El expresidente de Sudáfrica defiende el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental
Jacob Zuma, expresidente de Sudáfrica, ha defendido públicamente el Plan de Autonomía marroquí como solución del conflicto del Sáhara Occidental
- Una África unida
- Marruecos y Sudáfrica avanzan en su historia común
- El Polisario, al basurero de la historia
El expresidente sudafricano Jacob Zuma ha marcado un punto de inflexión en la historia del Congreso Nacional Africano (ANC) al defender públicamente, durante una conferencia organizada el martes pasado en Ghana, el Plan de Autonomía de Marruecos como solución del conflicto del Sáhara Occidental.
Desde la Universidad de Estudios Profesionales en Accra, Zuma arrojó luz sobre el peligro que representa la balcanización del continente africano en estados débiles y divididos, vulnerables a la manipulación externa y despojados de soberanía auténtica y legítima.
El líder del tercer partido más grande de Sudáfrica criticó, en este contexto, la postura en política exterior del ANC, que apoya al separatista Frente Polisario, y manifestó que su final será, tarde o temprano, el basurero de la historia. Zuma elogió el apoyo de Ghana al Plan de Autonomía de Marruecos e instó a seguir su ejemplo, para el bien de todo el continente africano.
Una África unida
En su discurso, Jacob Zuma subrayó que “África no debe dividirse por la conveniencia de los forasteros; la era de balcanizar el continente para servir a agendas extranjeras ha terminado”.
El político sudafricano elogió la posición de Ghana de apoyar el Plan de Autonomía de Marruecos, descartando la agenda separatista impulsada por el Frente Polisario y sus patrocinadores argelinos. Una postura que demuestra la voluntad de este país de integrarse en la ambición compartida por Marruecos de tener una África unida lejos de todo tipo de fragmentación y conflicto.
El ejemplo de Ghana representa un cambio radical con respecto a su reconocimiento, en 1979, de la autodenominada RASD, dirigida por el Frente Polisario. Camio que se produjo el pasado 7 de enero y que ahora se ha confirmado con la presencia como testigo del que fuera sucesor de Nelson Mandela al frente del Gobierno de Sudáfrica.
La decisión de Ghana se reafirmó en junio, cuando el ministro de Relaciones Exteriores de Ghana, Samuel Okudzeto Ablakwa, firmó una declaración conjunta con su homólogo marroquí Nasser Bourita que resaltó la exclusividad del Plan de Autonomía presentado por Marruecos en 2007 como única base realista y sostenible para una solución mutuamente aceptable.
En paralelo con este cambio positivo de posición, el partido uMkhonto weSizwe (MK) publicó, el pasado mes de junio, un documento que apoyaba el Plan de Autonomía de Marruecos y rechazaba las reivindicaciones del Polisario. Zuma sostuvo, entonces, que “el Sáhara Occidental pertenece históricamente a Marruecos, aclamando la Marcha Verde de 1975 como un momento de liberación”.
A pesar de las críticas que recibió de su país, tanto por parte del CNA como de los analistas políticos, Zuma defendió con contundencia su derecho a usar la bandera sudafricana, señalando la nota diplomática de la Embajada de Sudáfrica al Ministerio de Relaciones Exteriores de Marruecos, fechada el 11 de julio y que contradice directamente la posición del CNA.
Marruecos y Sudáfrica avanzan en su historia común
El líder del partido MK destacó la floreciente relación bilateral entre Sudáfrica y Marruecos, señalando más de 20 acuerdos en áreas que incluyen comercio, defensa, agricultura y las tecnologías de la comunicación.
Estos vínculos entre ambos países africanos han de consolidarse para el bien común no sólo de las dos naciones, sino de todo el continente africano, para contar con una África fuerte y unida.
El renovado activismo de Jacob Zuma en la escena internacional, pese a las críticas, se considera, especialmente en Accra, una oportunidad para revisar la política exterior de Sudáfrica, así como una atrevida rectificación de la posición del país en lo que se refiere, por un lado, al Plan de Autonomía marroquí y, por otro, al Frente Polisario.
En esta línea, se resalta el acercamiento diplomático de Sudáfrica con Marruecos que comenzó en mayo de 1998 en Ciudad del Cabo, durante la primera sesión de la Comisión conjunta Marruecos-Sudáfrica, copresidida por Aicha Belarbi y Aziz Pahad. En este encuentro de alto nivel se firmaron varios acuerdos marco, lo que contribuyó a la consolidación de las relaciones bilaterales.
No obstante, este impulso positivo se debilitó cuando Pretoria reconoció oficialmente a la entidad de Polisario RASD el 15 de septiembre de 2004, bajo la administración del presidente Thabo Mbeki. Esta medida llevó a Marruecos a retirar a su embajador de África del Sur.
El Polisario, al basurero de la historia
Después de que Ghana se uniera a los más de 120 países que apoyan la integridad territorial de Marruecos, más del 60 % de los estados miembros de la ONU, el Frente Polisario está en el camino de debilitarse para terminar “en el basurero de la historia”, según declaraciones de Jacob Zuma.
El apoyo que cosecha la diplomacia marroquí en la escena internacional supone un hito significativo en la historia del conflicto del Sáhara Occidental: 46 países, incluidas 13 naciones africanas, han dejado de reconocer desde 2000 al Frente Polisario como estado.
Estos resultados amplían cada día más la zona de aislamiento donde está recluido el frente separatista que, según Zuma, es una entidad ficticia que no tiene futuro en África.
En este contexto, el expresidente de Sudáfrica aclaró que los encuentros cuidadosamente coreografiados entre las figuras del Polisario y los leales al CNA, incluso en Accra, no son más que actuaciones vacías, desvelando su fuerte dependencia de la débil influencia diplomática de Sudáfrica.
Por una parte, el apoyo del Polisario continúa desapareciendo en toda África, con el reciente respaldo de Kenia y Ghana al Plan de Autonomía de Marruecos junto a las principales potencias internacionales como Estados Unidos, Francia, España y el Reino Unido. Por otra parte, las declaraciones de Zuma en Ghana representan otro golpe aplastante para el grupo separatista en la escena internacional.