El primer ministro británico Boris Johnson ha dado luz verde a la Estrategia Espacial de la Defensa que concreta el papel militar en la esfera ultraterrestre

El frenético ritmo del Reino Unido para convertirse en potencia espacial

PHOTO/Andrew Parsons No10 Downing Street - La estrategia Espacial de la Defensa de Boris Johnson pretende contribuir a la libertad de acción del Reino Unido y proteger y defender los intereses esenciales de Londres allí donde se encuentren

Con las preocupaciones centradas en su devenir político y la atención volcada en la evolución de la crisis de Ucrania, el polémico primer ministro británico Boris Johnson acaba de recordar a Estados Unidos, la Unión Europea, Francia y, por supuesto, a China y Rusia, que el Reino Unido es una potencia nuclear, y que ahora va camino de convertirse en un gigante espacial civil y militar.

Hace menos de un año, exactamente el 16 de marzo de 2021, el actual inquilino del número 10 de Downing Street expresaba su empeño de que Gran Bretaña fuera en la década de 2030 un actor espacial “significativo”. Su deseo era y es mantener la libertad de acción de la nación y disponer de capacidades espaciales más que suficientes para contribuir de manera decisiva a la protección y defensa de los intereses esenciales de Londres allí donde se encuentren.

No importa que Boris Johnson sea invitado por sus propios compañeros de partido a dimitir por haber hecho lo contrario de lo que predicaba en los momentos de mayor expansión de la pandemia por COVID-19. Si sus oponentes lo logran, la maquinaria administrativa de Whitehall es lo suficientemente sólida para que, si llega el caso, su sucesor lleve a buen término la visión, objetivos y planes que contiene la recién aprobada Estrategia Espacial de la Defensa. 

Documento que complementa y completa la Estrategia Espacial Nacional que vio la luz a finales de septiembre de 2021, la Estrategia Espacial de Defensa fue presentada el 1 de febrero en el King College de Londres por el secretario de Estado de Defensa para Adquisiciones, Jeremy Quin, junto con el jefe del Estado Mayor del Aire, el mariscal Sir Mike Wigston, ante la comunidad espacial industrial, militar, científica y académica británica, de la OTAN y otros aliados. 

Se trata de un “policy paper” que no requiere ratificación parlamentaria y que establece un plan para que el Reino Unido sea un importante actor espacial en el escenario global dentro de una década. Pero no solo eso. También incluye y concreta un volumen de recursos económicos de 1.400 millones de libras (1.656 millones de euros) para la protección y defensa de la nación mediante la activación de programas de mejora de los sistemas y plataformas espaciales. 

Para proteger y defender los intereses británicos 

En sus 35 páginas se recogen las metas y tecnologías vitales que hay que desarrollar y poner en servicio en los próximos 10 años para ejercer el mando y control, las comunicaciones, inteligencia, vigilancia, reconocimiento y la navegación de precisión, todo ello “para que las Fuerzas Armadas británicas estén en condiciones de ganar batallas en cualquier parte del mundo”.

Define tres grandes objetivos estratégicos. El primero consiste en proteger y defender los intereses del Reino Unido en y a través del espacio. Supone identificar, atribuir amenazas a los sistemas espaciales y “para luego responder de manera proporcionada y coordinada”, subraya el mariscal Wigston.

El segundo objetivo pretende integrar las actividades espaciales en las operaciones militares aeroterrestres, navales y de ciberdefensa. Exige, por ejemplo, disponer de comunicaciones seguras y resilientes vía satélite y contar con sistemas de inteligencia. El tercer pilar pretende constituir una plantilla de funcionarios y personal militar de la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea y proporcionarles formación continua en tecnologías y aplicaciones espaciales.

En definitiva, el Ministerio de Defensa que desde julio de 2019 dirige Ben Wallace ha culminado uno tras otro los principales eslabones que conforman el actual ecosistema espacial de las Fuerzas Armadas británicas. Por un lado, el Mando Espacial (UK Space Command), una organización conjunta constituida el 1 de abril de 2021 y puesta bajo el mando del vicemariscal del Aire Paul Godfrey.

Situado en la base aérea de High Wycombe, a unos 50 kilómetros al noroeste de Londres, su misión es integrar, coordinar y dirigir la totalidad del potencial espacial de la nación. Su punto neurálgico es el Centro de Operaciones Espaciales (UK Space Operations Center), que ejerce el mando y control a nivel operativo, una de cuyas responsabilidades es supervisar las 24 horas las actividades que desarrollan en el espacio ultraterrestre sus adversarios potenciales, de manera especial Rusia y China.

Una constelación de sensores de vigilancia

Con la vista puesta en fortalecer la vertiente espacial militar, la Estrategia Espacial de la Defensa es el instrumento que traza el mapa de ambiciones y prioridades de Londres, a la vez que informa a la industria y a los centros de investigación de los planes y recursos económicos que se van a poner a su disposición en los próximos 10 años.

De todos los programas que anuncia la Estrategia, el más importante es el que va a sentar las bases del programa Istari, una futura constelación de plataformas de inteligencia, vigilancia y reconocimiento equipados con sensores electro-ópticos y radar. Se lleva la parte del león, con cerca de 1.150 millones de euros, casi el 70% del total. Su complemento se llama Minerva, programa al que se considera “la columna vertebral digital”, que está enfocado a mejorar el procesado de imágenes y el flujo de datos procedentes del espacio.

Le sigue en importancia la protección del acceso a la órbita, al que se dedican 171 millones de euros. Otros 160 millones se invertirán en el programa Aurora, una arquitectura de mando y control concebida para que los generales puedan tomar decisiones en tiempo real sobre el campo de batalla. Y para desarrollar capacidades que redunden en un mejor conocimiento de las actividades que tienen lugar en el entorno ultraterrestre se vuelcan 100 millones de euros.

Otro foco de atención está en las tecnologías de comunicación por láser. Con el programa Titania dotado con 72 millones de euros, los militares británicos quieren tener banda ancha de muy alta velocidad de transferencia de datos en, hacia y desde el espacio. No hay que olvidar que los 1.656 millones de euros asignados a la Estrategia Espacial de la Defensa son adicionales a los casi 6.000 millones de euros (5.000 millones de libras) ya asignados a la renovación de Skynet, la constelación militar de comunicaciones seguras por satélite, cuya plataforma Skynet 6A fabrica Airbus Space Systems.

La Estrategia Espacial de la Defensa recién sacada a la luz pública define el papel que va a ejercer el Ministerio de Defensa británico para fortalecer la posición del Reino Unido en la esfera espacial internacional. Confirma que el Gabinete de Boris Johnson quiere hacerse un hueco entre las principales potencias espaciales del mundo y situar a Londres entre las economías espaciales más atractivas e innovadoras del planeta. El camino que ha emprendido Londres contrasta con el que se ha planteado, pero no ha comenzado Madrid, que todavía está ensimismado en discusiones sobre si son galgos o podencos.