África, escenario de las ambiciones de Francia y Turquía
La geopolítica de la diplomacia tiene el poder de cambiar el mundo en el que vivimos. Francia y Turquía han comenzado a competir en los últimos meses por aumentar su influencia en distintas zonas de África Subsahariana, en medio de una crisis sin precedentes provocada por la pandemia del coronavirus y por el conflicto de las aguas del Mediterráneo oriental, donde ambas potencias, miembros de la OTAN, han reforzado su presencia militar en las últimas semanas.
El país liderado por Emmanuel Macron mantiene una amplia gama de acuerdos con gran parte de los países de África Subsahariana en distintas materias, que van desde la asistencia técnica hasta la cooperación en defensa. Sin embargo, más de tres décadas después de solicitar la adhesión a la Unión Europea, Turquía se ha alejado de Bruselas y ha reorientado su diplomacia hacia África. El conflicto que asola a Libia ha tenido un fuerte impacto en las relaciones diplomáticas de Ankara y París con distintos países africanos como, por ejemplo, Argelia, quien busca una solución política a la crisis libia apostando por la ausencia de potencias extranjeras, chocando con las ambiciones de Estambul en Trípoli.
Ankara ha jugado un rol fundamental en el conflicto que sufre Libia a raíz del acuerdo firmado el pasado mes de noviembre entre Turquía y el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), con sede en Trípoli y liderado por Fayez Sarraj. En el marco de este acuerdo, el país presidido por Erdogan ha intensificado su presencia en Libia, con el envío de cientos de mercenarios y decenas de cargamentos de material militar que han servido para engrosar las milicias del GNA. Esta situación ha protagonizado las conversaciones mantenidas en Estambul esta semana entre el canciller argelino Sabri Boukadoum con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el canciller Mevlut Cavusoglu.
El titular de Exteriores argelino ha apostado por encontrar una solución política a la crisis lejos de la intromisión extranjera, sobre todo después del reciente acuerdo de alto el fuego anunciado por el Parlamento de Tobruk y el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA). Libia es víctima de una guerra de legitimación que enfrenta al Ejército Nacional Libio (LNA), liderado por el general Jalifa Haftar, quien cuenta con el respaldo de Jordania, Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Sudán, Rusia y Francia; y el Gobierno de Trípoli, respaldado por los Hermanos Musulmanes y reconocido internacionalmente por Naciones Unidas, que recibe ayuda militar de Turquía y Qatar.
El ministro argelino ha mostrado su preocupación ante la posibilidad de que Libia se convierta en una nueva Siria o Somalia por la interferencia extranjera de otros países. No obstante, la creciente presencia de Ankara en la región lo único que hace es alimentar estos temores. Tras la reunión, el canciller de Argelia ha destacado – en declaraciones recogidas por el digital Arab Weekly – que “su país apoya una solución pacífica en Libia, y que los valores compartidos entre Argelia y Libia apoyarán y lograrán vigorosamente una solución pacífica en este país”.
La pobreza e inseguridad alimentaria, el subdesarrollo o la corrupción se han instalado a las puertas de países como Argelia. A estos acontecimientos hay que añadir las crisis multidimensionales provocadas por el terrorismo y el crimen organizado transnacional. El país norteafricano teme que este conflicto aumente las fragilidades y tensiones presentes en la región y que estas amenazas se vean multiplicadas por la presencia de potencias extranjeras. Por esta razón, el canciller argelino ha reiterado el enfoque de su país ante esta crisis multidimensional, incidiendo en que ésta se basa en “la contribución de la comunidad internacional para encontrar soluciones a los problemas en Libia, y la disposición de su país para brindar todas las formas de apoyo necesarias para eso”, un enfoque que contrasta con las ambiciones de Erdogan en el tablero libio.
Argelia se ha convertido en nuevo escenario de tensiones entre África y Turquía. Mientras el país del Bósforo hace todo lo posible para evitar una asociación renovada y fuerte entre París y el estado norteafricano, Francia busca frenar la creciente influencia turca en el norte de África, quien ha mostrado su preocupación por las posibles amenazas de seguridad a las que se enfrenta en las fronteras sur y sureste. La influencia de Francia en Mali puede jugar un papel fundamental en las relaciones futuras entre estas dos potencias para asegurar la seguridad en esta región.
Durante su encuentro, el canciller turco Mevlut Cavusoglu ha dicho que “los dos países han acordado incrementar su cooperación en la lucha contra el terrorismo. […] No queremos redes terroristas como la organización Gulen en países hermanos, y hemos transmitido nuestras aspiraciones al respecto”, de acuerdo con las declaraciones recogidas por el medio mencionado anteriormente. El ministro turco ha hecho estas declaraciones refiriéndose a los partidarios de Gulen que viven en Argelia y a las negativas de esta nación de deportarlos a su país de origen.
Mientras tanto, la tensión entre Turquía y Francia en el Mediterráneo oriental no ha parado de crecer. El país presidido por Recep Tayyip Erdogan ha acusado este jueves a Francia y Grecia de actuar como lo hacen los “matones” por el hecho de enviar buques de guerra a Chipre. El ministro de Defensa turco también ha aconsejado al país galo que no se haga el héroe en las aguas del Mediterráneo oriental. “Grecia y Turquía... Ahí hay un matonismo difícil de entender. Francia, por ejemplo: no es país garante (de los acuerdos de Chipre de 1960), no hay tratado, ustedes no representan a la Unión Europea, ¿con qué derecho vienen ustedes aquí?”, ha asegurado.
La influencia francesa en el norte de África está siendo desafiada por Turquía, quien en las últimas semanas ha firmado una serie de acuerdos de cooperación económica y de defensa con países como Níger. Por otro lado, Argelia – excolonia francesa – es el cuarto proveedor de gas natural del país del Bósforo, después de Rusia, Irán y Azerbaiyán y se ha convertido en uno de los principales receptores de inversiones procedentes de Turquía. “Argelia es una de las puertas de entrada más importantes de Turquía al Magreb y África”, dijo el mandatario turco durante una de sus últimas visitas a la nación norteafricana, reabriendo viejas heridas sin cicatrizar en una región que, ahora más que nunca, busca la estabilidad.