El conflicto ruso-ucraniano sigue encrudeciéndose en un momento en el que los ataques son simétricos y están provocando un gran desgaste

El fin de año no supondrá el fin de la guerra entre Rusia y Ucrania

Tropas del Ejército ucraniano a la entrada de Bajmut, tras mese de bombardeos rusos (PHOTO/ARCHIVO)

María Senovilla, periodista colaboradora de la revista Atalayar y de otros medios, abordó en el programa “De cara al mundo” de Onda Madrid la situación actual en la que se encuentra la guerra de Ucrania y analizó lo que ha supuesto el año 2023 para el conflicto y las expectativas existentes para el 2024. 

Al margen de la última hora, nos gustaría hacer un balance de lo que ha sido el conflicto entre Ucrania y Rusia. Primeros meses, batalla de Bajmut. ¿Cómo valoras lo sucedido en los primeros meses del año? 

Paradójicamente, el 2022 terminó de una forma similar a la que va a terminar el 2023, con Ucrania inmersa en una guerra de posiciones. Tal y como recordabas, el comienzo del 2023, estos primeros meses del año, estuvieron marcados por las dos batallas más cruentas hasta la fecha: la lucha por la ciudad de Soledad y la gran batalla final de Bajmut, que concentró el foco mediático hasta el mes de mayo cuando no pudo resistir y cayó en manos de Rusia. 

En entrevistas anteriores, entre enero y abril del año pasado, las fuerzas ucranianas y los equipos médicos contabilizaban hasta 400 bajas por día durante todos esos primeros meses del 2023. La batalla de Bajmut por ende será el momento más negro de la guerra, la batalla más terrible. 

La parte positiva es que con la toma de Bajmut por parte de Rusia se pensaba que se “abriría la puerta” para que terminara de conquistar lo que quedaba de la región de Donetsk, ese norte que le quedaba para completar de cercar la zona del Donbás. Por suerte, durante los meses de batalla en Bajmut, las fuerzas de defensa ucranianas crearon una defensa en capas, cavando decenas de kilómetros de trincheras, posicionar nuevos puntos de defensa y consiguieron contener al Ejército ruso, gracias en parte a la colaboración internacional, la cual estaba pendiente de que se lanzara esa segunda contraofensiva, después del éxito de la contraofensiva de Járkov, que recordemos sirvió para recuperar cerca del 30% del territorio ocupado por Rusia. 

Mientras tanto, los medios de comunicación estábamos esperando la ansiada contraofensiva anunciada “a bombo y platillo”, que se esperaba llegase en primavera y, finalmente, llegó en verano. 

Uno de los GRAD de la 22 Brigada ucraniana en el momento exacto en el que efectúa un ataque contra una posición rusa en el frente de combate de Donetsk (PHOTO/MARIA SENOVILLA)

¿Cómo fue esa contraofensiva? Porque se presentó como la contraofensiva definitiva, pero no ha obtenido los resultados esperados en absoluto. 

La contraofensiva, que arrancó el 4 de junio, fue un fracaso. No se puede hablar de éxito a medias. Durante esas primeras semanas de verano hubo muchísimas bajas por parte de Ucrania porque atacó con todo. Perdió parte del armamento carísimo que llegó de Occidente y, sobre todo, tuvo un gran coste humano para, tan solo, avanzar 17 kilómetros, principalmente en el frente de Zaporiyia. Lo peor de todo es que todo lo que ganó en verano ya lo había perdido en otoño. Los problemas comenzaron ya en agosto cuando a los periodistas nos empezaron a restringir en acceso a muchos frentes de combate. Empezaron a catalogar de zona roja, regiones por las que nos podíamos mover con cierta libertad. Empezaron a dejar de conceder entrevistas con altos oficiales. Había mucho hermetismo. Se llegó a tal punto que a la prensa se la señaló como culpable de perder terreno debido a que en los reportajes se señalaban las zonas críticas para el Ejército ucraniano. Prueba de que la gran segunda contraofensiva no iba por buen camino. 

Militares del Batallón Azov de Ucrania asisten a un ejercicio táctico en la segunda ciudad más grande de Ucrania (JarkovAFP/SERGEY BOBOK)

Siempre hay que buscar algún culpable a lo que la prensa nos hemos acostumbrado ya mucho tiempo. El año termina con una ofensiva rusa en octubre que está, poco a poco, consiguiendo acabar con gran parte de las posiciones ucranianas. 

Así es, de hecho, está siendo la contraofensiva más feroz llevaba a cabo por Rusia en 2023, en este segundo año de la guerra. Empezó el 10 de octubre cuando el foco mediático estaba en Gaza. El Kremlin aprovechó la situación para atacar con todo en el frente de combate de Donetsk, en concreto, empezaron por la ciudad de Avdivka. Es una ciudad situada a tan solo 10 kilómetros de Donetsk. La cercanía a las regiones ocupadas por Rusia era algo que a Putin le molestaba. Avdivka es una de las ciudades más ricas del país con una de las plantas de coque más grandes de Europa e infraestructura de recursos minerales. 

Rusia no invadió el Donbás porque hablaban ruso ni por motivos ideológicos. Ha invadido el Donbás porque era la región más rica de Ucrania. Y todas estas ciudades que poco a poco se va haciendo con ellas, pues eran ciudades donde esa minería se procesaba y generaba muchísimo dinero. Avdivka es probablemente la ciudad más asediada de Ucrania. 

Un convoy blindado de tropas prorrusas se mueve a lo largo de una carretera durante el conflicto entre Ucrania y Rusia (REUTERS/CHINGIS KONDAROV)

Si decíamos que durante los primeros meses del año Ucrania había llegado a perder hasta 400 personas, había registrado bajas de 400 personas por día, en el mes de octubre Rusia llegó a perder hasta 1.000 hombres por día para intentar conquistar Avdivka. Es una barbaridad. Al Kremlin le da igual, pero al final son personas y muchas de ellas han sido reclutadas forzosas. Ni siquiera quieren estar en esta guerra que se está librando en Ucrania. Hablamos de que durante los meses de octubre y noviembre Rusia habría perdido para intentar conquistar Avdivka a más de 20.000 hombres y buena parte de su armamento pesado. Pero, por desgracia también, Rusia ha conseguido estabilizarse a pesar de las sanciones internacionales, ha conseguido estabilizarse económicamente, ha conseguido que le lleguen de Corea del Norte y de otros terceros países más de un millón de rondas de proyectiles, como los que utilizaba esta mañana para atacar de forma masiva a las ciudades, a los civiles de Ucrania. 

Antes de Navidad, en los últimos días que pasé en el frente de Donetsk, me decían en las posiciones en las que visitaba que la actividad rusa, que me decían que estaban muy alborotados, que la actividad rusa se había incrementado muchísimo con respecto al verano. Había días en los que en los frentes que van entre Avdivka y Bajmut se registraban hasta 50 ataques rusos sincronizados. Además, yo daba fe de que el duelo de artillería era muchísimo más intenso. Se veían explosiones por todas partes cuando estabas allí trabajando con ellos día a día. Y parece que el año, además de terminar, como decíamos, con inmersos en esa guerra de posiciones, pues es posible que en estos primeros compases del invierno Ucrania pierda ciudades clave. Ha perdido ya Marinka, Avdivka pende de un hilo y también las ciudades de Andriivka y de Klitschivka, que están justo al sur de Bajmut, pues es muy probable que a lo largo de las próximas semanas también caigan en manos rusas. 

El destructor Tipo 45 de la Marina Real Británica HMS Defender llega al puerto de Odessa, Ucrania, en el Mar Negro el 18 de junio de 2021 (REUTERS/SERGEY SMOLENTSEV)

María ya, por último, brevemente, ¿cómo piensas que puede venir el año 2024? 

Ahora mismo, el Gobierno entero de Zelensky y todos los ciudadanos del país, están deseosos de la llegada de esos paquetes de ayuda que están paralizados. Tanto la ayuda armamentística que tiene que llegar de Estados Unidos como esa ayuda económica, esos 50.000 millones de euros que ha propuesto enviar la Unión Europea y que ha paralizado el Gobierno de ultraderecha de Hungría. Se cree también, se espera más bien con esperanza, que además de que ese dinero y esos paquetes armamentísticos vengan acompañados de los F-16 y eso pueda marcar un punto de inflexión. 

Ahora mismo la guerra que se está viviendo en Ucrania es una guerra totalmente simétrica, una guerra de posiciones, una guerra de trincheras. En las que hay un desgaste altísimo, tanto humano como de material, sin que se consiga ningún cambio. Y lo que Ucrania espera, en lo que Ucrania tiene puestas sus esperanzas, es que con el envío tanto de aviación de esos F-16 como de los misiles de largo alcance, lograr que esa guerra se convierta en algo asimétrico. Lograr saltarse esas defensas, esos campos de minas tan férreos que ha sembrado Rusia y que impiden que la infantería avance, lograr salvarles por el aire con esos recursos, esos aviones, esos misiles de largo alcance y de esta manera poder romper brecha en las filas rusas y poder hacer que el tablero en el campo de batalla se mueva. 

Bombardero B-1B de la Fuerza Aérea de EE. UU. y aviones de combate F-16 de la USAF (PHOTO/REUTERS)

No obstante, habéis hablado al principio de Zaludnit, del comandante en jefe del Ejército ucraniano, de esa rueda de prensa que ha dado, en la que ha mostrado un claro disgusto, la manera en la que se plantea el reclutamiento de efectivos, como la manera en la que se está gestionando todo lo relativo al armamento, el dinero, todo lo que mueve esta guerra. No está claro que, con la simple llegada de aviones F-16, los pilotos aún se forman, que es otro gran escollo, porque no creo que sea nada fácil pilotar un F-16, y se está haciendo a marchas forzadas esa formación para los pilotos que los tendrán que mantener. Y luego tenemos que ver cómo rinde eso cuando estén sobre el aire.