China despliega ejercicios militares “de fuerte castigo” cerca de Taiwán
China rodea Taiwán. La tensión crece en torno a la isla autónoma, la cual pretende controlar totalmente el régimen chino.
El Ejército chino ha rodeado Taiwán tres días después de la toma de posesión del nuevo presidente William Lai Ching-te. China considera al nuevo máximo mandatario taiwanés un “secesionista” y “alborotador” y es un personaje incómodo para el régimen comunista chino.
Las maniobras militares chinas buscan imponer un “fuerte castigo” frente a lo que la República Popular de China considera “fuerzas separatistas que buscan la independencia”.
El coronel Li Xi, portavoz del Ejército chino, indicó que estas maniobras comenzaron temprano este jueves de cara a rodear el norte, sur y este de Taiwán y durarán dos días, integradas por “patrullas conjuntas de preparación para el combate mar-aire, la toma conjunta del control integral del campo de batalla y ataques conjuntos de precisión contra objetivos clave”.
La elección presidencial de un nuevo dirigente soberanista que desafía directamente a China ha provocado que Pekín muestre su músculo militar con el despliegue de aviones y barcos para amenazar a Taipéi.
En su discurso de toma de posesión, William Lai Ching-te instó a China a que detuviese sus constantes amenazas y su presión militar. “Taiwán no puede hacer ninguna concesión en materia de democracia y libertad”, dijo este médico que acaba de estrenar un tercer mandato consecutivo para el Partido Democrático Progresista (PDP).
En el actual Ejecutivo taiwanés hay un perfil más independentista respecto al que exhibía pertenecía Lai en sus inicios políticos. Un William Lai Ching-te que llegó a decir de sí mismo que es un “trabajador pragmático por la independencia de Taiwán”.
Hong Kong y Taiwán: aspiraciones chinas
China pretende recuperar de facto un territorio que considera propio, como es la isla de Taiwán. Del mismo modo que China se hizo con el control de Hong Kong, que es un territorio autónomo supeditado al régimen chino después de que terminase la etapa de control británico. Hong Kong perteneció al Imperio Chino durante siglos; pero, a mediados del siglo XIX las potencias europeas llegaron a las costas chinas para establecer núcleos comerciales, como Macao o Hong Kong, y, tras varias guerras, se llegó a un acuerdo en 1898 entre China y Reino Unido por el que Hong Kong pasó a ser una región gestionada por los británicos durante 99 años.
Durante años, Hong Kong y China desarrollaron sus trayectorias de manera diferente. La República Popular dentro de un sistema comunista de partido único y Hong Kong como un territorio autónomo al estilo occidental y capitalista.
A finales de los años 90 llegaba el límite temporal del acuerdo y Reino Unido no podía seguir teniendo el control del territorio. La élite económica hongkonesa, por su lado, quería acceder a un mercado chino en pleno crecimiento, pero sin perder la autonomía política y económica que habían ganado bajo el control británico. Tras las negociaciones iniciadas a mediados de los 80, en los años 90 el Congreso del Partido Comunista de China adoptó la Ley Básica de la Región Administrativa Especial de Hong Kong.
Esta ley básica (que se considera el texto constitucional de la región) se basa en lo que Deng Xiaoping denominó el modelo de “un país, dos sistemas”. Una China con dos vertientes, con un modelo distinto para el territorio autónomo en lo económico, lo social y lo político. En el artículo 12 de la Ley se indica que “la Región Especial Administrativa de Hong Kong es una región administrativa local de la República Popular de China, que disfrutará de un alto grado de autonomía, y que depende del Gobierno Popular Central”, además de que es una parte inalienable del territorio chino.
En cuanto a Taiwán, Pekín ve a la isla como parte del territorio propio, siendo ahora una especie de república rebelde que se volverá a unir al territorio continental chino tarde o temprano. Pero mucha parte de la población taiwanesa no quiere adherirse a la actual China, donde impera un régimen comunista de partido único. Al estilo de lo que ocurrió en su momento con Hong Kong, donde hubo protestas ciudadanas que querían evitar la reunificación con la República Popular China.
Taiwán se ve como un país independiente, gobernado de manera democrática, aunque nunca ha anunciado oficialmente su independencia.
Y la tensión crece por los deseos anexionistas chinos. De hecho, diversos analistas ven en esta situación un foco peligroso que podría desencadenar una guerra si se involucran otros países por petición taiwanesa ante una posible agresión china. Al estilo de lo que ocurre con Occidente intercediendo de una manera u otra ante Rusia por la invasión rusa de Ucrania.
Haciendo un poco de historia, Taiwán pasó a manos de Japón después de la victoria japonesa en la guerra entre China y Japón de 1895. Pero tras la derrota nipona en la Segunda Guerra Mundial, Japón renunció al control de diversos territorios ocupados en China.
La entonces República de China, uno de los países vencedores en esa guerra, empezó a gobernar Taiwán con el consentimiento de los aliados Estados Unidos y Reino Unido. Pero la guerra civil de China, iniciada en 1927, continuó tras la Segunda Guerra Mundial y, pocos años más tarde, las tropas del Gobierno de Chiang Kai-shek fueron derrotadas por las fuerzas comunistas lideradas por Mao Zedong y se instauró en China el régimen comunista que ha evolucionado hasta la actualidad.
Parte de los derrotados con Chiang Kai-shek al frente huyeron a la isla de Taiwán para instaurar ahí la República de China. El hijo de Chiang Kai-shek, Chiang Ching-kuo, se hizo con el poder para suceder a su padre y acabó el régimen dictatorial existente para abrir un proceso democratizador a lo largo de las siguientes décadas.
En los años 80 del pasado siglo hubo acercamientos entre China y Taiwán. El régimen comunista ofrecía nuevamente la fórmula de “un país, dos sistemas”, al estilo de Hong Kong, pero no fue aceptada, aunque la guerra técnica que había abierta se cerró en 1991 y hubo un crecimiento de las relaciones comerciales y políticas.
A pesar de la relajación de la situación, China sigue con sus aspiraciones de dominio sobre Taiwán, rechazadas por los diversos líderes taiwaneses, como la anterior presidenta Tsai Ing-wen, quien se oponía totalmente a las tesis chinas, en el mismo estilo que el actual presidente William Lai Ching-te, lo que ha vuelto a tensar mucho la cuerda.
Aquí entra en escena el otro gran polo de poder que hay actualmente en el mundo, junto con China, que es Estados Unidos. El país norteamericano no tiene fuertes vínculos diplomáticos con Taiwán, pero ha anunciado en diversas ocasiones que se alinea con el bando taiwanés hasta el punto de ofrecer equipamiento defensivo y apoyo diplomático.
China considera a Taiwán como una provincia separatista y está comprometida con la reunificación, por la fuerza si es necesario. Mientras que desde Taiwán se asegura que, más que una provincia china, es un Estado soberano. Las posiciones siguen muy encontradas.