Erdogan pierde popularidad de cara a las próximas elecciones
La noche del viernes 15 de julio de 2016, la historia de Turquía dio un giro radical. Un intento de golpe de Estado puso contra las cuerdas el orden constitucional establecido. Este acontecimiento, que acentúo aún más la polarización del país, también fue la chispa que encendió la mecha a la deriva autoritaria de Recep Tayyip Erdogan. Casi cinco años más tarde, la desaceleración económica derivada de la pandemia del coronavirus está cambiando la dinámica política de esta nación.
Las dificultades económicas por las que atraviesa Turquía, con la fuerte caída sufrida por la lira, y la fuerte presión ejercida desde el Gobierno dirigido por el presidente Recep Tayyip Erdogan sobre la oposición, comentadas por diversos medios y analistas, siguen teniendo, al parecer, consecuencias políticas y sociales. En este caso, representadas en la caída de la popularidad de la coalición gobernante en el país euroasiático. La gestión sobre la pandemia del coronavirus es tan solo una de las disputas de las decenas que enfrentan a Erdogan con los principales líderes de la oposición.
No obstante, una encuesta electoral elaborada por la empresa de investigación turca Optimar ha indicado que el mandatario turco vencería a sus principales rivales republicanos en las próximas elecciones presidenciales. Un total de 44,7 por ciento de los participantes dijo que votaría a Erdogan en comparación con el 34,7 por ciento que apoyaría al alcalde de Estambul, Ekrem Imamoğlu, en el caso de que hubiera elecciones presidenciales.
Asimismo, un sondeo de opinión de la empresa Avrasya Research Company, el 46,8 % de los turcos no votaría por Erdogan si se presenta a las próximas elecciones presidenciales, previstas para el año 2023, frente al 38,9 % que sí lo haría y el 14,3 % que se muestra indeciso. Esas cifras marcan un fuerte descenso del apoyo al político islamista, desde el 67 % que tuvo tras el frustrado golpe de Estado que sufrió en verano de 2016, y desde el 45 % que tenía aún a principios de año. El AKP sí se mantiene como el partido con más intención de voto, un 35 %, aunque más de cinco puntos por debajo del dato de enero. La economía, el desempleo y el coste de la vida son las principales preocupaciones de los turcos, según ese sondeo.
Según una encuesta realizada por el Centro de Investigación Sosyo Politik, el apoyo es del 36% para el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo, del 29% para el Partido Republicano del Pueblo (CHP), el partido de oposición más grande, y del 10,4% para el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), vinculado a los kurdos, perseguidos por el régimen de Erdogan, que les acusa de actos terroristas en el sur del país. Según el sondeo, otros partidos obtendrían menos del 10% de los votos emitidos, entre ellos los socios de Gobierno de Erdogan.
Hace más de un año, el candidato centrista de la oposición, Ekrem Imamoglu (CHP), ganaba las elecciones a la alcaldía de Estambul, apenas mes y medio después de que la Comisión electoral ordenase repetir los comicios municipales en la capital económica del país, donde la oposición se había impuesto sobre el partido del presidente Recep Tayyip Erdogan. Más allá de las dos ciudades más grandes de Turquía, la coalición de la oposición logró una gran representación en amplias zonas de la costa mediterránea como en Antalya o Mersin. Así, la oposición socialdemócrata llego a Estambul poniendo fin a 25 años de gobierno de partidos islamistas, iniciados por el actual presidente.
Esta victoria fue posible porque, por primera vez, los partidos nacionalistas, liberales y las distintas minorías lograron trabajar juntos de manera eficaz. Sin embargo, la pandemia del coronavirus y la crisis económica derivada de la misma ha abierto nuevas fisuras en la oposición turca, al mismo tiempo que la represión gubernamental contra uno de los principales partidos de la oposición, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) -un partido pro-kurdo fundado el 15 de octubre de 2012—aglutina distintas organizaciones progresistas y partidos de izquierdas- continúa aumentando.
Erdogan sigue viendo cómo su imagen y la de su partido baja enteros a ojos de los ciudadanos. Ante esta pérdida de apoyos está llevando a cabo una dura campaña de persecución contra rivales político. Esta maniobra en el marco interno sirve a Recep Tayyip Erdogan para desviar la atención sobre graves problemas que atraviesa, como la pérdida de confianza y la crisis económica nacional que atraviesa el país, agravada por la fuerte caída de la lira turca en un 16% desde marzo, cuando Erdogan cesó al entonces jefe del Banco Central, Naci Ağbal, el cuarto al frente de la institución en dos años y por el parón de la actividad generado por la actual crisis sanitaria de la COVID-19. Por este motivo, reducir la tasa de desempleo es una de las prioridades del Gobierno turco si quiere mantener el respaldo de la calle. El desempleo se sitúa en el 13,1%, y la tasa entre los jóvenes del país se aproxima al doble. No obstante, el principal problema es la inflación.
Las elecciones locales de 2019 han supuesto un duro golpe para el partido de Erdogan, que había gobernado la ciudad del Bósforo durante más de una década. Las próximas elecciones presidenciales en la nación euroasiática están previstas para 2023. Sin embargo, el coronavirus ha tenido el poder de cambiar el mundo tal y como lo conocíamos hasta ahora, una transformación que podría influir en la fecha de celebración de comicios en el país fundado por Mustafa Kemal Atatürk.