Por Ahmed Brahim
Foto: El general Abdelghani Hamel, jefe de la Policía en Argelia.
En Argelia, las luchas abiertas o clandestinas entre civiles y militares son una realidad desde que el país se independizó de Francia en 1962. El poder político y económico siempre ha estado en manos de clanes de generales y de oligarcas, a veces unidos en torno a un mismo objetivo, seguir saqueando el país y permanecer en el poder; otras veces enfrentados entre ellos. Es más, la máxima jefatura del Estado siempre ha estado bajo control de la cúpula militar. La intensidad de las luchas por el poder entre civiles y militares ha variado a lo largo de los años, pero no ha desaparecido. El último episodio de esta pugna lo protagonizan el jefe de la Policía Nacional, general Abdelghani Hamel, y el ministro del Interior, Tayeb Belaïz. La causa de la pelea es sobre la gestión de la Policía, que recientemente protagonizó un movimiento de protesta contra los bajos salarios, las malas condiciones de trabajo y la falta de medios y de cauces democráticos para canalizar el descontento profesional en el seno del cuerpo de seguridad. El general Hamel fue muy criticado por los policías en huelga, que lo acusaron de ser uno de los principales responsables de sus problemas. En cambio, el ministro del Interior se mostró más dialogante con los policías descontentos y prometió mejoras materiales y profesionales. Según documentos internos de la Dirección General de la Seguridad Nacional (DGSN), el general Hamel acusa directamente al ministro Beläiz, aunque sin citarlo, de ser un problema para la Policía. Frente a los agentes que pidieron su cabeza, Hamel contraatacó culpando a Belaïz de los problemas que sufren unos cuerpos de seguridad mal pagados, maltratados y socialmente desprestigiados. Con esta estrategia, el general Hamel quiere arrinconar al ministro del Interior y conseguir aún más poder en la DGSN.
Un general que no asume su responsabilidad
Según los citados documentos internos, el militar acusa al civil de haber revisado a la baja algunas propuestas sociales y económicas que hizo la DGSN para mejorar las condiciones de trabajo y salariales de los agentes. “Para Hamel, es una forma de no asumir su responsabilidad en este conflicto y de convertir al ministro del Interior en un chivo expiatorio”, señala un observador político. Así las cosas, el general Hamel se presenta ante su tropa de uniformados de color azul como un responsable policial que se preocupa por sus intereses frente a un ministro del Interior que se desentiende. Las protestas policiales empezaron en la muy conflictiva ciudad de Ghardaïa, donde desde hace meses hay violentos disturbios callejeros de naturaleza socioeconómica y tribal a los que tienen que hacer frente unos agentes mal equipados y sometidos a una tensión permanente. Después, el movimiento reivindicativo de la Policía se trasladó a Argel y otras ciudades del país y puso en un aprieto a la DGSN y al Gobierno. Tayeb Belaïz y el general Hamel, en principio, cuentan con el apoyo del presidente Abdelaziz Buteflika, hacen parte de su círculo de colaboradores más estrechos y los dos son originarios de la ciudad de Tlemcen. Si el conflicto no se resuelve por las buenas, Buteflika tendrá que tomar una decisión. Pero muchos observadores señalan que el presidente argelino, que está muy enfermo y prácticamente ya no aparece en público, no tiene capacidad para tomar decisiones complejas en caso de conflicto político. Según los documentos internos de la DGSN, en los últimos años, los 201.000 policías de todo el país (uno por cada 185 habitante) han disfrutado de importantes aumentos salariales y de mejoras sociales en materia de vivienda y en otros apartados. Después de la protesta, las autoridades prometieron nuevas mejoras económicas y profesionales.