Siria enfrenta un momento crítico para su reconstrucción económica
El levantamiento de sanciones de Estados Unidos a Damasco simboliza la posibilidad de darle respuesta a la compleja situación económica de la República Árabe Siria y marca el fin de su aislamiento del sistema financiero internacional. A la decisión estadounidense se le unió la Unión Europea y Gran Bretaña que también procedieron a levantar ciertas de sus sanciones.
Esta determinación se produjo en la gira de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, por países de Oriente Medio. Concretamente, el comunicado se realizó desde la capital de Arabia Saudí, Riad, donde el máximo mandatario estadounidense se reunió con su homólogo, el presidente interino de Siria, Ahmed Al-Sharaa.
Tanto el país organizador como el secretario general que actúa en representación de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit, mostraron su agrado ante esta noticia y oportunidad, incluso se resaltó cómo esto era necesario para proseguir con una recuperación efectiva.
La guerra civil de Siria y la imposición de sanciones internacionales son dos de los factores principales que han incrementado el colapso y atraso de las instituciones y de la economía de Siria. Esta nueva medida podría facilitar una extensa ayuda humanitaria, así como el proceso para hacer frente al gran deterioro que afronta la nación.
El coordinador residente y humanitario de la ONU para Siria, Adam Abdelmoula, y el coordinador humanitario regional para la crisis de Siria, Ramanathan Balakrishnan, conjuntamente resaltaron el papel de las sanciones como obstáculo en la asistencia vital al país árabe.
Precisamente, el Banco Mundial estimó que la economía siria equivale a las de Albania o Armenia, que tienen poblaciones mucho más inferiores. Igualmente, los datos muestran una reducción del 83 % en el período de 2010 a 2024, lo que visibiliza aún más su retraso económico.
Asimismo, las recientes acciones desarrolladas por el nuevo Gobierno en el poder desde diciembre han sido que el Banco Central adopte un tipo de cambio unificado a la lira, recuperar sus activos congelados por los gobiernos occidentales durante el régimen de Bachar Al-Assad para financiar las reformas y evaluar cómo se hará frente a las deudas de acuerdos de préstamos bilaterales que se estiman entre los 20.000 y los 23.000 millones de dólares, cantidad que se amplía con países como Irán y Rusia, donde se valoran unas cifras de 30.000 a 50.000 millones de dólares. Respecto al tema de la deuda, abogados especializados en la deuda soberana han debatido que podrían verse condonadas al incorporase dentro de las llamadas guerras odiosas bajo el mandato de Bachar Al-Assad, donde el dinero no fue servido al pueblo, sino invertido en armas.
Ante las presiones financieras, el Gobierno ha tenido que optar a pagar las importaciones fundamentales a través del contrabando de combustible, pero sobre todo mediante la producción y tráfico de un fármaco ilícito estimulante y con efectos semejantes a los de la anfetamina como es el captagon, muy valorado actualmente para la economía siria. Siria también ha perdido una importante parte de sus ingresos provenientes de la energía de sus yacimientos petrolíferos, incluso el control de ellos por parte de grupos como el ISIS o combatientes kurdos. Todo ello ha ocasionado que el país este alineado a sus aliados Irán y Rusia y sea fuertemente dependiente de sus importaciones energéticas. El sector agrícola también ha experimentado disminuciones en su producción de trigo, empobreciendo aún más la delicada situación.
Se cree que este levantamiento podría iniciar la rehabilitación de las infraestructuras esenciales, fomentar las inversiones para los servicios básicos de vida y amparar la reconstrucción general. Se confía también en que este sea un paso que se traduzca en un esfuerzo palpable que atienda las necesidades de la población siria y las del país mediterráneo. Al-Sharaa resaltó que este paso inaugura el arduo trabajo que se requiere para lograr la Siria moderna. No obstante, se prevé una recuperación lenta debido al empobrecimiento y precariedad del Estado y la aún inestable situación de gobierno, incluyendo la continua conflictividad de la región que dificulta la posibilidad de un proceso lineal.