Las incógnitas de Nova Kajovka
Las consecuencias son desastrosas. Más de 18 millones de metros cúbicos de agua acumulados se abren paso en el río Dniéper tras la destrucción de la presa de Nova Kajovka, cerca de Jersón. Todavía no hay responsable de la voladura de la infraestructura, y los datos sobre la inundación y las evacuaciones cambian constantemente dependiendo de si la autoridad que informa es rusa o ucraniana.
La administración impuesta por el Kremlin en Nova Kajovka asegura que el nivel de agua durante esta mañana empieza a bajar, pero la emergencia de la inundación ha llevado a Rusia a declarar el estado de emergencia en las zonas controladas de Jersón. Según el alcalde ruso de la localidad, Vladimir Leontiev, al menos siete personas han desparecido tras la inundación y más de 900 personas tuvieron que ser evacuadas. Desde Kiev, las cifras y las acusaciones son mucho más duras.
“Los terroristas rusos han demostrado una vez más que son una amenaza para todo ser viviente. La destrucción de una de las reservas de agua más grandes de agua es absolutamente deliberada. Cientos de miles de personas se han quedado sin acceso normal al agua potable”, publica el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en un mensaje de Twitter. Según Kiev, más de 80 municipios están al riesgo de inundación, donde viven más de 42.000 personas. El jefe de la Administración Estatal Regional de Jersón, Oleksandr Prokudin, afirma que se han evacuado más de 1.300 ciudadanos de la ribera controlada por Ucrania, y se espera que se siga haciendo, a pesar de los continuos bombardeos.
“Bomba de destrucción masiva medioambiental”
Consecuencias para la población aparte, Zelenski se ha referido al desastre natural que provoca la inundación que ha calificado como un “ecocidio” y como una “bomba de destrucción masiva medioambiental” perpetrada por Moscú.
La destrucción de la presa involucra también a la central nuclear de Zaporiyia, la víctima de un chantaje continuo del Kremlin desde que comenzó la invasión. Tras la voladura de Nova Kajovka saltaron todas las alarmas sobre la seguridad de la central más grande de Europa al peligrar el estanque de agua para la refrigeración. Sin embargo, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha afirmado que este depósito “está lleno y tiene agua suficiente para varios meses”.
Una estrategia repetida
No es la primera vez que se utiliza el agua como un arma de guerra en la invasión rusa de Ucrania. Precisamente supuso una barrera natural de la que se aprovechó el Ejército ucraniano para salvar Kiev cuando Rusia llamaba a las puertas de la capital ucraniana.
Además de volar puentes estratégicos que impidieron el avance ruso, las Fuerzas Armadas ucranianas destruyeron la presa de Kiev, el primer gran embalse que recoge las aguas del río Dniéper y donde desemboca también el río Irpín. La pedanía de Demydiv quedó inundada tras el desbordamiento del agua, pero según los propios ciudadanos, fue el precio a pagar para poder salvar Kiev de las tropas del Kremlin. La extensión de agua por todos los territorios afectados pudo frustrar un asalto ruso en la capital y, sin duda, dio un tiempo valioso para la preparación de la defensa.
La presa del embalse de Kiev no es comparable con lo ocurrido con Nova Kajovka, pero mantiene en el río Dniéper una estrategia similar: la barrera natural que impide el avance de cualquier ofensiva. Se trata del río más largo y caudaloso de Ucrania y el cuarto más grande de Europa, con más de 2.200 kilómetros de largo. En la actualidad, supone la frontera natural en el óblast de Jersón, “la opción más razonable para organizar una defensa”, tal y como afirmó el general ruso Serguéi Surovikin, el entonces comandante de las fuerzas rusas en Ucrania.