Disminuye la influencia de Rusia en Oriente Medio
La actual guerra en Oriente Medio está poniendo de manifiesto la disminución de la influencia rusa en la región. Esta es la principal conclusión a la que llega el analista Pavel K. Baev en un reciente informe para el think tank The Jamestown Foundation.
Históricamente, Moscú ha sabido explotar las crisis de la región en beneficio propio. No obstante, durante la escalada actual, Baev considera que Rusia está siendo incapaz de establecer una asociación efectiva con quienes se oponen a las posiciones de su rival, Estados Unidos.
A través de una declaración del viceministro de Relaciones Exteriores, Sergei Ryabkov, el Kremlin ha expresado su “profunda preocupación” ante los posibles ataques israelíes contra las instalaciones nucleares de Irán como parte de su respuesta al ataque de Teherán del pasado 1 octubre.
“A diferencia de Estados Unidos, Moscú hoy no tiene herramientas para influir en la situación en Oriente Medio, lo que está dañando su reputación entre las potencias mundiales”, explica Baev, quien considera que el declive de la posición internacional de Rusia se debe a la guerra que libra en Ucrania.
Aunque no siempre fue así. Hace años, Siria era un importante centro de influencia para Rusia en la región, aunque con el paso del tiempo se ha ido revelando la débil dependencia de Damasco de Moscú y Teherán como fuentes fundamentales de apoyo.
En su informe, Baev también menciona el silencio de Moscú tras el ataque israelí a la base aérea rusa de Hmeimim en Latakia el 3 de octubre. “Solo unos pocos blogueros se atrevieron a aclarar que el objetivo era una instalación de almacenamiento de municiones iraní, no la propia base rusa”, explica.
“No queda nada de las largas “relaciones especiales” que unieron a Rusia e Israel, y el presidente ruso Vladimir Putin ya no se comunica con el primer ministro Benjamín Netanyahu”, añade en su informe Baev.
Recientemente, y en medio de la guerra, la cooperación ruso-israelí se ha limitado a la evacuación de ciudadanos rusos en el Líbano, mientras que los medios estatales rusos han criticado los ataques aéreos y la operación terrestre israelí contra Hezbolá en el Líbano.
Estos ataques y las derrotas de la milicia chií libanesa representan también un duro golpe para los intereses del Kremlin, ya que Hezbolá ayudó a Rusia durante su intervención militar en Siria. Asimismo, en este sentido, las tropas israelíes han encontrado armamento ruso dentro de los almacenes de armas de Hezbolá.
Tras las explosiones coordinadas de buscas y walkie-talkies de miembros de Hezbolá, el director del Servicio Federal de Seguridad de Rusia, Alexander Bortnikov, aseguró que esta operación supone una “amenaza potencial para el liderazgo ruso al destruir infraestructura de información vital y organizar ataques contra representantes del gobierno utilizando dispositivos electrónicos portátiles”.
Esta declaración revela la gran preocupación actual de Moscú debido a la guerra entre Israel y la República Islámica de Irán, principal aliado de Rusia en la región.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha fortalecido estos lazos bilaterales firmando recientemente un tratado de asociación estratégica integral con su homólogo iraní, Masoud Pezeshkian.
Teherán ha obtenido beneficios de Rusia al proporcionarle drones y cientos de misiles balísticos de corto alcance que las tropas rusas han utilizado en Ucrania. Por su parte, Moscú se ve obligado a responder del mismo modo suministrando al régimen iraní tecnologías militares avanzadas.
Los intereses de Moscú: el petróleo y Ucrania
Por otro lado, tal y como indica Baev, Moscú ha explotado en el pasado las hostilidades en Oriente Medio a su favor en el campo del petróleo.
Para exportar su petróleo, Moscú está recurriendo a una “flota en la sombra” de petroleros, lo que aumenta la inestabilidad del mercado y socava la confianza en las autoridades reguladoras. “Moscú parece dispuesto a adoptar tales tácticas porque necesita cada dólar extra del petróleo para reducir su déficit presupuestario centrado en la guerra, incluso arriesgándose a provocar la ira de Arabia Saudí”, destaca Baev.
Moscú también quiere aprovechar que la atención internacional se ha desplazado a Oriente Medio para continuar con su ofensiva sobre Ucrania, aunque el nuevo Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, ya dejado claro en un comunicado reciente que Ucrania sigue siendo la principal prioridad de la alianza.
También el presidente estadounidense, Joe Biden, presidirá una reunión de alto nivel esta semana para abordar la situación en Ucrania, incluyendo la posibilidad de permitir a Kiev usar sistemas de armas occidentales de largo alcance.
“Rusia invierte un gran esfuerzo en presentarse ante muchos actores estatales del Sur Global como un defensor contra el orden mundial dominado por Occidente. Pero la voluntad de Moscú de apoyar grupos desestabilizadores en Oriente Medio, como Hezbolá en Siria y el Líbano, Hamás en Gaza y Cisjordania, y los hutíes en Yemen, revela lo contrario”, resalta Baev.
“Cada ataque israelí a la infraestructura de estos grupos acelera la erosión de las posiciones de Rusia en la región y socava su capacidad de ganar en Ucrania”, concluye.