Sudán ha advertido sobre el peligro de devolver a estos paramilitares a sus países

El futuro de los mercenarios de Libia preocupa a la comunidad internacional

Atalayar_mercenarios Libia

La situación en Libia sigue creando preocupación dentro de la sociedad internacional, sobre todo en los países de la zona. Los mercenarios extranjeros que operan en Libia representan, desde hace tiempo, uno de los principales desafíos a hacer frente para tratar de conseguir estabilidad en el país. Las potencias internacionales insisten en la necesidad de expulsar a estos mercenarios, entre los que se encuentran milicianos sirios, sudaneses, turcos o rusos.

Según datos de Naciones Unidas, hay alrededor de 20.000 fuerzas extranjeras en territorio libio, lo que la organización internacional considera “una violación de la soberanía nacional”. No obstante, esta cuestión crea discordia ya que, si echan a estas tropas de Libia, pueden trasladarse a otros lugares de la región, aumentando la inestabilidad.

Sudán ha sido uno de los últimos países que ha advertido sobre “el peligro de devolver mercenarios a su país con sus armas”. La ministra de Relaciones Exteriores sudanesa, Maryam Al-Mahdi, ha declarado que “esto representa una amenaza para los países de la región”.

Al-Mahdi se reunió con su homóloga libia, Najla Al-Manqoush, en Qatar en un encuentro ministerial árabe a solicitud de Egipto y Sudán para abordar el desarrollo de los países y la crisis de la Gran Presa del Renacimiento etíope. Asimismo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Sudán informó en un comunicado que durante la cumbre se discutió “el tema de los mercenarios extranjeros en Libia”.

Por otra parte, Al-Manqoush, señaló “la necesidad urgente de trabajar con las autoridades sudanesas y unificar esfuerzos en temas de interés común”.

“Es imprescindible considerar este tema como parte de la seguridad regional”, aseguró Al-Mahdi. La ministra también ha subrayado la necesidad “pensar y discutir los mecanismos de mantenimiento de la paz, desmovilización y reintegración de estos hombres armados y su asimilación a proyectos que apoyen la estabilidad en su país”.

En enero de 2020, 2.500 mercenarios procedentes de Siria aterrizaron en Libia con miles de armas y municiones. Estas unidades sirias llegaron al país norafricano en aviones turcos. Aprovechando la precaria situación de muchos jóvenes de Siria, sin trabajo después de años de conflicto, Ankara ha logrado el despliegue de miles de mercenarios sirios a cambio de un sueldo. Lo mismo ocurre con Moscú, que ha levantado oficinas de reclutamiento en ciudades de Siria. Según la ONU, en mayo del año pasado había 2000 sirios en las filas del grupo ruso Wagner. Esta organización también ha enviado francotiradores, aviones y pilotos de guerra rusos.

Estos paramilitares son enviados por diferentes países para defender y luchar por sus propios intereses. Por este motivo, los diferentes grupos de mercenarios están enfrentados entre sí. Rusia, por ejemplo, apoya al Ejército Nacional Libio (ENL), liderado por Jalifa Haftar. Por otra parte, Turquía o Catar respaldan al Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), encabezado por Fayez al-Sarraj. Los Hermanos Musulmanes, cercanos a Ankara, también están ganando influencia dentro de esta guerra que empezó hace casi una década.

Sudán, país que comparte frontera con Libia, mira con preocupación a su vecino del norte ante la posibilidad de que la inestabilidad se traspase a su territorio. Los principales objetivos del primer ministro sudanés, Abdalla Hamdok, es establecer la paz y la seguridad en su Gobierno. Hamdok asumió su cargo después de un golpe de Estado contra Omar al Bashir, acusado por la Corte Penal Internacional de genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra en Darfur.

Por este motivo, para Hamdok es imprescindible que la situación de Libia no empeore todavía más el panorama de su país. “Sudán se enfrenta a condiciones severas que amenazan su cohesión y unidad, en las que se difunden discursos de odio y el espíritu de discriminación tribal”, señaló el primer ministro sudanés. La cuestión de los mercenarios en Libia y su posible retirada del país crean “una atmósfera que amenaza con caos y lleva al país a un estado de falta de seguridad”, añadió.

Sudán, además, tiene una gran relevancia geoestratégica. Potencias internacionales como Rusia o Turquía han mostrado sus intereses en el país africano. Moscú había planteado establecer una base militar en la costa del Mar Rojo, aunque finalmente Jartum canceló el plan. Ankara, por su parte, ha buscado asentar lazos con Sudán a través de inversiones y acuerdos para ganar influencia en el país.