La cuestión del Sáhara Occidental: un problema de lucha por el poder en la región, no de descolonización
- La historia de una ocupación mal contada
- El pueblo sin voz
- La sombra de la Guerra Fría y la danza de intereses
- La huella del reconocimiento y la voz de la diplomacia
- La mentira de la independencia
La disputa sobre el Sáhara Occidental ha sido un tema de controversia y conflicto durante décadas, y Argelia desempeña un papel clave. Sin embargo, es necesario considerar los motivos e intereses de la posición del país argelino en este conflicto.
En primer lugar, cabe destacar que Argelia es un firme y habitual partidario del Frente Polisario, un grupo armado, y financiado por el Estado argelino, que lucha por la independencia del Sáhara Occidental en oposición a Marruecos. Sin embargo, cabe preguntarse por qué Argelia está tan comprometida con este objetivo. La disputa del Sáhara Occidental es sólo una parte de una larga historia de conflicto y competencia entre vecinos del Magreb.
Comprender las estrategias geopolíticas y las políticas exteriores de los países del norte de África es clave para comprender la dinámica de la región. Aunque el conflicto ha durado más de medio siglo, la cuestión del Sáhara Occidental sigue siendo un tema candente y complicado en la región.
En este contexto, las palabras de Emmanuel Macron, presidente de Francia, han revolucionado la situación, ya que ha expresado su solidaridad con Marruecos. “Nuestro apoyo al plan de autonomía propuesto por Marruecos en 2007 es claro y constante”, ha manifestado Macron, añadiendo que este plan “es ahora la única base para lograr una solución política justa, duradera y negociada, conforme a las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”.
La historia de una ocupación mal contada
En 1975, España abandonó el Sáhara Occidental, y Marruecos y Mauritania enviaron tropas para proteger dichas tierras con el fin de mantener la estabilidad en la región. Sin embargo, desde el lado argelino se creó al Frente Polisario, un grupo armado apoyado por los distintos regímenes que han gobernado en Argelia, especialmente, durante el siglo XXI, primero con Abdelaziz Bouteflika, expresidente de Argelia hasta 2019, y Abdelmadjid Tebboune, presidente actual.
En la década de los 2000, Rabat implementó una política de desarrollo y modernización en el Sáhara Occidental, lo que ha significado una gran mejoría de la calidad de vida de los habitantes de dicho territorio.
Sin embargo, el Frente Polisario, o sea Argelia, ha continuado apoyando una lucha armada y la creación de un Estado independiente, lo que es una amenaza para la seguridad y la estabilidad, no solo de Marruecos, a quien Argelia considera rival, sino para el pueblo saharaui a quien dicen querer defender.
O así dio a entender el expresidente argelino durante varios de sus discursos, como el que dio durante el 26ª aniversario de la proclamación de la pseudo RASD el 26 de febrero de 2002: “Argelia (...) reitera su apoyo a su causa y le asegura su apoyo total a una solución justa y duradera que garantice el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, lejos de cualquier limitación política, militar o administrativa”. O el que hizo unos días después afirmando que “la lucha del pueblo saharaui conducirá a la victoria (…). Fiel a su historia y a su origen, Argelia no puede aceptar un hecho consumado, cualquiera que sea su forma y su origen”.
Sin embargo, los problemas políticos argelinos se remontan a 1962 donde el país estaba dividido en dos facciones tras su independencia: el grupo de Argel y el grupo Tlemcen. El segundo grupo, liderado por Ahmed Ben Bella y Houari Boumediène, logró tomar el poder y establecer un régimen autoritario. La toma del poder por parte del “grupo de Tlemcen” significó el fin de la democracia en Argelia.
En 1963, Argelia, bajo el liderazgo de Ahmed Ben Bella, comenzó a apoyar a los movimientos separatistas en el Sáhara Occidental que luchaban por la independencia de Marruecos.
Argelia vio la creación del Estado saharaui como una oportunidad para contrarrestar la influencia marroquí en la región y expandir su propia influencia en el Mediterráneo y el Atlántico. Por tanto, la cuestión del Sáhara Occidental se convirtió en objeto de una disputa entre Argelia y Marruecos que continúa hasta el día de hoy.
El pueblo sin voz
El Frente Polisario y Argelia han instrumentalizado la causa del pueblo saharaui para legitimar sus propias agendas políticas y geoestratégicas, aprovechándose de la simpatía internacional hacia los saharauis. La ironía radica en que, bajo la bandera de la autodeterminación, Argelia y el Polisario han sometido al pueblo saharaui a una situación de dependencia y estancamiento, mientras promueven un conflicto que, en última instancia, sirve más a los intereses de Argelia que a los del propio pueblo saharaui.
Las organizaciones internacionales, al alinearse con esta narración sin una evaluación crítica, han contribuido a perpetuar una situación de inestabilidad en la región y a mantener a los saharauis en sufrimiento prolongado, utilizados como peones en un juego geopolítico más amplio. La intervención de Argelia en este conflicto no fue un acto desinteresado de apoyo a la autodeterminación, sino una maniobra estratégica en el contexto de las tensiones regionales con reino marroquí.
Al amparo de defender los derechos de este pueblo, ambos actores han logrado la complicidad de organizaciones internacionales y ONG. Sin embargo, esta narrativa, cuidadosamente construida y promovida, ha servido en muchos casos para desviar la atención de los verdaderos intereses en juego para la nación argelina, satélite ruso, de lograr una salida al océano Atlántico.
La sombra de la Guerra Fría y la danza de intereses
La Iniciativa Atlántica de África, que incluye a Marruecos, Argelia y otros Estados costeros, ha desempeñado un papel decisivo en el equilibrio de poder global. Sin embargo, la intervención soviética en los asuntos internos de Argelia durante el pasado tuvo consecuencias duraderas. Ubicada estratégicamente en la encrucijada de Europa y África la Iniciativa Atlántica de África se ha convertido en el objetivo deseado de las potencias mundiales.
Estados Unidos en particular ha mantenido una fuerte presencia en la región, utilizando sus bases militares y su influencia económica para proteger sus intereses. Marruecos, como miembro clave de la Iniciativa Atlántica en África, mantiene cálidas relaciones con Estados Unidos, que son una piedra angular fundamental de su política exterior. Por otro lado, Argelia siguió una política exterior más independiente, a menudo oponiéndose a las potencias occidentales.
La antigua Unión Soviética, queriendo ampliar su influencia en la región, reconoció a Argelia como un socio valioso y le brindó un importante apoyo económico y militar. Esta cercanía permitió a Argelia mantener su independencia y resistir la presión occidental, especialmente durante la Guerra Fría.
La alianza soviético-argelina tuvo importantes consecuencias para la región. Argelia se convirtió en un actor clave en el Movimiento de Países No Alineados y su relación con la Unión Soviética le permitió desempeñar un papel más destacado en los asuntos regionales. El apoyo soviético vino acompañado de importantes condiciones, y Argelia a menudo tuvo que anteponer los intereses soviéticos a los suyos propios.
La huella del reconocimiento y la voz de la diplomacia
Tras la carta enviada por Macron al rey de Marruecos, Mohamed VI, son más de 100 los países que han reconocido la marroquinidad del Sáhara como la “única solución viable” para la resolución del conflicto. El respaldo de los países se alinea con las resoluciones de Naciones Unidas de encontrar una solución que sea duradera.
Además, la Unión Europea y la Liga Árabe han expresado su apoyo a la posición marroquí, mientras que la Organización de la Unidad Africana (OUA) ha llamado a la implementación de la resolución 2440 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que establece la marroquinidad del Sáhara como la base para la resolución del conflicto.
El hecho deja de ser casual cuando entre los países que han reconocido la marroquinidad del Sáhara Occidental como la “única solución viable” para la resolución del conflicto se encuentran Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Canadá, Chile, Estados Unidos, Croacia, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Italia, Japón, Luxemburgo, Malasia, México, Países Bajos, Polonia y Portugal.
La mentira de la independencia
La relación entre Argelia y el Frente Polisario es un tema que ha generado muchas preguntas y especulaciones en el pasado. Sin embargo, es importante analizar los motivos detrás del apoyo de Argelia al Polisario y su mantenimiento de la diplomacia en países que reconocen a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). ¿Es solo una cuestión de solidaridad con los saharauis o hay otros intereses en juego?
Bernard Lugan, un historiador francés y considerado uno de los africanistas más reconocidos, nos plantea estas preguntas y más en su análisis sobre la relación entre Argelia y el Polisario. ¿Por qué Argelia arma y financia al Polisario? ¿Por qué mantiene su diplomacia en países que todavía reconocen a la RASD? ¿Por qué bloquea la solución a la llamada cuestión del Sáhara Occidental? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Es solo por motivos de solidaridad con los saharauis o hay otros intereses en juego?
Pero ¿qué objetivos tiene Argelia al mantener esta política? ¿Es solo para presionar a Marruecos y obtener ventajas en la región, o hay otros intereses en juego? ¿Es posible que Argelia esté utilizando su apoyo al Polisario como una forma de aumentar su influencia en la región y consolidar su posición como un actor regional importante?
La realidad es que Argelia, quien está sumida en una gran crisis donde hay peleas diarias por obtener un vaso de agua, no es un defensor de la causa saharaui, sino un actor regional que utiliza su apoyo al Polisario para obtener ventajas en la región. Su política de apoyo al Polisario es una forma de mantener su influencia en la región y consolidar su posición como un actor regional importante. Es hora de que nos detengamos a reflexionar sobre la verdad detrás de la relación entre Argelia y el Polisario, y no aceptar la versión oficial de la solidaridad con el pueblo saharaui.