La geopolítica de la Inteligencia Artificial: ¿es viable una tercera vía europea?
Nueve países, asociaciones y empresas anunciaron, en la víspera de la Cumbre de Acción sobre IA de Francia, el lanzamiento de Current AI, el proyecto europeo de Inteligencia Artificial
- La Cumbre de París y la regularización de la IA
- Falta de consenso internacional
- Impacto en la inversión tecnológica
- Consecuencias y desafíos de la IA
Tan solo han hecho falta dos años y cuatro meses desde que saliera ChatGPT para que, en las conciencias de todo el mundo, haya calado la idea de que nada volverá a ser igual.
El desarrollo de la Inteligencia Artificial, solo comparable con el impacto que tuvo la aparición de Internet, ha desatado una nueva carrera tecnológica entre Estados Unidos y China. Europa, con Francia a la cabeza, busca hacerse un hueco también en esta carrera.
La Cumbre de París y la regularización de la IA
La Cumbre de IA en París congregó a líderes de más de 60 países, incluyendo a Francia, China, India, Japón, Australia y Canadá, con el objetivo de establecer un marco regulador para la Inteligencia Artificial.
Ante la capacidad económica infinita de Washington y el nacimiento de la Inteligencia Artificial china DeepSeek, Francia quiere ser quien encabece el proyecto europeo con el lanzamiento de Current AI. Una aplicación que pretende mostrar que la ética y la democracia casan a la perfección con el desarrollo tecnológico.
La preocupación sobre los peligros potenciales de la IA se ha incrementado tras los tintes beligerantes que está adquiriendo en las últimas semanas, especialmente desde la llegada de Donald Trump a la Presidencia norteamericana y al nacimiento del chatbot chino, DeepSeek. Hay que tener en cuenta que el uso y desarrollo de la Inteligencia Artificial está cada vez más relacionado con la defensa y la guerra. Por ello, Europa espera que la innovación sirva para evitar que las IA se usen para ciberataques, vigilancia masiva y manipulación de la información.
El evento sirvió como una oportunidad clave para que los líderes mundiales establecieran reglas comunes para manejar los riesgos de la Inteligencia Artificial sin frenar la innovación.
Falta de consenso internacional
Sin embargo, mientras la Unión Europea (UE), con Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Emmanuel Macron, presidente de Francia, a la cabeza, junto con el apoyo otras potencias occidentales como Japón, Australia y Canadá, se mantienen firmes en la creación de una regulación más estricta, la falta de consenso de Estados Unidos y Reino Unido sigue debilitando la posibilidad del desarrollo de una regulación global.
Un rechazo que los norteamericanos justificaron alegando que una regularización estricta frenará la innovación de la industria en Occidente sin que ésta afecte a China, dando a entender que el gigante asiático no respetará las normas, a pesar de que el incumplimiento pueda acarrear sanciones de todo tipo. En cambio, el primer ministro británico, Keir Starmer, afirmó que solo se unirá a iniciativas que afecten directamente a su país.
Por su parte, JD. Vance, vicepresidente de Estados Unidos, deslizó que la Unión Europea estaba cooperando con China, lo que motivó más a los norteamericanos a rechazar las propuestas de regulación. Vance también criticó la presunta cooperación del bloque europeo con regímenes autoritarios, insinuando que China podría usar la IA para espionaje y control estatal.
“Ahora, nos enfrentamos a la extraordinaria perspectiva de una nueva revolución industrial, comparable con la invención de la máquina de vapor, pero eso nunca sucederá si la excesiva regulación disuade a los innovadores de tomar los riesgos necesarios para avanzar”, declaró el vicepresidente estadounidense.
Impacto en la inversión tecnológica
La Inteligencia Artificial está transformando la inversión en tecnología a nivel global, lo que ha llevado al Viejo Continente a anunciar una inversión de 200.000 millones de euros en infraestructura de IA, con el objetivo de competir con norteamericanos y chinos.
Dicha inversión se divide en: 50.000 millones de euros en financiación pública para acelerar el desarrollo de infraestructura de IA; y 150.000 millones de euros en inversión privada, comprometidos por grandes empresas como Airbus, ASML, Siemens, Infineon, Philips, Mistral y Volkswagen.
Sin embargo, estas cifras no se acercan a 500.000 millones de dólares que va a invertir Estados Unidos, aunque sí se comparan con la capacidad de Pekín. De hecho, el poder norteamericano es tal, que la inversión de la UE es tan solo el doble de la oferta que realizó, Elon Musk, CEO de Space X, Tesla y X, al CEO de OpenAI, Sam Altman, por la adquisición de ChatGPT.
Con el acuerdo de regulación, la UE buscaba desarrollar “superfábricas de IA” y centros de datos avanzados que sirvan como motor de crecimiento y desarrollo de herramientas. En cambio, la falta de acuerdos reflejó ciertas dudas sobre si los fondos y la financiación que destinará Europa será suficiente para hacerse hueco en un mercado en el que la competencia es altísima y donde sus competidores parten con mucha ventaja al respecto.
Consecuencias y desafíos de la IA
Aun existiendo el rechazo de Estados Unidos y Reino Unido, la Unión ya sembró la primera semilla en cuanto a la ley de Inteligencia Artificial. Como consecuencia a esta falta de consenso global, las empresas europeas pueden quedarse atrás frente a las norteamericanas y chinas puesto que operarían con muchas menos restricciones.
A este respecto, se refirió la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, señalando que “Europa no se está quedando atrás y perdiendo la carrera de la IA, sino que está apostando por un desarrollo que se centre en un enfoque equilibrado que garantice innovación y, sobre todo, seguridad”.
Los desafíos, sin embargo, son todavía un gran interrogante. La falta de acuerdos derivará en una mayor fragmentación en las regulaciones, lo que podría aumentar las barreras comerciales; intensificará la competencia, lo que puede dar lugar a malas praxis de estas e impactará de lleno en la industria global, obligando a la adaptación. Tanto es así que el 80 % de la banca ya utiliza la IA para optimizar sus procesos internos.