Afganistán: un Gobierno sin programa y un pueblo sin esperanza
Este documento es copia del original que ha sido publicado por el Instituto Español de Estudios Estratégicos en el siguiente enlace.
Tras la retirada estadounidense de Afganistán la república islámica colapsó ante el avance talibán. Estos han implantado, bajo la forma de un emirato, un régimen de terror que no ha sido capaz de consolidar completamente su poder ante las tensiones internas y los grupos opositores. Esta falta de control abre la posibilidad a que Afganistán se vuelva de nuevo a convertir en un santuario para varias organizaciones relacionadas con el terrorismo yihadista. Por otra parte, Afganistán sigue teniendo interés para actores globales y regionales, que en esta nueva situación han cambiado sus roles para proteger sus intereses. Entretanto, la supervivencia de la población y los derechos humanos se han visto claramente deteriorados en todo el país.
La anunciada finalización de la presencia de las fuerzas estadounidenses de Afganistán precipitó un cambio en la zona para el que los principales actores ya se estaban preparados. Internamente, la corrupta Administración de la república islámica había perdido los apoyos populares, por lo que los líderes tribales habían comenzado a pactar con los talibanes una gestión de los territorios, perdiendo paulatinamente las fuerzas gubernamentales el control de estos.
Igualmente, los señores de la guerra que habían combatido al anterior régimen talibán habían sido relegados por el presidente Ghani. Por ello, no se movilizaron en su apoyo ante la creciente presión del avance talibán. La huida de Ghani ante la llegada de los talibanes a Kabul precipitó el desmoronamiento de la república islámica y la rápida implantación de un emirato talibán.
El nuevo Gobierno se enfrentaba a varios problemas acuciantes. Para los talibanes era trascendental acabar con los focos de oposición y resistencia, por lo que comenzaron una campaña represiva de extrema violencia contra sus tradicionales enemigos del Estado Islámico en el Khorasán (ISIS-K) y los grupos armados que surgieron en su contra. Igualmente, los talibanes no son un movimiento homogéneo, por lo que las luchas de poder internas han sido una constante desestabilizadora.
El nuevo emirato no poseía las bases suficientes para administrar un Estado, lo que unido a la congelación de los fondos del antiguo gobierno y a la drástica disminución de la ayuda internacional, ocasionó una catástrofe humanitaria que ha colocado a la población civil en una situación desesperada.
En el ámbito internacional, el vacío de poder que dejaron los norteamericanos se ha reconfigurado en el papel de potencias regionales y globales. Los estadounidenses han regresado a su tradicional papel de potencia aeronaval, aunque sin perder de vista los acontecimientos que puedan perjudicar sus intereses.
China ha sido una gran beneficiada de la nueva situación. Aunque teme la extensión del yihadismo en sus territorios limítrofes, ha visto una oportunidad de relación para la obtención de materias primas y la posibilidad de utilizar el suelo afgano para su estrategia de conectividad de la Franja y la Ruta de la Seda y poder así acceder a los puertos del Índico.
Rusia se ha configurado para ejercer un papel estabilizador en la zona, controlando a las repúblicas centroasiáticas mediante la presencia política y militar, al tiempo que regula las iniciativas de conectividad hacia el sur, evitando perder el control de las rutas de comunicación del Asia Central en dirección a Rusia.
Pakistán es extremadamente sensible a todo lo que ocurra en Afganistán, por lo que la nueva situación le ha desestabilizado. Irán se siente con mayor fuerza para volver a constituirse como potencia regional, al tiempo que ve con preocupación la situación de la minoría chiita en Afganistán. Por su parte, las repúblicas centroasiáticas ven con temor la extensión del terrorismo yihadista en sus territorios, al tiempo que siguen contemplando la posibilidad de utilizar Afganistán para extraer sus productos hacia el océano Índico.
Otras potencias regionales, como pueden ser Turquía y Catar, han mostrado su influencia en la zona antes del momento del cambio en Afganistán. Sus relaciones con los talibanes los han llevado a establecer un punto de encuentro a través del cual estos pueden relacionarse con la comunidad internacional y viceversa. No obstante, los talibanes buscan no quedar completamente a su merced, por lo que el papel de los Emiratos Árabes Unidos puede ser un contrapunto al poder de la alianza turco-catarí.
Se han redactado numerosos documentos sobre los antecedentes y la evolución de la situación en Afganistán, por lo que para la confección del presente documento se tratará preferentemente desde la evacuación de Kabul por las fuerzas estadounidenses en agosto de 20211.
Las Administraciones norteamericanas desde la época del presidente Obama habían perdido el interés en Afganistán en favor de lo que denominaron como pivotar hacia el escenario Asia-Pacífico, donde se encuentra la amenaza china, por lo que no es de extrañar que el presidente Trump entablase conversaciones con los talibanes en Doha.
Entre muchas de las condiciones de lo que se pactó para la retirada de las fuerzas estadounidenses estuvo que Afganistán no serviría más como santuario para terroristas que pudieran atentar contra los estadounidenses o sus aliados. Finalmente, la retirada de las fuerzas fue llevada a cabo por el presidente Biden, basándose en una fecha temporal y sin tener en cuenta las condiciones decisivas que se habían llevado a cabo sobre la zona de operaciones.
A medida que se acercaba la fecha del repliegue la situación se fue deteriorando, mostrándose la degradación de las instituciones y produciéndose numerosas desafecciones en el ejército y la policía afganos. Contra todo pronóstico, el Gobierno y toda la Administración afganos cayeron como un castillo de naipes, regresando los talibanes al poder sin apenas oposición.
El gobierno de los talibanes y la pugna interna por el poder
El inicio del régimen talibán fue anunciado como una administración interina a primeros de septiembre de 2021, a la espera de formar un gobierno inclusivo que abarcase al resto de opciones políticas dentro de un margen marcado por una república islámica. Sin embargo, el nuevo gobierno no ha llegado, acrecentándose las disputas internas entre los propios talibanes y alejando la posibilidad de interlocución con otras fuerzas en el espectro político y tribal.
El gobierno provisional, exclusivamente masculino y dominado por la etnia pastún, se formó con líderes carismáticos que se habían ganado su prestigio en el combate y por líderes regionales adeptos al movimiento, como podían ser los acólitos de la red Haqqani. Como amalgama de la formación se introdujeron en las estructuras de poder a clérigos y juristas islámicos, que atemperasen las disensiones internas bajo el paraguas de un ideal religioso común2.
La Administración talibán no estaba preparada para asumir la gestión del país, por lo que asimilaron los restos de la estructura estatal remanente, a la que despojaron de las instituciones parlamentarias y las relacionadas con los derechos humanos y los de las mujeres. Por otra parte, en aplicación de su concepto de moralidad, crearon el Ministerio del Vicio y la Virtud, que implica a una gran parte de los asuntos cotidianos. No existe un poder judicial ni un código penal que respalde las actuaciones de los jueces y teniendo en cuenta que estos han sido nombrados por el régimen, lo más probable es que apliquen la sharía a su libre albedrío para dictar sus sentencias. En las zonas rurales, donde ya tenían presencia antes de la retirada estadounidense, han seguido manteniendo su tradicional sistema de resolución de disputas aplicando una política rigurosa contra todos aquellos transgresores de lo que consideran sus derechos, fundamentalmente ligados a la posesión y explotación de las tierras.
Entretanto, el líder supremo talibán, Hibatullah Akhundzada, está intentando consolidar el poder dentro de los talibanes mediante la implantación de un gobierno de línea dura, evitando de esta manera la faccionalización del poder. Uno de los principales hitos para este proyecto aglutinador fue la celebración de una asamblea de ulemas entre el 29 de junio y el 2 de julio de 2022, con los principales líderes religiosos afiliados al movimiento talibán. Cada distrito envió a la reunión a dos ulemas y un anciano tribal o local y cada provincia un ulema de la capital, cinco ulemas del consejo provincial y dos ancianos. Esta composición disfrazada de Loya Jirga (asamblea nacional tribal) fue más bien un consejo de ulemas encubierto, por la amplia representatividad de estos frente a otros sectores de la sociedad3. La composición de la reunión da a entender que a Akhundzada le interesa más consolidar el poder entre los suyos que ampliar la base social, para incluir a todas las tendencias del país. Igualmente, esto se confirma a la vista de los puntos de la agenda, cuyos principales hitos fueron «apoyar al gobierno talibán» y «la cooperación con el gobierno talibán para la seguridad»4.
A la vista de los resultados de la reunión, las intenciones de Akhundzada parecen ser afianzar el régimen en torno al liderazgo supremo que representa su persona, intentando reducir las tensiones internas dentro del propio movimiento talibán. Por ello, la implantación de la sharía dependerá de las buenas relaciones entre los líderes talibanes y religiosos, por lo que el poder exclusivo se concentrará en esta zona de intersección de los líderes religiosos afiliados a los talibanes y en los comandantes talibanes históricos. Su visión de la sociedad y de las relaciones exteriores continúan ancladas en el extremismo, ya que mantiene que todavía continúa la lucha que llevó al poder a los talibanes, basada en la ideología más que en el dinero o los territorios5.
Mientras en Kabul los clérigos buscan consolidar su poder, en Kandahar los talibanes más pragmáticos y los hombres de negocios parecen estar en desacuerdo con que la economía se encuentre paralizada y que la población esté sufriendo unas terribles consecuencias. Aglutinados en torno a Mawlawi Hibatullah, su disposición hacia la comunidad internacional es más abierta, así como la educación de las mujeres. A principios de agosto se realizó otra gran reunión en Kandahar en la que no solo participaron clérigos y talibanes, sino que tuvieron voz, activistas de la sociedad civil, comerciantes, funcionarios del antiguo gobierno afgano y funcionarios actuales6.
Respecto a la comunidad internacional, quedó patente la desconfianza de los talibanes en esta por no compartir su visión de la sharía. Por ello nunca podrá haber un acuerdo duradero con ella ni admitirá presión alguna que provenga de esta. De este modo parece confirmarse la tendencia de que en el gobierno van a quedar relegados casi todos los sectores de la sociedad civil, los líderes locales, los ancianos tribales, las minorías étnicas y por supuesto, las mujeres7.
Desde la llegada al poder de los talibanes estos han manifestado que mantienen el control territorial del país. Nada más lejos de la realidad, ya que ahora que son ellos los que han asumido el rol de gobernantes deben mantener una Administración que se ve acosada por los ataques del ISIS-K, que reparte sus acciones entre la minoría chiita, talibanes destacados y sus partidarios. El ISIS-K ha descubierto que la mejor forma de combatir a los talibanes es imitar su forma de proceder cuando estos se encontraban en la insurgencia8.
Parece que a los talibanes poco les importó mantener relaciones con sus antiguos socios de Al Qaeda, por lo menos para un importante sector de los nuevos gobernantes, ya que el líder de esta organización, Ayman Al-Zawahiri, que residía en una de las mejores zonas de Kabul, fue abatido por un avión no tripulado estadounidense. Aunque los talibanes negaron conocer la estancia en Kabul de Al- Zawahiri, lo cierto es que residía en una mansión propiedad de un asesor del ministro del interior, Sirajuddin Haqqani. Todo esto deja abierta la sospecha de que la localización del líder de Al Qaeda pudiera haber sido revelada por talibanes opuestos a la red de los Haqqani9.
La situación económica, social y humanitaria
Antes de la llegada al poder de los talibanes, Afganistán se sostenía a duras penas gracias a las ayudas provenientes de la comunidad internacional, dejando aparte los pingües beneficios que el cultivo del opio proporcionaba a los líderes locales y a muchos de los propios talibanes. El principal empleador y motor económico, que era el Estado, quedó incapacitado para pagar los sueldos de los funcionarios y empleados, de los que tuvo que prescindir en gran medida, al tiempo que muchos de los restantes fueron sustituidos por acólitos de los talibanes.
Esto produjo un efecto en cascada que ha repercutido en todos los aspectos de la vida afgana. La devaluación de la moneda ha descompensado el equilibrio con el resto de las divisas, por lo que las importaciones se han vuelto mucho más costosas, elevando el índice de precios al consumo, en un país deficitario de productos alimenticios.
Los nuevos gobernantes heredaron un Estado con evidentes muestras de precariedad por lo que, partiendo de una base debilitada, sus acciones ocasionaron que esta se haya deteriorado aún mucho más. El coste económico de la toma del poder la padeció directamente la población de Afganistán, que ha visto a lo largo de este año como se ha disparado el desempleo, ha colapsado el mercado inmobiliario y han aumentado las tasas de desnutrición y mortalidad entre los más débiles y desfavorecidos.
Las sanciones que pendían sobre muchos de los dirigentes talibanes impidieron que el soporte económico continuase sustentando al país, por lo que el sector bancario quedó paralizado, sacando a los afganos del sistema financiero internacional y las instituciones que lo respaldan. Por ello, cuando los talibanes llegaron al poder quedaron congelados más de 8.000 millones de dólares que el gobierno afgano tenía en activos, fundamentalmente en EE. UU. Igualmente, las ayudas quedaron paralizadas a la espera de ver la evolución de los acontecimientos. De un día para otro la economía afgana colapsó cuando los afganos perdieron sus trabajos al tiempo que se disparaban los precios de los alimentos. El efecto cascada siguió su curso con los comerciantes, al no poder pagar salarios ni comprar materiales. Especial mención merece el sector sanitario, recibiendo un grave impacto las necesidades de una población carente de muchos recursos.
Naciones Unidas intentó sostener de algún modo la ayuda humanitaria, reanudando en septiembre los vuelos del Programa Mundial de Alimentos a Kabul. En tan solo un mes la población pasó de un 80 % a un 93 % de familias con problemas graves de alimentación quedando más de 14 millones de personas al límite de la inanición10. Con la llegada del invierno el presidente Biden buscó una posible solución, utilizando los casi 7.000 millones de dólares en fondos que los EE. UU. mantenían congelados. Los estadounidenses continuaron reteniendo 3.500 millones, como posible indemnización de las víctimas del 11-S tras los procesos judiciales, mientras que la otra mitad se la ofrecían a los talibanes si acordaban el destino para ayuda humanitaria de dichos fondos. La reacción talibán fue la de rechazar inmediatamente la medida11.
El resto de los occidentales también esperaron en vano que, a través de las ayudas económicas, los talibanes se comprometiesen a continuar con algunos de los derechos que las mujeres habían logrado recuperar en el país y que no mantuviesen contactos con organizaciones terroristas, como podría ser Al-Qaeda. Los talibanes tenían una amplia experiencia en el combate insurgente, pero gobernando el país con decisiones draconianas demostraron su falta de capacidad en cuanto a la administración o la gestión de la economía en los mercados financieros internacionales. Con las medidas aplicadas se espantó la poca ayuda internacional que les quedaba o cualquier intención de inversión desde el extranjero12.
Cuando se acercaba el final del invierno la situación era desesperada para la población, estimándose que a finales de marzo el 97 % de los afganos vivían por debajo del umbral de la pobreza, cifra que contrastaba con la de 2020, que no alcanzaba los 50 puntos porcentuales13.
La situación agrícola se tornó crítica para los afganos. A su tradicional escasez se ha sumado que el año 2022 ha sido muy escaso en precipitaciones, lo que ha ocasionado una gran sequía. Las pocas lluvias que se han producido han sido de forma torrencial, por lo que las inundaciones, lejos de paliar el problema han destrozado las cosechas. Los informes de Naciones Unidas del mes de mayo fueron demoledores ya que, a pesar de los esfuerzos realizados, la insuficiencia aguda de alimentos alcanzaba a más de 20 millones de personas. Según el informe, a la situación dentro del propio Afganistán había que añadirle las consecuencias del conflicto ucraniano, que ha disparado los precios de los cereales14.
Para colmo de males, un fuerte terremoto a finales de junio asoló las provincias de Khost y Paktika, cercanas a la frontera con Pakistán. La magnitud fue tal que se calcularon más de 1.000 fallecidos y 1.500 heridos, afectando a un cuarto de millón de personas y a más del 80 % de los hogares de la zona15.
En cuanto a los derechos de las mujeres y las minorías, el gobierno talibán ha relegado el papel de la mujer de la vida pública a su rol de sumisión ancestral. Las niñas a partir de sexto grado quedaron sin escolarizar, y aunque eso se iba a cambiar, en el mes de marzo de 2022 el ministerio de educación rompió su compromiso mostrando un giro hacia posturas gubernamentales de mayor radicalismo16.
Entretanto, a las mujeres prácticamente se las retiró el acceso al mercado laboral o a participación en actividades externas y el ministerio del vicio y la virtud obligó en mayo a que estas estuviesen complemente cubiertas a excepción de los ojos17. Los matrimonios forzosos se incrementaron y en muchas ocasiones, ante la falta de recursos de las familias, aumentó la venta de niñas para asegurar la supervivencia del resto de la unidad familiar. La situación de la mujer se ha hecho tan desesperada que el índice de suicidios se ha disparado, produciéndose casos a diario18.
La posición de las minorías étnicas y religiosas se encuentra extremadamente comprometida. Especial atención merecen los hazaras, de culto chiita, perseguidos tanto por los talibanes como por el ISIS-K, mientras que confesiones minoritarias como los áhmadis, bahá'ís, sijs, budistas, hindúes y cristianos se encuentran al borde del exterminio19.
La brutalidad de los talibanes ha llegado al extremo de que se hayan constatado al menos 160 ejecuciones extrajudiciales confirmadas, así como 178 arrestos y detenciones arbitrarias y 56 casos de tortura, entre otras muchas violaciones de los derechos humanos. Las libertades de expresión, de opinión y de reunión pacífica han sido completamente reprimidas, produciéndose igualmente amenazas y detenciones contra periodistas, activistas y manifestantes20.
La oposición al régimen: sofocar los incendios en su origen
Los primeros focos de resistencia al nuevo gobierno se localizaron en el valle del Panjshir, donde Ahmad Massud creó el Frente de Resistencia Nacional (FNR) y se hizo fuerte junto al vicepresidente primero del anterior gobierno, Amrullah Saleh. Los talibanes rodearon y atacaron el valle, por lo que Massud y Shaleh tuvieron que huir a Tayikistán y el movimiento se vio forzado a replegarse a las montañas, donde mantiene algunas bases desde las que ataca las poblaciones y las principales vías de comunicación controladas por los talibanes21. Es posible que el FNR conserve entre
2.000 y 3.000 combatientes dirigidos en el Panjshir por el llamado Doctor Gulistan, ex jefe de seguridad provincial en Badakhshan, y en la provincia de Baghlan por el ex oficial de las fuerzas especiales Khalid Amiry22.
Cerca de la zona del FNR, coincidiendo con la estación de combates de la primavera, ha surgido el Frente de Liberación de Afganistán que dirige Mohammed Yasin Zia, ex ministro de defensa y antiguo asistente del fallecido Ahmad Shah Massoud, padre del líder del FNR. El grupo ha reportado numerosos ataques por toda la geografía, pero parece que su base de operaciones está en la provincia de Parwan, desde donde hostigan la base aérea de Bagram en el norte de Kabul. Otro grupo emergente es el Movimiento Islámico Nacional y de Liberación de Afganistán, mandado por un antiguo jefe de las fuerzas especiales afganas, Abdul Mateen Sulaimankhail, que, aunque ha informado de ataques por todo el país parece tener poca presencia23.
Otro de los movimientos que se han opuesto al gobierno ha sido la resistencia hazara en el distrito de Balkhab, en la provincia de Sar-e Pol, donde viven mezclados hazaras, tayicos y uzbecos. Esta zona ha sido un bastión tradicional y desde ella tanto Dostum como los equipos especiales de la CIA iniciaron en 2001 la guerra contra los talibanes. Esta vez la resistencia comenzó con la rebelión de Mawlawi Mehdi, un hazara que anteriormente se había unido a los talibanes, cuando fue destituido como jefe de inteligencia en la provincia de Bamiyan. La sustitución por otros líderes talibanes estuvo envuelta en la disputa sobre los recursos de carbón y cobre de esta región24. A primeros de agosto las fuerzas gubernamentales arrestaron y mataron a Mehdi en Herat, cuando intentaba cruzar la frontera con Irán25. Con la muerte de Mehdi parece que el liderazgo de la resistencia hazara recaerá en las manos de Mohammed Tahir Zaheer, exgobernador de Bamiyan26.
También se han producido altercados entre los propios talibanes, aunque la información al respecto se encuentra muy restringida. En la provincia de Faryab, los talibanes uzbecos se enfrentaron a los pastunes cuando estos querían ocupar sus puestos en el gobierno local y en la provincia de Badakhshan, el líder talibán Qari Weqaas se ha rebelado contra el gobierno central. En estas disputas también hay que incluir al referido Abdul Mateen Sulaimakhail27.
En cuanto a los mayores disturbios registrados en el país, estos se han producido principalmente en las provincias de Faryab y Badghis en el noroeste. No obstante, las manifestaciones no han sido contra la autoridad talibán, sino por un deseo de que dentro del régimen se conceda una mayor autoridad a los líderes locales. Puede que no sea casualidad que estas reivindicaciones se incrementaron a medida que Kandahar se ha ido convirtiendo en un centro de poder de importancia creciente respecto de Kabul28.
A pesar de todos los movimientos anteriores, el más significativo de todos lo representa el ISIS-K, que ya se encontraba enfrentado a los talibanes antes de que estos accediesen al poder, planteando un problema de legitimidad al régimen. La aproximación de este grupo al conflicto ha sido de tipo insurgente más que terrorista, buscando la ocupación de territorios donde implantar estructuras de gobierno. Los primeros planteamientos del gobierno talibán contra el ISIS-K fueron de tipo contraterrorista más que contrainsurgente, ejerciendo toda la represión posible y buscando el enfrentamiento en las zonas del noreste del país, donde son más activos, dejando en un segundo término cuestiones como el apoyo popular29.
Ante los actos de los grupos opositores las acciones principales han sido iniciadas por los talibanes cuando las condiciones les eran favorables, buscando el centro de gravedad de sus adversarios en vez de combatir contra pequeñas partidas insurgentes e intentando aplastar cualquier conato de rebelión antes de que se extienda a zonas más amplias o cuente con mayores apoyos. Esto ha servido de ejemplo contra otras posibles tentativas, evitando que se produzcan antes de su inicio. Mientras, las operaciones contra el centro de gravedad del ISIS-K parecen retrasarse por no tener capacidad suficiente para actuar contra sus bases en las zonas más remotas de las provincias de Kunar y Nuristán. En cuanto a la difusión de las actividades contra los grupos opositores, los talibanes controlan los medios de comunicación, catalogándolas como acciones contra criminales y secuestradores y tratando de evitar que estos las utilicen para sus campañas de propaganda30.
Las acciones llevadas a cabo por los talibanes han sido brutales pero quirúrgicas, aunque han evolucionado hacia un enfoque más amplio. Esta nueva aproximación puede que sea más exitosa, por haber añadido otras herramientas como el pago a los principales actores locales, la negociación, la disuasión y la coacción31. A pesar de que las atrocidades de muchos regímenes acaban pasando factura a sus gobernantes, es posible que el modelo elegido por los talibanes llegue a ser exitoso32. Un comportamiento similar fue llevado a cabo con acierto en el propio Afganistán por el rey Abdur Rahman a finales del s. XIX, quien creó las bases del Estado afgano, siendo citado por los talibanes como ejemplo a imitar por sus posibilidades de triunfo a causa de seguir un modelo autóctono33.
Fuera de Afganistán, la oposición política se ha consolidado en torno a los antiguos líderes antitalibanes como Rashid Dostum, Noor Mohamed Atta, Haji Mohammed Mohaqi e Ismail Khan. El pasado 17 de mayo se formó en la residencia de Dostum en Ankara el Consejo Supremo de Resistencia Nacional para la Salvación de Afganistán, que tiene como objetivo la resistencia a los talibanes sin excluir la negociación34. Aunque no posee fuerzas militares, en el grupo se encuentra Wali Massoud, anterior embajador afgano en Londres y hermano del fallecido Ahmad Shah Massoud35.
El vacío dejado por los estadounidenses y sus aliados occidentales ha sido una oportunidad, no exenta de riegos, para que otros actores ocupen este espacio de poder, China puede aprovechar la ocasión para buscar un corredor de comunicaciones hacia el Índico que no le restrinja únicamente a su socio paquistaní, Rusia se ve como un equilibrador de poderes gracias a su influencia en las repúblicas del Asia Central, por lo que los chinos deberían contar con la complacencia rusa para mantener abiertas sus comunicaciones. Entretanto, los EE. UU. mantienen la zona bajo vigilancia, pudiendo acceder a ella si cuentan con el apoyo de los paquistaníes. Estos últimos se encuentran con el problema de que la desestabilización en Afganistán les puede afectar directamente. Por su parte, Irán tiene la capacidad de influir en el oeste afgano, al tiempo que apoya a la gran minoría hazara que le es afín. Turquía junto con Catar se constituyen como nuevas potencias influyentes en la zona, mostrando tener una capacidad de intermediación con la que pueden atraer a los grandes actores.
El nuevo régimen no fue reconocido formalmente, pero varios de los países cercanos mantuvieron abiertas sus embajadas a la espera de una mejora de la situación. Tal fue el caso de Pakistán, Irán, China y Rusia, quienes a la vista de que Al-Zawahiri se encontraba en Kabul es posible que replanteen sus posiciones.
Los grandes actores globales: EE. UU., China y Rusia
Independientemente de la Administración que ocupase el poder en los EE. UU., estaba claro que la permanencia en Afganistán les restaba capacidad de actuación en otros territorios de interés, al tiempo que el coste económico y en vidas humanas era difícil de justificar. Por ello, tanto los presidentes Trump como Biden tenían fechas aproximadas para el repliegue de sus tropas sobre el terreno. Sin embargo, este repliegue no significaba un cese en la vigilancia sobre un territorio en el que sus adversarios poseen intereses y donde podrían recibir acogida los grupos terroristas.
La muerte de al-Zawahri confirma la tendencia continuista de la política exterior norteamericana sobre la que el presidente Biden afirmó que «después de 20 años de guerra, Estados Unidos ya no necesitaba miles de botas sobre el terreno en Afganistán para proteger a Estados Unidos de los terroristas que buscan hacernos daño», prometiendo a los estadounidenses que «continuaríamos realizando operaciones antiterroristas efectivas en Afganistán y más allá. Eso es precisamente lo que hemos hecho»36.
Las herramientas del poder de los estadounidenses no solo son militares. En el ámbito económico, la referida congelación de los activos afganos repercutió en un agravamiento de la crisis provocada por la caída del gobierno de la república islámica y la ineficacia de los talibanes. El resultado fue una aguda crisis humanitaria que puede ser el germen de la desestabilización del país. A pesar de ello, los norteamericanos no desean el extremo sufrimiento de la población, por lo que han permitido la liberación de parte de los fondos y aunque exista presencia de Al Qaeda en Afganistán, en contra de lo acordado en Doha, mantienen canales de comunicación abiertos. Parece ser que, aunque los estadounidenses acepten que el nuevo gobierno afgano no cumpla los criterios democráticos, al menos debería cambiar en el tema de los derechos humanos y de las mujeres, aceptar una gobernanza inclusiva y buscar las vías para un futuro en el que se aleje el espectro del terrorismo antes de que haga metástasis37.
El vacío de poder que anticipó el presidente Obama hizo cambiar la visión que China tenía de Afganistán, viendo una oportunidad para sus proyectos, aunque sin las implicaciones en la seguridad que tenían los estadounidenses. Tras la retirada de estos en agosto de 2021 los chinos vienen aplicando una diplomacia de cinco puntos hacia Afganistán, que incluye la aceptación de los talibanes como gobernantes; evitar que Afganistán se convierta en refugio de terroristas, especialmente los que puedan apoyar a la minoría china uigur; apoyar las medidas que faciliten el tránsito a una sociedad inclusiva; mostrar el compromiso chino con la situación humanitaria en la zona y por último, desprestigiar a los norteamericanos y occidentales por haberse desentendido de sus responsabilidades en la región38.
China se encuentra muy preocupada por la problemática que le plantea la minoría uigur en la provincia de Xinjiang, de fronteras permeables con Afganistán, Pakistán, Tayikistán, Kirguistán y Kazajistán. Cualquier brote del terrorismo yihadista en una zona de esta región podría contagiar a los extremistas uigures, que tienen instrucción de combate proporcionada por los talibanes. Muchos de los uigures que se encontraban en Afganistán y Pakistán, desencantados por el acercamiento entre chinos y talibanes, se pasaron al ISIS-K. Este grupo constituye una amenaza directa para China, por su promesa de mandar de vuelta a sus combatientes para atentar contra el gobierno pequinés39. Los chinos por su parte se encuentran dispuestos a eliminar lo que consideran las «tres fuerzas malignas», constituidas por el separatismo, el extremismo religioso y el terrorismo40.
Otra cuestión que Afganistán plantea para China son sus relaciones exteriores, basadas en dos grandes ejes. El primero de ellos se fundamenta en la llamada diplomacia de vecindario. China no solo se encuentra interesada en la estabilidad afgana para evitar los problemas del terrorismo, sino que el territorio afgano le proporciona posibilidades de expansión económica, bien sea mediante la obtención de materias primas o la realización de obras de infraestructura. En este sentido, tras la llegada de los talibanes al poder, los chinos se han mostrado dispuestos a aumentar sus inversiones como prueba la visita en marzo de 2022 del ministro chino de exteriores, Wang Yi, quien afirmó que China está dispuesta a llevar a cabo una cooperación de beneficio mutuo con Afganistán, de forma ordenada y bajo la premisa de respetar la soberanía afgana41. El segundo gran eje lo constituye la estrategia china de la Franja y Ruta de la seda, de la que Afganistán puede constituir una alternativa al
corredor económico China-Pakistán (CPEC), pudiendo, a través de suelo afgano, enlazar con las repúblicas del Asia Central y los puertos del Índico de Pakistán e Irán42.
Al igual que los chinos, Rusia vio en la retirada norteamericana una oportunidad para consolidar su poder en el Asia Central y expandir su influencia hacia Afganistán. El presidente Putin hacía tiempo que había cambiado su aproximación hacia los talibanes y cuando consiguieron retomar el poder buscó extender sus relaciones. Con la excusa de evitar la desintegración de Afganistán fomentó la descongelación de fondos del banco central afgano, la vuelta de la ayuda internacional y paulatinamente dar la bienvenida a los talibanes a la «familia de los pueblos civilizados»43.
La estrategia de conectividad del Asia Central con Afganistán puede ser un contrapeso a las robustas comunicaciones de Rusia con las repúblicas centroasiáticas, que las colocan dentro de la órbita de Moscú. Por ello, los rusos sienten la necesidad de controlar este tipo de iniciativas, para evitar un desplazamiento de su influencia44.
El temor al terrorismo proveniente de Afganistán que sienten estas repúblicas es un argumento que Rusia suele explotar a su favor, debido a que de este modo puede justificar su presencia política y militar. Tras el colapso de la república islámica los rusos han reafirmado sus garantías de seguridad a través de ejercicios y despliegues militares, manteniendo tropas en Tayikistán y Kirguistán, al tiempo que los contactos con los talibanes intentan que estos no se alíen con los movimientos islamistas del Asia Central. Por otra parte, es posible que Rusia juegue un papel de estabilizador de fuerzas dentro del propio Afganistán. Su presencia en Tayikistán y su probable apoyo limitado al NRF puede mostrar a los talibanes que estos deben de asumir una política de pragmatismo hacia los intereses rusos si no quieren ver su país aún más desestructurado45.
Los vecinos a ambos flancos: Pakistán e Irán
Las relaciones con los Estados más inmediatos son fundamentales para la estabilidad del nuevo emirato. Si en un principio hubo incidentes que sirvieron para consolidar los límites fronterizos, parece que en una segunda fase a los talibanes no les interesa que haya santuarios de grupos opositores en Irán o Paquistán.
Cualquier acontecimiento que suceda en Afganistán tiene una importante repercusión en Pakistán y viceversa. Con sus más de 2.500 kilómetros de frontera común a través de la línea Durand y la población de etnia pastún dividida a ambos lados de la frontera se comprende esta afirmación. La llegada al poder de los talibanes fue considerada una victoria estratégica por los paquistaníes, quienes veían con recelo las buenas relaciones que la anterior república islámica tenía con India. Sin embargo, es posible que los paquistaníes no sopesasen que los talibanes afganos apoyan al grupo insurgente Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), que opera en Pakistán. El incremento de las acciones de dicho grupo ha sido aprovechado por otros, como el ISIS-K o el Ejército de Liberación de Baluchistán, para aumentar también sus acciones contra el Estado paquistaní46.
El anterior primer ministro paquistaní, Imran Khan, intentó infructuosamente las negociaciones con el grupo posiblemente con la mediación del ministro del Interior talibán, Sirajuddin Haqqani, cuya red opera a ambos lados de la frontera. La condición impuesta por el TTP de implantar la sharía en Pakistán dio al traste con las negociaciones, incrementándose la violencia. No parece que los talibanes quieran tomar acciones contra el TTP, toda vez que sus vínculos son muy estrechos y cualquier acto en su contra podría llevar a disgregaciones en el seno talibán47.
Los paquistaníes, frustrados por la pasividad talibán ante el TTP, comenzaron en abril una campaña que incluyó ataques aéreos contra los santuarios de la organización en las provincias afganas de Kunar y Khost. Esto ocasionó una airada reacción del gobierno de Afganistán, por la violación de su soberanía48. Estos hechos coincidieron con la destitución de Imran Khan por una moción de censura, tras la que ha criticado abiertamente al gobierno y las fuerzas armadas, siendo acusado en agosto de 2022 de violar la ley antiterrorista. Sus partidarios han amenazado con una insurrección en el caso de que se le detuviese, lo que demuestra que cualquier incidente puede desestabilizar la delicada situación paquistaní49.
Entretanto, el pragmatismo de la India ha aprovechado los problemas entre afganos y paquistaníes para aproximarse a los talibanes, que se encuentran necesitados de alimentos para su población. El trigo indio y la revitalización de sus proyectos podrían paliar los problemas del emirato, a cambio de garantizar que el suelo afgano no será empleado como santuario terrorista contra la India50.
Irán ve con recelo que de nuevo se haya instaurado el régimen talibán, de confesión distinta al régimen chiita y con quien mantienen contenciosos por asuntos transfronterizos, reparto de aguas, tráfico de drogas, refugiados y, sobre todo, por la persecución talibán contra la minoría hazara de Afganistán. Anteriormente, estuvieron a punto de tener una confrontación armada cuando los talibanes ocuparon el consulado iraní de Mazar e Sharif en el año 2008 y el apoyo que les hubieran podido proporcionar, durante los 20 años de presencia estadounidense, se debió precisamente a la animadversión iraní hacia los norteamericanos51.
Tras la vuelta al poder de los talibanes, Irán mantuvo abierta su embajada en Kabul y el consulado en Herat, debido a sus importantes intereses en la zona. A pesar de ello, los problemas endémicos anteriormente descritos se han acrecentado tras el regreso de los talibanes. Los intentos de los iraníes de conseguir un gobierno inclusivo que respete a la minoría hazara no parece que hayan tenido éxito, por lo que estos no han reconocido al nuevo gobierno talibán52.
Irán comparte con los talibanes su animadversión hacia el Dáesh. Aparte de la ya mencionada facción afgana del ISIS-K, las fuerzas especiales iraníes se enfrentan con el Dáesh en Irak y Siria. No obstante, parece que el resto de los problemas siguen alejando a Teherán de Kabul. La sequía que ha asolado la región durante 2022 ha aumentado la disputa sobre los derechos del agua del transfronterizo río Helmand y sobre el que Irán reclama la aplicación de los acuerdos de 197353; el problema del agua ha puesto a la población de la región en contra de los afganos, por lo que se han dado episodios de ataques a camiones procedentes de Afganistán54; la producción de narcóticos continúa bajo el régimen talibán, no solo procedente del tradicional cultivo de la amapola del opio, sino que las nuevas plantaciones de efedra han proporcionado una forma barata para fabricar metaanfetaminas55; además, la crisis de refugiados que ha producido la brutalidad de los talibanes ha incrementado el número de estos en Irán, donde se están produciendo casos de xenofobia, siendo muchos de ellos deportados o enviados a combatir a Siria encuadrados en la brigada Fatemiyoun56; por otra parte, los incidentes armados entre talibanes y guardas fronterizos iraníes se han acrecentado, aumentando las posibilidades de una escalada en el conflicto57.
Es posible que las pretensiones de los iraníes pasen por un doble juego, que presione a los talibanes a través del apoyo de los grupos opositores. Este podría ser el caso del Frente de Resistencia Nacional (NRF), principalmente integrado por tayikos y dirigido por Ahmad Massoud, quien no ha sido capaz de mantener el control del valle del Pansjir. Es posible que Massoud tenga un apoyo limitado por parte de Irán y que sus contactos con el líder iraní de la Fuerza Qods, Esmail Qaani, le hayan proporcionado fondos para mantener la estructura de la organización en las zonas más recónditas de Afganistán. Las relaciones de la familia Massoud en Iran siempre han sido buenas, donde gozan del apoyo popular. Ahmad consideraba como un segundo padre al general Qassem Soleimani, anterior líder de la fuerza Qods, quien murió en Irak en una operación estadounidense58.
Otros actores regionales: Las repúblicas centroasiáticas, Turquía y Catar
Las repúblicas centroasiáticas al norte de Afganistán ven con recelo el nuevo régimen y temen la extensión de su ideología, a la vez que intentan controlar el tráfico de drogas a través de sus permeables fronteras. Por otro lado, tienen como enemigo común a los movimientos afines al Estado Islámico, por lo que tienen que apoyarse en los talibanes para evitar que estas variantes del Dáesh puedan operar desde suelo afgano.
Tayikistán apoya abiertamente a las fuerzas insurgentes de Massoud, constituidas por numerosos tayikos étnicos, y ha reforzado su frontera a la otra orilla del Amur Daryá. Por su parte los talibanes han hecho lo propio en su orilla, donde han reforzado sus unidades con miembros del grupo Jamaat Ansarullah, considerados como talibanes tayikos de fuertes vínculos con Al Qaeda y provenientes de la antigua ala tayika del Movimiento Islámico de Uzbekistán (IMU)59. La falta de estabilidad en el norte de Afganistán ha sido aprovechada por el ISIS-K para expandirse y realizar acciones terroristas, lo que ha causado una honda preocupación entre los Estados centroasiáticos, que esperaban que los talibanes pudieran controlar la situación evitando la extensión del problema hacia el norte60. Especial atención merece el suministro de energía eléctrica hacia Afganistán que, aunque los talibanes pagan a duras penas, no ha sido cortada por los Estados centroasiáticos para evitar que la situación en el norte de país se deteriore todavía más61.
Por su parte Uzbekistán mantiene una política de pragmatismo hacia el régimen talibán, debido a que las conexiones entre ambos países se reforzaron durante los años de la república islámica. Uzbekistán no solo es el centro logístico de la energía eléctrica, sino que las conexiones por ferrocarril llegan hasta Mazar e Sharif atravesando el puente de la Amistad, construido por los soviéticos sobre el Amur Darya. Este importante tramo podría llegar a ser el principio de la unión del interior de China con los puertos del Índico y también sería importante para los países del Asia Central en el caso de que se prolongue el conflicto de Ucrania, ya que gran parte del tránsito desde la región hacia Europa se realiza a través de Rusia, sometida a sanciones62.
Turquía y Catar han mantenido tradicionalmente lazos, que se estrecharon especialmente tras el bloqueo de los sauditas a los cataríes en 2017. En el plano de las relaciones con los talibanes Catar mantuvo una oficina abierta cuando estos se encontraban en el exilio y sirvió de sede para las negociaciones con los estadounidenses antes de su repliegue.
Desde la vuelta al poder de los talibanes ambos países han continuado los contactos y han operado el aeropuerto de Kabul, que esperan poder abrir al tráfico internacional. La visión de Turquía en el conflicto es eminentemente pragmática, ya que aparte de albergar a la citada oposición política afgana, mantiene su embajada en Kabul y está dispuesta a colaborar a cambio de un gobierno más inclusivo.
No obstante, y por su propio interés, colabora con los talibanes en los vuelos de repatriación de afganos desde Turquía. Su pertenencia a la OTAN le convierte en un interlocutor de los occidentales y se puede hacer necesario para los intereses de EE. UU. a cambio de compensaciones63.
No parece que los cataríes hayan recibido una contraprestación adecuada a cambio de lo que se involucraron con los talibanes. Las primeras tensiones entre ambos vinieron de la prohibición afgana para que los militares cataríes utilizasen sus uniformes en el aeropuerto de Kabul. Otro punto de discrepancia entre ambos ha sido el papel de la mujer en el trabajo y la educación de las niñas. Tras un preacuerdo con Catar para reconstruir los aeropuertos de Kabul, Kandahar y Herat, parece que el gobierno talibán se ha decantado por la oferta de Emiratos Árabes Unidos (EAU)64.
Los actores no estatales: el terrorismo internacional
Afganistán no se ha convertido en un Estado fallido de inmediato, pero en poco tiempo se puede convertir en un refugio para los grupos terroristas transnacionales debido a la falta de habilidad de los talibanes para gestionar el país unido a que, aunque demostraron ser eficaces como insurgentes, están mostrando una falta de capacidad en la lucha contra la insurgencia.
Es posible que entre 12 y 36 meses Al Qaeda o ISIS-K puedan desarrollar la capacidad de realizar operaciones en el exterior desde suelo afgano. En este sentido se decantó el presidente de la junta de jefes de Estado Mayor estadounidense, general Mark Milley, quien afirmó que, aunque se podrían restablecer las condiciones para la operatividad de ambos grupos, la amenaza es menor que cuando sucedió el 11-S. El secretario de Defensa, Lloyd Austin, respaldó estas palabras afirmando que ahora la amenaza se encuentra en que dichos grupos busquen espacios sin gobierno para introducirse, expandirse y prepararse. Por ello, según Austin, los EE. UU. deberían prepararse para evitar esta posibilidad65.
El principal problema de los talibanes desde su llegada al poder en agosto de 2021 ha sido el mantenimiento de la unidad interna y parece que seguirá siendo su mayor preocupación al menos en el corto plazo. Esto tiene una doble vertiente, considerando de una parte a las facciones talibanes que pueden haberse separado en torno a los núcleos de Kabul y Kandahar y que deberían buscar la forma de llegar a consensos, de otro lado la actuación del ISIS-K y de los grupos opositores han llevado al gobierno a ejercer una política de mano dura de una crueldad inusitada, previéndose una presión continua para conseguir su exterminio.
El vacío de poder estadounidense ha sido rellenado con celeridad por otros actores en la escena internacional, cambiando por completo los equilibrios de poder en la zona. Sin embargo, la muerte de Al-Zawahiri demuestra que Washington no abandona completamente el escenario, sino que lo intentará controlar a distancia. No obstante, para poder acceder necesitará una buena relación con Pakistán, teniendo en cuenta la animadversión iraní y la posible influencia rusa sobre las repúblicas centroasiáticas.
Parece que China se ha beneficiado de la nueva situación, ya que Afganistán le puede proporcionar una fuente de recursos e inversiones, al tiempo que le puede servir como un centro logístico de comunicaciones para alcanzar los puertos iraníes y pakistaníes en el Índico. A pesar de ello, la posible extensión del terrorismo yihadista es uno de los grandes temores chinos ante la posibilidad de que la población uigur se sume a este tipo de movimientos.
Rusia tiene la posibilidad de realizar un doble juego que le beneficie, gracias a su ascendiente sobre las repúblicas centroasiáticas, sobre las que mantiene una pugna con China por la influencia en la región. El apoyo limitado al FNR desde Tayikistán parece que puede ser una buena baza de negociación para mantener una relación pragmática con los talibanes. Por otra parte, aunque no se opone a la conectividad que puede ofrecer Afganistán para alcanzar el Índico, cualquier actuación en este sentido que no cuente con la participación rusa podría ser obstaculizada.
Pakistán se encuentra en una delicada situación, con un gobierno inestable y grupos opositores de las etnias punjabi, baluchi y pastún. Estos últimos podrían ser una fuente de desestabilización si el TTP sigue siendo apoyado por los talibanes afganos.
Los iraníes observan con preocupación la persecución que sufre la minoría hazara y los problemas que le presentan los refugiados afganos, las cuestiones transfronterizas y la gestión de las aguas. Teniendo en cuenta la debilidad de los talibanes y que los americanos ya no se encuentran presentes, es posible que en un futuro se produzca algún tipo de incidente armado ante una discrepancia de intereses.
Turquía, junto con Catar, se muestran como potencias influyentes en la región con capacidad de interlocución con la comunidad internacional y con organizaciones de defensa y seguridad como puede ser la OTAN. No obstante, los talibanes se han mostrado cautos y parece que no quieren depender completamente de la alianza turco- catarí, por lo que podrían recurrir a otros actores regionales como puede ser el caso de Emiratos.
En resumen, la situación del nuevo emirato es tremendamente inestable y su supervivencia depende de su comportamiento futuro para que la región no se vuelva a convertir en santuario de grupos terroristas. Ahora que los norteamericanos se han ido, el papel de garante de la seguridad le va a corresponder a los chinos, quienes con otros métodos más indirectos intentarán rebajar la tensión en la zona. Los actores que se encuentran fuera de ella muy posiblemente realizarán un cambio de roles, fomentando a su conveniencia la estabilidad del país. En este nuevo «gran juego» el principal perjudicado está siendo el pueblo afgano, que sufre las consecuencias de la actuación de unos gobernantes con otro orden de prioridades.
Jose Ignacio Castro Torres*
Coronel del Ejército de Tierra Analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos
Referencias:
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