La esposa del excandidato presidencial Félix Maradiaga pide a la comunidad internacional ayuda urgente para su marido y para el resto de los presos políticos nicaragüenses

Berta Valle: “Nicaragua se ha convertido en una gran cárcel”

El régimen de Daniel Ortega ha convertido Nicaragua en una gran cárcel para todos sus ciudadanos. Los nicaragüenses son presos de su propio Gobierno y, aquellos que se atreven a alzar la voz y denunciar las constantes violaciones de derechos humanos cometidas por las autoridades, son silenciados y arrestados.

Este es el caso de excandidato presidencial Félix Maradiaga, detenido por el Gobierno de Ortega el 8 de junio de 2021. Ha pasado más de un año desde entonces, pero Maradiaga continúa en prisión, al igual que más de 200 presos políticos nicaragüenses objetos de torturas, aislamiento y períodos de incomunicación prolongada.

“Félix denunció la situación durante más de 10 años”, señala su esposa, la activista política Berta Valle durante una rueda de prensa en Madrid. Durante ese tiempo, el Gobierno de Ortega se ha constituido como una férrea dictadura donde no hay espacio para la denuncia o la crítica. “Nicaragua se ha convertido en una gran cárcel”, añade.

Con el objetivo de difundir y concienciar sobre la situación en el país y lograr apoyos por parte de la comunidad internacional, Valle ha viajado a Europa narrando la historia de su marido, que es la misma historia de cientos de nicaragüenses más. Tras visitar las instituciones europeas en Bruselas y Estrasburgo, la activista se encuentra en la capital española, donde se ha reunido con autoridades gubernamentales y ha expuesto a los medios de comunicación la situación actual de Maradiaga durante un acto organización por la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad.

Exilio o prisión. Estas son las únicas posibilidades que se le presentan a quienes plantan cara a las autoridades sandinistas. Mientras su esposo se encuentra en la cárcel de El Chipote, uno de los símbolos de la represión nicaragüense, Valle vive exiliada en Estados Unidos junto con su hija y su suegra desde 2018, cuando fue acusada de “traición a la patria”.

“Félix sabía que podía pasar”, recuerda la activista, remontándose a aquel junio de 2021 en el que el politólogo fue citado por la Fiscalía. De camino a la cita, la Policía sacó violentamente a Maradiaga del coche, comenzando así su brutal arresto bajo un régimen que los expertos califican de “tortura blanca”.

“El Chipote está siendo un espacio de tortura”

Solo la hermana de Maradiaga puede visitarlo en El Chipote, donde los presos son expuestos a confinamientos y tienen la obligación de mantenerse en completo silencio. Valle pone como ejemplo a la también opositora Tamara Dávila, quién ha permanecido más de un año en una celda. “El Chipote está siendo un espacio de tortura”, afirma Valle.

En el caso de Maradiaga, comparte celda con otro preso, pero no pueden hablar entre ellos. Tampoco se les permite leer -ni siquiera la Biblia- y solo disponen de unos 15 minutos de sol. La alimentación también es pésima. Como consecuencia, Valle asegura que su esposo ha perdido 26 kilos durante su estancia en El Chipote. “Lo están apagando”, indica.

Valle también ha narrado como se desarrollan los juicios de los presos políticos. El proceso judicial se realiza a puerta cerrada en la propia prisión y con tan solo un familiar del acusado presente. “Los testigos de la Fiscalía eran policías”, explica Valle, recordando el juicio de su marido. Maradiaga ha contado con cuatro abogados, dos de ellos se encuentran actualmente presos, otro exiliado y el actual, en palabras de Valle, “está preocupado por la persecución”.

Maradiaga fue condenado a 13 años de cárcel en marzo de 2022, aunque su esposa matiza que otras personas en otros sistemas penitenciarios del país son condenados incluso a más tiempo. Durante la larga condena, a los prisioneros se les niega la asistencia sanitaria. “No sabemos como están de salud. No hay revisiones”, lamenta Valle. La activista expone el caso de el exgeneral de brigada Hugo Torres, quien falleció en el hospital después de 8 meses en El Chipote sin recibir asistencia médica.

Por ello, Valle pide a la comunidad internacional ayuda “urgente” para “salvarles la vida”, recordando que en Nicaragua no existen las organizaciones de derechos humanos y la Cruz Roja Internacional no tiene acceso a las prisiones.

A pesar de la grave situación y de que los familiares hayan aportado “retratos hablados”, el régimen desoye a los opositores y asegura que los presos se encuentran en buenas condiciones de salud. A principios de julio, un periódico afín al Gobierno publicó una fotografía y una entrevista de Maradiaga, a quien tacharon de “golpista”. “Vi que en su mirada había mucho dolor”, destaca Valle.

Las autoridades hicieron lo mismo con otros presos y difundieron varias fotografías en agosto, la última vez que tuvieron noticias de ellos. “No se sabrá nada nuevo hasta la próxima visita, que será cuando ellos (el Gobierno) quieran”, señala Valle, quien admite sentirse “preocupada” porque “siempre hay consecuencias cuando se protesta”.

Además de la persecución a políticos, Ortega se ha centrado en silenciar a la propia Iglesia Católica, una institución con un importante peso en el país. La Iglesia tuvo también un rol fundamental en las protestas de 2018, donde expresó públicamente su respaldo al pueblo nicaragüense. Como resultado, ocho sacerdotes están presos, como Monseñor Rolando Álvarez, y varios en el exilio.

“Ni siquiera en tiempos de guerra habíamos visto este comportamiento”, subraya Valle. “Se ha criminalizado la protesta, no se pueden hacer comentarios críticos en las redes sociales”, añade la activista, quien acusa al Gobierno de tomar “recomendaciones rusas y venezolanas”.

“Hay preocupación y voluntad de ayudarnos”

A pesar de todo, Valle se siente “agradecida” durante su viaje a Europa. La activista considera que hay una “apertura” hacia Nicaragua, ya que todos los políticos, independientemente de su ideología, coinciden en que la situación es grave. “Hay preocupación y voluntad de ayudarnos”, destaca.

No obstante, Valle pide “utilizar todas las posibilidades para lograr la liberación” de los presos políticos, ya que no se puede hablar de democratización mientras haya personas presas por motivos políticos.

“Es difícil levantarse cada día preocupada por como está tu marido, explicarles a tus hijos que es lo que ocurre. Como familiares de presos políticos, lo único que queremos es regresar con nuestra familia. Quiero que Alejandra (su hija) pueda abrazar a su papá después de años son verlo”, explicó Valle.

Durante su discurso después de proclamarse presidente, Ortega declaró que “las personas presas no tienen patria, no son nicaragüenses”. Valle lamenta “que no se le permita volver al país”, pero también reconoce que estaría dispuesta a que su esposo sea “desterrado” si eso le “salva la vida”. “El exilio duele. Dejamos una vida. Pero estoy dispuesta a ello con tal de salvar la vida a mi esposo y las 200 personas presas”, concluye la activista.

Coordinador de América: José Antonio Sierra.