Donald Trump arrolla a Kamala Harris
Triunfo abrumador de Donald Trump en las elecciones presidenciales ante Kamala Harris.
El líder del Partido Republicano ya tenía las encuestas a favor en el último tramo de la campaña electoral de manera sorprendente, cuando parecía que las intenciones de voto daban una igualdad total entre los ambos candidatos hasta precisamente la última semana de la campaña electoral.
Los republicanos dominarán la Casa Blanca y también parece que recuperan el control del Senado y mantienen una mayoría mínima en la Cámara de Representantes seguramente tras el último arreón de voto popular recaudado por el Partido Republicano. Todo ello, se suma a una mayoría conservadora en el Tribunal Supremo, algo muy valioso para Donald Trump debido a las causas judiciales que le han acuciado en los últimos años. Este dominio parlamentario permitirá a Donald Trump conformar un Gobierno con facilidad, según las previsiones.
Tras conseguir los republicanos escaños importantes en Ohio y Virginia Occidental, los demócratas han perdido el control del Senado, mala noticia para la formación progresista norteamericana.
Donald Trump se mostró exultante: “Esto es muy grande. Un movimiento como se había visto antes. El movimiento político más grande de todos los tiempos, que va a llegar a niveles nunca vistos. Vamos a sanar nuestro país. No descansaré hasta tener una América próspera y segura. Va a ser la era dorada de América”.
“Mirad lo que hemos hecho. Hemos hecho historia”, sentenció Donald Trump.
Es normal la felicidad absoluta de los republicanos porque se esperaba un cierto empate técnico entre Donald Trump y Kamala Harris. Además, la candidata progresista del Partido Demócrata salió victoriosa del famoso debate televisivo de septiembre en el que acorraló al dirigente republicano con unos argumentos sólidos y un discurso agresivo que arrinconó al rival.
Donald Trump vino utilizando temas en los que podía hacer daño a Kamala Harris, como el control de la inmigración o la lucha contra la inflación y diversos problemas económicos. La candidata demócrata utilizó argumentos claros para hacer daño a Trump durante la campaña electoral, como sus problemas judiciales por el lamentable asalto al Capitolio, el caso de la actriz porno Stormy Daniels, la injerencia electoral en el estado de Georgia o el caso de los documentos clasificados conservados por Trump tras salir de la Casa Blanca. Unas cuestiones en las que Harris se sintió cómoda y que le hicieron ganar el debate televisivo del mes de septiembre.
Pero en las últimas fechas, Donald Trump revirtió la situación y fue liderando de manera más clara las encuestas, algo que se refrendó en el resultado de las elecciones presidenciales. Se esperaba un resultado ajustado, pero la diferencia electoral fue grande y la victoria fue cayendo del lado republicano en diversos estados como Carolina del Norte, Pensilvania, Wisconsin, Michigan, Arizona, Georgia y el resto de estados, sin recuentos completos en varios casos, pero con una ventaja importante que decanta el triunfo para Trump.
Donald Trump acaparó gran parte del llamado voto oculto y triunfó con el voto popular, unos apoyos que le han brindado esta victoria electoral ante Kamala Harris y que le devuelve al poder en la Casa Blanca.
El resultado ha sido tan favorable a Donald Trump que hasta ha ganado el voto popular, algo que no había conseguido hasta ahora.
Hay diferencia entre el voto popular y el voto electoral, algo que hay que comprender a la hora de entender cómo se elige al presidente y por qué, en algunas ocasiones, un candidato que obtiene menos votos a nivel nacional puede ganar la presidencia.
El voto popular es el total de votos ciudadanos en los comicios presidenciales. Representa la voluntad directa del pueblo, es decir, cada voto de cada persona. Cuando se habla de que un candidato ganó el voto popular, significa que obtuvo más votos totales a nivel nacional en comparación con su oponente.
Sin embargo, a diferencia de algunos otros sistemas de elección directa, el voto popular en Estados Unidos no decide quién será el próximo presidente. El voto popular es importante, pero es solo un paso para determinar a quiénes se asignarán los votos en el Colegio Electoral de cada estado.
El voto electoral es el que realmente determina al presidente de Estados Unidos. Para elegir al presidente, el país utiliza el Colegio Electoral, un sistema de delegados que representan a cada estado y que se encarga de emitir los votos que realmente deciden la elección.
Cada estado tiene un número específico de votos electorales, el cual se basa en el número de sus representantes en el Congreso: la suma de sus senadores (siempre dos por estado) y sus representantes en la Cámara de Representantes (que varían según la población del estado). En total, el Colegio Electoral cuenta con 538 votos.
Para ganar la presidencia, un candidato necesita la mayoría de estos votos electorales, es decir, por lo menos 270 votos electorales.
Donald Trump estaba muy cerca de esos 270 delegados electorales tras la victoria en estados clave como Georgia y Carolina del Norte y logró alcanzar esa cifra encaminándose de nuevo al sillón presidencial.
Una noticia que marca un antes y un después en la política nacional norteamericana. Sobre todo, por el tono beligerante y agresivo de un Donald Trump que ha enarbolado diversos argumentos como el de hacer a América grande otra vez y luchar contra la inseguridad la para él amenazante inmigración y contra otros problemas como la inflación.
En el plano internacional, hay muchos frentes abiertos y temores por la política más aislacionista de Donald Trump, algo que puede afectar a la ayuda que se brinda, por ejemplo, a Ucrania ante la invasión rusa o a la cuestión de Oriente Medio con la dura guerra que lleva a cabo Israel en la Franja de Gaza y en la frontera con el Líbano. Se espera que, con Donald Trump de nuevo como presidente, Estados Unidos rebaje el apoyo inequívoco a Ucrania y haya una menor cooperación incluso con la OTAN, y que, además, se haga extensivo un mayor apoyo también a la línea dura impuesta por Benjamín Netanyahu al frente de Israel en los conflictos armados que se desarrollan actualmente en Oriente Medio. Todo ello recordando además como Donald Trump ha mantenido buenas relaciones en el pasado con líderes más autocráticos como el presidente de Rusia, Vladimir Putin, o el líder máximo de Corea del Norte, Kim Jong-un, muy cuestionados internacionalmente por razones obvias.