El proyecto ruso-chino hace frente al programa Artemis de retorno a la Luna impulsado por Donald Trump y asumido por Joe Biden

Pekín y Moscú pactan una colonia lunar mientras Washington retrasa el vuelo de su helicóptero marciano

PHOTO/AFP - El Presidente chino Xi Jinping y el ruso Vladimir Putin y Rusia han acordado levantar de forma conjunta una colonia en la superficie o alrededor de la Luna, a poco más de 384.000 kilómetros de la Tierra

Mientras Rusia y China pactan los últimos detalles de la construcción de una base lunar conjunta, la atención de la Administración Nacional de la Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) está centrada en el primer vuelo del pequeño helicóptero no tripulado Ingenuity en el espacio aéreo de Marte, que ha sufrido un serio contratiempo que ha impedido su despegue inaugural previsto para el 11 de abril. 

En las pruebas pre-vuelo, los ingenieros del Laboratorio de Propulsión a Chorro de (JPL) responsables de Ingenuity identificaron una importante anomalía en el software que debe controlar el vuelo autónomo de la aeronave. Si bien los ensayos de giro del rotor que mueve las palas a baja velocidad fueron positivos, no ocurrió así a altas revoluciones, a 2.400 revoluciones por minuto.

Solventar el problema no solo requiere modificar los algoritmos erróneos y reinstalar el nuevo programa informatico a bordo de Ingenuity. También exige verificar, revisar y probar en tierra de forma exhaustiva los cambios efectuados antes de cargarlos a bordo del helicóptero. 

Una vez validado, un telecomando hará llegar el nuevo programa hasta al vehiculo todo terreno marciano Perseverance, que a su vez lo retransmitirá a Ingenuity para que lo cargue. La transmisión se efectuará a través de una de las grandes antenas de las tres estaciones de Espacio Profundo de la NASA ‒una de las cuales es la de Robledo de Chavela, próxima a Madrid. Una vez instalado a bordo el programa, se volverá a llevar a cabo la prueba de alta velocidad. Si el resultado es satisfactorio, se asignará una fecha para el tan esperado despegue inaugural.

Todas las operaciones antes descritas se están llevando a cabo contrarreloj. La misión principal de Persevance es buscar rastros de vida pasada sobre Marte. En cambio, los cinco vuelos planeados de Ingenuity forman parte de un programa de demostración tecnológica que provoca la suspensión de las actividades del vehiculo todo terreno, cuyas cámaras y sensores deben dedicarse en pleno a observar los vuelos. En consecuencia, si se cumple el plazo máximo de treintena de días y no se han efectuado los cinco vuelos, las pruebas con el helicóptero se suspenderán y el rover retornará a su actividad científica.

Acuerdo para montar la primera colonia lunar

Mientras las autoridades políticas de Estados Unidos contemplan como los técnicos de la NASA intentan solventar desde California los problemas de un artefacto como Ingenuity que se encuentra a varios cientos de millones de kilómetros de la Tierra, los dirigentes de China y Rusia se han comprometido a levantar una colonia conjunta en la superficie o alrededor de la Luna, a poco más de 384.000 kilómetros.

El acuerdo ha recibido el visto bueno del Presidente chino Xi Jinping y de su homólogo ruso, Vladimir Putin. Este último ha refrendado la importancia de la iniciativa chino-rusa en la teleconferencia que ha mantenido con los principales dirigentes del sector espacial ruso con ocasión del 12 de abril, fecha histórica que en el presente año ha conmemorado el 60 aniversario del vuelo de Yuri Gagarin, primer ser humano en orbitar la Tierra. 

El máximo responsable de la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA), Zhang Kejian, y el de la Agencia Espacial de la Federación de Rusia (Roscosmos), Dimitri Rogozin, han sido los encargados de rubricar la alianza. A falta de conocer los plazos del proyecto, lo que se pretende es construir cerca del polo sur una “base experimental autónoma y permanente de investigación científica” sobre nuestro satélite natural o a su alrededor, para llevar a cabo “actividades multidisciplinares y operaciones autónomas a largo plazo”.

Bautizada como Estación Internacional de Investigación Lunar (ILRS), se trata de una iniciativa de gran trascendencia en la cooperación espacial entre Pekín y Moscú que sitúa a ambos países de igual a igual y abre las puertas a una nueva era de colaboración estratégica. Según sus firmantes, el acuerdo busca fortalecer los intercambios de investigación científica, promover la exploración y el uso del espacio con fines pacíficos.

Para Rusia, se trata de un paso que reconoce las capacidades tecnológicas y el potencial económico de su vecino asiático, tanto en el desarrollo de lanzadores como de satélites, capsulas e infraestructuras espaciales. Desde el punto de vista de China, supone aprovechar la experiencia rusa adquirida a lo largo de sus 60 años de vuelos tripulados.

Rusia va a revisar todas sus prioridades espaciales

En su mensaje a los altos cargos y directivos de la comunidad espacial nacional, Putin ha subrayado que Rusia “debe mantener” en el siglo XXI su condición de “potencia líder nuclear y espacial”. La industria espacial está “directamente relacionada con la defensa y me gustaría recordárselo”, ha precisado. 

Apoyándose en el documento titulado Principios Básicos de la Política de Estado sobre Actividades Espaciales hasta 2030 aprobado en enero de 2020, Putin quiere examinar las prioridades a largo plazo de la exploración espacial y fortalecer el sector en su totalidad. Uno de ellos es la construcción de una base lunar a partir de 2025 y 15 años más tarde contar con un sistema tripulado de exploración. Pero ahora quiere este y otros proyectos importantes, sus objetivos y los logros asignados a cada fase, así como vincularlos a fuentes de financiación anuales.

En concreto, la luna ya no se contempla como una roca sin interés que pulula alrededor de la Tierra. Los años en que se alunizaba durante unos pocos días, se demostraba el potencial tecnológico de sus visitantes y se retornaba al Planeta Azul ya son parte de la historia. Las grandes potencias mundiales y regionales observan la Luna como una fuente potencial de recursos, de la que se pueden metales y tierras raras como el platino, titanio, escandio o el itrio, claves para el futuro que nos espera.

El proyecto lunar ruso-chino es la reacción de los presidentes Vladimir Putin y Xi Jinping al programa Artemis impulsado por Donald Trump y asumido por su sucesor, Joe Biden. Artemis es una iniciativa de la NASA que busca llevar de vuelta a astronautas a la Luna, entre ellos a una mujer, para explorar la superficie lunar con mayor intensidad y estudiar las posibilidades para la extracción de sus recursos.

Si a la iniciativa norteamericana se han asociado en mayor o menor medida las agencias espaciales de Alemania, Australia, Brasil, Canadá, Emiratos, Francia, Italia, Japón, Luxemburgo, Reino Unido, Suecia y la Agencia Espacial Europea (ESA), el proyecto ruso-chino no va a ser menos y también está “abierto a la participación de terceros países y socios internacionales”.