Elecciones en Serbia: el reflejo de una democracia iliberal
“Esta ha sido la campaña más violenta” decía Ema Štefanac, coordinadora del Programa de Desarrollo de Capacidades de la organización Iniciativas Cívicas de Belgrado, en una charla organizada por el Instituto para la región del Danubio y Europa Central (IDM, por sus siglas en alemán) para analizar las elecciones serbias que se celebrarán este domingo.
Aleksandar Vucic, el presidente serbio, anunció hace unas semanas el adelanto de las elecciones parlamentarias, así como en sesenta municipios incluida la capital del país. No es la primera vez que el líder serbio adelanta comicios; de hecho, es la cuarta desde que llegó al poder en 2012.
En los últimos once años, tan sólo una vez los diputados del parlamento serbio han desempeñado sus funciones durante todo el mandato. Teniendo en cuenta todas las elecciones celebradas en este período a diferentes niveles, el 17 de diciembre será la séptima vez que los ciudadanos serbios sean llamados a las urnas.
El adelanto electoral es una estrategia ya usada por Aleksandar Vucic en el pasado; una herramienta para socavar la consolidación de los partidos de oposición y grupos parlamentarios. “Serbia es un ejemplo de democracia iliberal que demuestra que se puede destruir una democracia a través de la celebración constante de elecciones” señalaba muy acertadamente en el mismo encuentro Peter Techet, investigador asociado del IDM.
A los comicios del próximo domingo se presentan un total de 18 listas para ocupar los 250 asientos del Parlamento serbio. Ahora bien, sí que es cierto que se respira un ambiente diferente ante la llamada a las urnas de esta semana.
Este adelanto electoral no es solo una estrategia de Vucic para afianzarse en el poder, sino que también responde a la petición de la oposición para las mismas.
Serbia contra la violencia
Los tiroteos de Belgrado del pasado mayo que acabaron con 19 muertos provocaron una reacción en población serbia. Durante semanas, vecinos de las principales ciudades serbias salieron a las calles para protestar contra la violencia en el país. Una campaña bautizada como “Serbia contra violencia” donde se culpaba al Partido Progresistas Serbio (SNS, por sus siglas en serbio) de promover la violencia en el país.
Un movimiento que, además, demandaba medidas concretas como la dimisión del ministro del Interior, Bratislav Gašić, del jefe de la Agencia de Inteligencia de Seguridad (BIA), de Aleksandar Vulin, y del ministro de Educación, Branko Ružić; o la cancelación inmediata de programas que promuevan la violencia, entre otros. Estas protestas comenzaron como una reacción a los incidentes violentos de mayo, pero acabaron abarcando toda la cuestión de la violencia, responsabilizando al régimen de Vucic de la misma.
Un movimiento del que no tardaron en apropiarse las fuerzas de la oposición, creando una de las coaliciones que se presenta contra el SNS. De esta manera, ‘Serbia contra la violencia’ es ahora una lista de coalición que agrupa al Partido Libertad y Justicia (SSP), al Partido Demócrata (DS), al Movimiento Popular de Serbia, al Levantamiento Ecológico, al Frente Verde-Izquierda, al Centro de Serbia (SRCE), al Zajedno, al Movimiento de los Libres Ciudadanos (PSG), el partido rumano y el movimiento Nueva Cara de Serbia.
"El objetivo es que juntos, unidos con los ciudadanos, elijamos una Serbia del futuro sin violencia, una Serbia segura, en la que todos estén satisfechos, tanto los jóvenes como los jubilados", afirmó Miroslav Aleksić, líder de la agrupación, en una rueda de prensa ante la la Cámara de la Asamblea Nacional de Serbia. Todos estos partidos son europeístas, de centro y de izquierda.
El segundo bloque de oposición es el de los nacionalistas de extrema derecha, quienes no lograron ponerse de acuerdo para una coalición preelectoral, por lo que se enfrentarán a los votantes en dos bandos. Ambos de perfil ultraconservador y con Kosovo como el principal punto de su programa.
Sin embargo, aunque parte de la oposición haya podido ponerse de acuerdo y la popularidad Vucic y su partido se haya visto dañada en los últimos años, poca esperanza queda para un cambio. “El SNS usa lo que sea [para ganar] lo que no se siente democrático”, se lamentaba Štefanac en el encuentro organizado por el IDM. Freedom House cataloga a Serbia como una “democracia híbrida” donde “las instituciones democráticas son frágiles y existen desafíos sustanciales para la protección de los derechos políticos y las libertades civiles”.
La sociedad civil y los medios independientes en Serbia se enfrentan a una atmósfera hostil donde son comunes las campañas de difamación contra organizaciones o individuos por parte de funcionarios del SNS, así como por simpatizantes del mismo y medios progubernamentales.
Serbia ocupa el puesto 91 del informe de Reporteros Sin Fronteras de este año, donde “los periodistas están amenazados por las presiones políticas y la impunidad de los crímenes cometidos contra ellos”. Un ejemplo de esto es que el Organismo Regulador de Medios Electrónicos (REM) en el país tan solo extendió licencias de transmisión nacional, por los próximos ocho años, a cuatro estaciones de televisión fuertemente progubernamentales.
Kosovo marca la agenda electoral
La inestabilidad en el país no se centra solo en las protestas contra la violencia. Serbia sigue lidiando con el “asunto de Kosovo”. Un asunto que ha escalado en los últimos meses y que cuyo último capítulo sucedía el pasado septiembre en el monasterio de Banjska, cuando un grupo de terroristas serbios tomaron el templo. Un policía kosovar moría en tal operación y, de nuevo, la estabilidad en la región corría peligro.
El dialogo entre Kosovo y Serbia es la prioridad de la Comunidad Internacional en la región, quien presiona a ambas partes para firmar los Acuerdos de Ohrid que obligarían a Serbia reconocer de facto a Kosovo. Algo a lo que Serbia se resiste.
Sin embargo, el tema de Kosovo es mucho más complejo de lo que plantean los actores internacionales desde Bruselas. La situación de los serbios en Kosovo no termina de estabilizarse, ni sus demandas de aplicarse. Algo que Belgrado usa a su beneficio. Ahora bien, de cara a estas elecciones, lo que respecta a Kosovo -desde Belgrado- se abarca desde una perspectiva doméstica, y ni el partido en el poder ni la oposición tienen visiones diferentes sobre este asunto.
Ninguno de los frentes plantea el reconocimiento de la que considera su provincia. Fue hace meses cuando escuché la frase “ningún presidente serbio quiere ser recordado como aquel que perdió Kosovo” (se debe tener en cuenta que para los serbios Kosovo es la cuna de su identidad) que refleja a la perfección esta resistencia.
Mientras que el SNS usa Kosovo como una de sus principales retóricas, el principal frente opositor no lo toma como prioridad; la coalición ‘Serbia contra la violencia’ centra su campaña en acabar con el régimen iliberal que Vucic y su partido han creado, pero ni se plantea reconocer la independencia de Kosovo. Realmente “el asunto de Kosovo” es el único punto en común de todas las agrupaciones.
Pero, en lo que respecta a Kosovo y estas elecciones en Serbia hay dos hechos a tener en cuenta: primero, los serbios de Kosovo son votantes (aunque deberán cruzar la frontera para poder hacerlo) y es un nicho que a Vucic no se le olvida. Se espera que el presidente serbio lleve autobuses gratuitos al norte de Kosovo para trasladar a los serbokosovares a los centros de votación -como ya ha hecho otras veces cuándo ha querido usar a esta comunidad-.
Por otro lado, es Kosovo el tema que más preocupa a la Comunidad Internacional y lo que explica la actitud del bloque euroatlántico en cuanto a Serbia se refiere.
A este respecto, Serbia no solo se negaba a firmar lo acordado en Ohrid sino que, en los últimos meses, ha sido responsable (de manera más o menos directa) de los incidentes en el norte de Kosovo; desde la dimisión en bloque de los serbo-kosovares de las instituciones kosovares y las posteriores protestas que exigían la creación de Asociación de Municipios Serbios (AMS) - algo que Pristina debe cumplir como estipula el Tratado de Bruselas (2013) - como en el atentado de Banjska; lo que viola los acuerdos de estabilidad entre Belgrado y Pristina.
Sin embargo, la posición internacional a este respecto no ha sido ecuánime; mientras no se dudó en sancionar al gobierno de Pristina por resistirse a cumplir las exigencias de la comunidad serbia, el tono con su homónimo serbio no ha sido el mismo.
“La UE está intentando mantener a Serbia en su órbita”, aseguraba Alejandro Esteso, candidato a doctorado en el Centro de Estudios del Sudeste Europeo de la Universidad de Graz, en el encuentro del IDM. Serbia es uno de los principales socios de Rusia en la región, uno de los pocos Estados europeos que no ha aplicado sanciones al gobierno de Putin por la invasión de Ucrania.
Y aunque sí que es cierto que cuando el país balcánico decidió no seguir la línea occidental a este respecto fue criticado por intentar “sentarse sen dos sillas”, parece que la estrategia -y el tono- del bloque occidental se ha suavizado con el fin de mantener a a Vucic en su redil. “Vucic está jugando a estar entre la UE, Rusia y China al no posicionarse en ninguno de los temas candentes”, afirmaba Techet en el encuentro.
Una campaña electoral antidemocrática
Además, parece que la campaña totalmente antidemocrática del SNS tampoco despierta preocupación entre los socios internacionales.
La campaña electoral del aún partido en el poder, como bien dijo Štefanac “ha sido la más violenta hasta ahora”. Esta se ha basado en el uso de toda la red clientelar que el SNS lleva años tejiendo en el país; intimidación y amenazas sobre puestos de trabajo en el sector público han sido constantes a la hora de influenciar a los votantes.
Además, miembros de la oposición han denunciado chantajes a través de la publicación de vídeos y otro tipo de información privada. El mismo Consejo de Europa subrayaba que la campaña electoral se caracteriza por "un nivel sin precedentes de lenguaje negativo, alarmismo, ataques a la oposición y a los periodistas y graves problemas que afectan a los medios de comunicación”.
Otras estrategias llamativas del líder serbio han sido el anuncio de ayudas 10.000 dinares (90 euros) a los estudiantes de secundaria. Algo que la oposición acusó de soborno a los votantes con dinero público. Además, el presidente serbio y algunos de sus ministros se han abierto cuentas de TikTok con el fin de atraer a los votantes más jóvenes.
Ante esto ha surgido la iniciativa ProGlas, impulsada por intelectuales y figuras públicas serbias con el fin de animar al mayor número posible de personas a acudir a las urnas y votar por uno de los partidos de la oposición.
Por su parte, Aleksandar Vucic, quien no es candidato a ninguna de las tres carreras electorales-renovó su mandato como presidente en abril de 2022-, encabeza la campaña del SNS usando una estrategia complemente personalista centrada en el desprestigio de sus contrincantes y la captación masiva de votantes usando el aparato institucional, acompañada de medidas populistas de gran visibilidad.
El norte del país se ha visto envuelto en una gran operación policial (en colaboración con la policía húngara) contra refugiados que se encontraban cerca de las fronteras; centros de acogida y campos de tránsito han sido desalojados y cerrados, miles de personas han sido devueltas al sur del país e incluso a Bulgaria, y activistas en la zona han sido víctimas de ataques y acoso policial. Una campaña que los mismos vecinos de ciudades como Sombor o Subotica catalogaron como “propaganda”.
Y es que este domingo los serbios decidirán la composición de su Parlamento, pero también el gobierno de alrededor de 60 municipios, Belgrado entre ellos. Municipios escogidos estratégicamente por el actual gobierno con el fin de hacerse con su control -el resto de las ciudades celebrarán elecciones el próximo año-.
A este respecto, Vucic espera usar su popularidad nacional para ganar en la mayoría de localidades que también van a las urnas este domingo. Sin embargo, Belgrado siempre ha sido el bastión de los partidos liberales pro europeos, actualmente en la oposición, lo que sitúa en la capital la cita más reñida esta carrera electoral. Belgrado alberga a una cuarta parte de la población serbia y produce más de la mitad del PIB del país.
Poca gente, en Serbia y en el espectro internacional, duda de la mayoría del SNS en el parlamento; algo más cuestionable es su victoria en las municipales -aunque tampoco sorprendería-. Sin embargo, estos comicios sí tienen ciertas particularidades. En primer lugar, el caso de Serbia demuestra, como ya se ha señalado en este texto, cómo se puede destruir una democracia a través del abuso de elecciones.
Por otro lado, ha sido la misma forma violenta de hacer política del SNS la que ha movilizado a los serbios durante meses y ha conseguido que parte de la oposición haya sabido crear un frente con un objetivo central: acabar con un sistema iliberal que lleva afianzado ya por doce años. Si algo dejarán en claro los comicios del domingo es el deterioro de las instituciones democráticas en Serbia.