrema. Esto significa que viven con menos de 10.000 libras libanesas por persona por día, el equivalente a alrededor de 1 dólar estadounidense (0,82 euros), según la tasa de negociación no oficial actual en el mercado.
Ante la incapacidad de formar un nuevo Gobierno, Hasán Diab, ha recalcado que la formación del nuevo Ejecutivo debe ser “una prioridad absoluta” ante las confrontaciones entre el presidente y el primer ministro encargado. Del mismo modo ha subrayado que la actual situación del país “ha superado los límites de la lógica y la razón”. En un comunicado, Diab informó sobre la frágil situación que está viviendo el Líbano, a las puertas de convertirse en un Estado fallido: “La formación del Gobierno se ha convertido en una crisis nacional que recrudece el sufrimiento de los libaneses”. En este contexto, el país se encuentra “en un círculo vicioso aterrador” en el que tratan de llegar a acuerdos que no han “permitido al país superar el estancamiento”.

Independientemente de la gravedad de la situación, las conversaciones sobre la formación de un nuevo Gobierno se mantienen bloqueadas. Por su parte, el presidente en funciones, Michel Aoun, manifestó a través de un comunicado oficial que “envió al primer ministro designado un documento que indica sólo la metodología de capacitación del gabinete y que comprende cuatro pilares”. El propio Aoun ha afirmado en reiteradas ocasiones que si el primer ministro en funciones actual, Saad Hariri, no consigue formar Gobierno debería dimitir de su cargo, a pesar de tan sólo llevar desde octubre como primer ministro del Líbano. El enfrentamiento entre ambos vaticina una situación que no parece que se vaya a resolver en los próximos meses.

Mientras tanto, la población civil sigue sufriendo las consecuencias directas de una crisis económica, social y política que han sumido al Líbano en un Estado al límite de declararse fallido. La crisis multilateral a la que está haciendo frente pronostica una difícil situación resolutiva que sigue evidenciando las heridas que dejaron la guerra. Sí las distintas entidades políticas no consiguen ponerse de acuerdo, esta situación se alargará en el tiempo provocando un aumento de la situación de pobreza que está viviendo más de la mitad de la población, lo que acrecentará el resentimiento social y alimentará un clima idóneo para la incursión de la criminalidad. Junto a esto la crisis sanitaria afectará de lleno el bajo desarrollo humano y, por ende, a la pobreza de un país que sigue protagonizando un circulo vicioso sin solución.