El Movimiento Saharauis por la Paz acusa a Argel de boicotear el diálogo interno en favor del Frente Polisario

Argelia se inmiscuye en el debate interno saharaui

REUTERS/ZOHRA BENSEMR - Campamento de refugiados en Tinduf, al sur de Argelia

Medios de prensa, próximos a los centros de poder en Argelia, han reaccionado con virulencia ante el proyectado encuentro para el diálogo saharaui convocado por el Movimiento Saharaui por la Paz en Las Palmas de Gran Canaria, al que asistirán estadistas, académicos y una importante representación de la sociedad saharaui, entre ella un nutrido grupo de notables descendientes de la Asamblea del Sáhara.

A estas alturas no debería sorprender a las autoridades argelinas que, tras cincuenta años de errores y abusos ejerciendo como partido único, se levanten contra la sempiterna dirección del Polisario críticas y corrientes opositoras reivindicando cambios internos y la rectificación de estrategias erróneas que solo pueden conducir a un suicidio colectivo.

Argelia, que ha sido escenario de cambios ejemplares en favor de la democracia y el multipartidismo no puede ignorar ni debe encubrir las deficiencias de gestión y los abusos injustificables en los que han incurrido el liderazgo del Polisario. Más que hacerse eco de los argumentos y versiones de esa dirección, enfrascada en luchas intestinas por el poder y los privilegios, las autoridades argelinas debían prestar mas atención a los lamentos de esa ínfima parte de la población saharaui refugiada en Tinduf que a diario manifiesta su descontento y hartazgo ante la dureza de la vida, las desigualdades y el destino incierto al que la encamina el viejo liderazgo del Polisario.

Atribuir a conspiraciones de servicios de inteligencia de otros países un intento de iniciar un diálogo saharaui libre y abierto en un espacio neutral y al que puede acudir quien dice representar a todo el pueblo saharaui es una injerencia poco afortunada que pone en cuestión la autonomía y madurez política de sus protegidos, además de dañar la imparcialidad, el prestigio y la autoridad moral de la Argelia democrática del siglo XXI ante el resto de los saharauis.