India está decidida a ser la cuarta potencia mundial espacial a pesar del frenazo impuesto por la COVID-19
India camina a dos décadas de distancia tras los pasos ya andados por China en todo lo relativo a tecnología y desarrollo espacial, su vecino y antagonista en el continente asiático y a escala global.
La pandemia de COVID-19 que asola el país del Ganges, que ha acabado con la vida de 450.000 personas y que ha infectado a otros 32 millones también ha frenado los planes y el multimillonario ritmo de inversiones de la ISRO, la Organización de Investigación Espacial de India que ejerce las funciones de Agencia espacial y que preside desde enero de 2018 el prestigioso científico Kailasavadivoo Siva, de 64 años.
A los problemas sanitarios se acaba de unir el fracaso de su lanzamiento en la madrugada de hoy jueves, 12 de agosto, desde la base Satish Dhawan, en la zona costera de Sriharikota, al sureste del país. El cohete de fabricación nacional GSLV Mark II ha sufrido un fallo técnico a los 5 minutos de su vuelo de ascenso, tras el encendido del motor criogénico de su etapa final de propulsión. Se ha perdido el control del vehículo y el satélite de observación de producción también nacional EOS-03, de 2,28 toneladas, se ha quemado en su reentrada en la atmosfera.
El primer fallo de un lanzador indio desde 2017 se va a sumar a los efectos de la COVID-19, que ya repercute en la aspiración de India de ocupar un lugar privilegiado entre las pocas naciones con capacidad para llevar astronautas al espacio ultraterrestre. La ISRO tiene muy avanzado el programa Gaganyaan ‒en español, nave celeste‒, una cápsula espacial de nuevo diseño con la que pretende poner en órbita un máximo de tres astronautas a unos 400 kilómetros alrededor de la Tierra.
La citada gran iniciativa espacial nacional cuenta con el empeño personal del primer ministro Narendra Modi, de 71 años, que en diciembre de 2018 insufló un fondo adicional de alrededor de 1.500 millones de dólares para que una pareja de pilotos militares indios orbiten la Tierra para mayor gloria de sus cerca de 1.400 millones de habitantes, una iniciativa que intenta igualar las metas alcanzadas por el mandatario chino Xi Jinping.
Pero las sucesivas oleadas de la pandemia se han cebado sobre el subcontinente indio y han contagiado a muchos técnicos de la agencia espacial y de la industria nacional, que repartidos por todo el país han tenido que detener sus trabajos e interrumpir las entregas de hardware y equipamientos.
La consecuencia de las interrupciones en la cadena de trabajos son retrasos en los dos vuelos de demostración sin astronautas de Gaganyaan, que embarcará un robot humanoide de aspecto femenino llamado Vyommitra. El primer ensayo sin seres humanos a bordo estaba previsto para diciembre del presente año y se ha trasladado a partir de junio de 2022 y el segundo se ha fijado para finales de 2022. Las demoras repercuten en el posterior vuelo inaugural tripulado: estaba programado para agosto de 2022 y se ha trasladado al año 2023, siempre que los vuelos de prueba sean un éxito y no haya que efectuar uno o dos ensayos más.
Mientras llega el esperado momento del despegue de los primeros astronautas de nacionalidad india, la ISRO prosigue su andadura con otra serie de planes asociados a Gaganyaan. Por ejemplo, el Laboratorio de Investigación de Alimentos del Ministerio de Defensa ya tiene a punto unas 70 variedades de alimentos procesados y deshidratados de la cocina nacional, que los astronautas consumirán en el espacio: rollitos de verduras, de huevo, veg pulav ‒un plato de arroz con verduras y especias‒ y moong dal halwa, un postre dulce a base de lentejas, cardamomo, pistachos y almendras.
También incluirá idly, unas albóndigas del sur de la India elaboradas con arroz y lentejas descascarilladas y fermentadas; ghee, una especie de mantequilla que se utiliza de manera semejante al aceite de oliva o girasol en España; y un calentador de alimentos. En el plano tecnológico ya se han confeccionado y probado nuevos trajes espaciales. Y a mediados de julio se efectuó una prueba de encendido de una nueva variante del motor-cohete Vikas, que se utilizará para propulsar la nueva versión del lanzador GSLV MkIII que debe poner en órbita a los astronautas. También se ha evaluado el sistema de escape de la tripulación, la reentrada de la capsula atmosférica (CARE) y su estanqueidad, así como casi todo cuanto rodea la misión.
Otra etapa que ya está cerrada es el periodo de formación como astronautas de cuatro pilotos de combate de la Fuerza Aérea India, cuyas identidades todavía no se han dado a conocer. Fueron seleccionados entre 12 finalistas de un total de 200 candidatos. Su fase de entrenamiento se ha desarrollado en el Centro de Entrenamiento de Cosmonautas Gagarin, muy cerca de Moscú, desde el 10 de febrero de 2020 hasta mediados de marzo pasado, fruto de un acuerdo suscrito en junio de 2019 entre la empresa estatal rusa Glavkosmos y la ISRO.
Se sabe que tras acabar su fase de adiestramiento en Rusia han sido sometidos a nuevas pruebas médicas y han realizado prácticas de protección contra la radiación y primeros auxilios de emergencia en órbita por parte de técnicos del Instituto de Medicina y Fisiología Espacial (MEDES) de Toulouse (Francia). Lo que se desconoce es si esta última etapa ha tenido lugar en Francia o en India.
Los Gobiernos de Nueva Delhi y Pekín se miran de reojo en muchas vertientes de poder y una de ellas es el ámbito espacial. Los dirigentes de Nueva Delhi no se quedaron de brazos cruzados cuando el primer astronauta chino ‒el piloto de combate y hoy general Yang Liwei‒ voló al espacio a mediados de octubre de 2003 y situó a China en tercera posición de la astronáutica mundial, tras Estados Unidos y Rusia. Poco después la ISRO recibió el visto bueno del entonces primer ministro, Manmohan Singh, para definir el programa Gaganyaan.
Pero Gaganyaan no fue acompañado de los fondos económicos necesarios y ha tenido que ser la llegada al poder en mayo de 2014 de Narendra Modi la que ha dado un definitivo impulso al proyecto, con el que Nueva Delhi pretende obtener en 2023 la capacidad autónoma de llevar astronautas al espacio.