China se consolida como el socio ideal de Irán para modernizar su arsenal militar
Irán se encuentra atrapado entre sus ambiciones de modernización militar y una realidad política que no le proporciona las herramientas necesarias, pese a sus intentos por desarrollar sus capacidades militares y nucleares.
En este contexto, en el que Rusia cada vez se desmarca más del apoyo al régimen iraní, China se ha posicionado como un socio ideal para Irán dado que siempre ha estado abierto a colaborar con la República Islámica.
Las primeras conversaciones se iniciaron la pasada semana con la visita del ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, a Shanghái para reunirse con su homólogo chino, Wang Yi, donde consideraron aumentar las oportunidades de cooperación y colaboración bilateral, especialmente, la necesidad de Teherán de comprar aviones de combate chinos para reforzar su fuerza aérea.
Según fuentes presentes en la reunión, la debilidad mostrada por los sistemas de defensa antimisiles iraníes tras los ataques de Israel ha sido el punto de inflexión para que el régimen iraní busque nuevos aliados militares. No obstante, expertos internacionales han señalado que los apoyos de China están supeditados a las acciones iraníes, ya que la doctrina china de no interferir en conflictos armados ajenos es una línea roja que Pekín no está dispuesta a sobrepasar.
Aunque este principio no impide que China busque fortalecer sus lazos estratégicos con Irán desde un enfoque más económico y tecnológico, incluyendo la transferencia de tecnologías militares de doble uso y la formación técnica de personal iraní.
Según diversas informaciones, parte de las compras que Irán estaría dispuesta a realizar se contempla la compra de cazas Chengdu J-10C, sistemas de radar avanzados y tecnología de guerra electrónica, que permitirían a Teherán actualizar un arsenal considerado obsoleto frente a las capacidades israelíes.
A cambio, China aseguraría su acceso privilegiado al petróleo iraní en condiciones ventajosas, tal y como le sucede con el petróleo ruso, así como incrementar su influencia en una región clave para su ambicioso proyecto de la Franja y la Ruta. Además, la reciente amenaza de imposición de aranceles del 100 % que anunció Donald Trump a los socios que importen hidrocarburos rusos, facilitaría que finalmente China e Irán acaben llegando a un acuerdo comercial.
Es por ello por lo que Teherán ve en esta cooperación no sólo una forma de equilibrar la presión de Europa y Estados Unidos, sino también una oportunidad para reducir su dependencia de proveedores rusos, cuyos compromisos se han debilitado desde el estallido de la guerra en Ucrania, puesto que Moscú necesita de todo su arsenal para dicho conflicto.
Sin embargo, el acercamiento entre Pekín y Teherán generará ciertas inquietudes entre las potencias regionales, especialmente, para Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, quienes observan atentamente la posibilidad de que Irán cuente con un armamento militar moderno que pueda suponer una amenaza a la integridad territorial saudí y emiratí, como ya sucediera con el ataque a la base militare norteamericana en Qatar. Mientras, Estados Unidos ha advertido que una cooperación militar abierta entre Pekín y Teherán podría tener consecuencias para la estabilidad regional.
Pese a ello, tanto Irán como China parecen decididos a avanzar con cautela, evitando provocar una respuesta internacional directa, pero sin renunciar a sus respectivos objetivos estratégicos. En un tablero geopolítico cada vez más volátil, esta nueva alianza podría consolidar a China como un actor clave en el futuro militar de la región.