Los satélites espía de China también observan y escuchan todo lo que ocurre en Ucrania
El enfrentamiento en las llanuras de Ucrania entre las fuerzas terrestres y aéreas de Vladimir Putin Rusia y las unidades de defensa de Volodímir Zelenski ha obligado a la China de Xi Jinping a practicar un delicado equilibrio entre las dos partes en conflicto, aunque mucho más en sintonía con Rusia que con Ucrania.
Como espectadores privilegiados, las autoridades políticas y militares de Pekín observan y escuchan con el mayor grado de detalle posible cuanto ocurre en el Teatro de Operaciones del este de Europa. Entre las principales fuentes con las que recopilan información está su enorme flota de satélites espía, que los servicios de inteligencia de Estados Unidos calculan que son cerca de un centenar de plataformas.
Todo ellos conforman una caravana de satélites que de forma continuada y en distintos planos orbitales sobrevuelan los puntos calientes sobre los que autoridades chinas precisan recopilar imágenes, datos e información, a la vez que detectar y captar emisiones electromagnéticas. En este último caso, sus objetivos son radares, enlaces de comunicación por microondas y comunicaciones móviles, por ejemplo de operadores como Iridium, Thuraya e Inmarsat.
Los técnicos militares chinos reciben las imágenes y señales de sus satélites, las procesan, los analistas del departamento de Vigilancia Técnica del Estado Mayor General extraen la información que contienen y trasladan el informe de inteligencia al ministro de Defensa, el general Wei Fenghe, de 68 años, artillero de formación, que ejerce el cargo desde mediados de marzo de 2018.
También encaminan el resultado de sus análisis hacia el Ministerio de Asuntos Exteriores, que desde marzo de 2013 dirige el diplomático Wang Yi, que ronda los 69 años. Por supuesto, un resumen llega a manos de los gabinetes militar y político del presidente Xi Jinping. Respecto a si Pekín facilita información al Ministerio de Defensa ruso, nada se sabe, pero no es probable, por el momento.
De cara a la opinión pública nacional e internacional, todos los satélites espía de Pekín han sido bautizados con el nombre de Yaogan Weixing, que en mandarín significa satélite de teledetección.
La información oficial que facilita la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China (CASC) es que esos ingenios están dedicados a la planificación urbana, a la prevención de desastres naturales y a estimar el rendimiento de los cultivos. Pero eso son funciones muy complementarias y marginales.
La realidad es que todos ellos están bajo el control del Ministerio de Defensa y con la denominación genérica de Yaogan Weixing podemos encontrar satélites espía muy diferentes: unos son de tecnología radar, otros son electro-ópticos que funcionan en los espectros visible e infrarrojo, y muchos más son ingenios de inteligencia de señales o SIGINT, que se lanzan al espacio en grupos de tres. Unos y otros están envueltos por una cortina de opacidad.
Con tal variedad y cantidad de plataformas en órbita, China está de forma continua reponiendo y reforzando su gran constelación militar. Lo acaba de hacer con la puesta en órbita de su sexto ingenio del presente año. Es el nuevo satélite de reconocimiento de nombre Yaogan-30-02, que el 17 de marzo despegó desde la base de Jiuquan, en pleno desierto de Gobi ‒al norte de China‒, mediante un lanzador Larga Marcha 4C.
Al igual que hace el Pentágono con sus equivalentes norteamericanos, los datos anteriores son los únicos que Pekín da a conocer. El resto es alto secreto y nada se sabe de sus características. Pero se ha podido conocer que el Yaogan-30-02 es un satélite espía electro-óptico y que ha sido colocado a unos 1.100 kilómetros de altura, la misma que su gemelo el Yaogan-34-01, en órbita desde el 30 de abril de 2021, con el que funciona en red.
El centro de investigación y desarrollo dedicado a la fabricación de los Yaogan con tecnología óptica de alta resolución es la Academia China de Tecnología Espacial (CAST), con sede en Pekín. La institución especializada en tecnología radar de apertura sintética (SAR) es la Academia de Tecnología de Vuelos Espaciales (SAST) situada en Shanghái.
El ritmo chino de lanzamientos de satélites espía es frenético, mucho mayor que el de Estados Unidos. En 2021 disparó 22 ingenios de reconocimiento, de los que 18 fueron de escucha electrónica y 4 de observación. En cambio, el Pentágono solo consta que puso en órbita 4 plataformas espía, 3 de escucha electrónica y uno electro-óptico.
La Administración Espacial Nacional de China (CNSA) que encabeza el profesor Zhang Kejian tiene previsto efectuar en 2022 más de 50 lanzamientos para colocar en órbita al menos 140 satélites, sondas y estructuras espaciales. En esa cantidad están incluidas un número desconocido de misiones espía y seis para completar Tiangong, el complejo orbital chino tripulado por tres astronautas, que ya se ha abierto a la cooperación internacional.