Irán se dirige a la segunda vuelta de unas elecciones marcadas por la abstención
- La abstención volverá a ser la protagonista en la segunda vuelta
- Los conservadores piden el voto para Jalili
- “Sin un cambio profundo la desafección continuará”
La República Islámica de Irán se prepara para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales después de que solo el 39,9% de los ciudadanos emitiera su voto la semana pasada. Esta baja participación muestra una vez más el descontento general del pueblo iraní debido a la falta de libertades y la situación económica.
Este viernes, después de la retirada de los candidatos con menos votos, se enfrentarán en las urnas el conservador Saeed Jalili y el reformista Masoud Pezeshkian, quienes ya han participado el primer debate electoral previo a los comicios.
Durante este cara a cara de más de dos horas ambos candidatos debatieron sobre economía, minorías étnicas y religiosas y política exterior. En este punto, Pezeshkian, que aboga por mejorar las relaciones con Occidente, destacó la importancia de ampliar los lazos internacionales de Irán, priorizando primero a los países vecinos y luego a otras naciones con el fin de lograr el crecimiento económico.
Asimismo, afirmó que su política exterior estaría basada en el “compromiso con el mundo” y planteó la posible participación en negociaciones para levantar las actuales sanciones.
Por su parte, Jalili, exnegociador nuclear, defendió “una política exterior dinámica”, subrayando que no debería limitarse a aquellos países con los que existen tensiones y desacuerdos, en referencia a Estados Unidos y Occidente en general. En cambio, “Irán debería mirar a las otras 200 naciones del mundo donde las relaciones exteriores deberían mejorarse”, indicó.
Respecto a la economía, el conservador aseguró que “con el apoyo del pueblo" Irán lograría un crecimiento económico del 8 % anual, mientras que Pezeshkian preguntó por qué, a pesar de las enormes ventas de petróleo, el nivel de vida de los iraníes seguía siendo bajo.
Otro de los temas que plantearon en el debate fueron las restricciones a Internet. Jalili resaltó que las redes sociales que ya están restringidas, como Telegram, X e Instagram, deben cumplir con las regulaciones para operar en Irán, mientras que Pezeshkian, si bien defendió las limitaciones a Internet en ciertos momentos como protestas, argumentó que no hay motivo para mantener las restricciones actuales.
No obstante, ambos prometieron proporcionar un Internet mejor y más rápido con el objetivo de captar el voto de los más jóvenes.
Durante la campaña electoral, Pezeshkian también ha planteado medidas que suavizarían la actual ley del hiyab. Sin embargo, tal y como matiza el analista político Daniel Bashandeh, el velo obligatorio “es un símbolo de la República Islámica de Irán y la decisión no está en las manos del presidente”. “Lo importante es que vemos como cada vez más las mujeres iraníes salen sin el velo a las calles desafiando a las autoridades y la ley”, añade.
La abstención volverá a ser la protagonista en la segunda vuelta
Pezeshkian y Jalili coincidieron en que la baja participación en la primera vuelta -la más baja en la historia de la República Islámica- debería ser analizada. "No es aceptable que alrededor del 60% de los ciudadanos no emitiera su voto”, declaró Pezeshkian.
A pesar de que el líder supremo, Ali Jamenei, pidió una movilización “máxima”, la participación de esta primera vuelta ha disminuido en comparación con los comicios presidenciales de 2021, donde el 48% de los iraníes votaron, así como con las parlamentarias de hace tres meses, donde se alcanzó el mínimo histórico hasta el momento del 41%.
Respecto a esta segunda vuelta, Bashandeh cree que es probable que se vuelva a dar una participación baja ya que ningún candidato ha atendido a las causas de las protestas pese a todas las oportunidades que han tenido en los debates. "La población iraní demanda más derechos y oportunidades. Sin causas no hay movilización”, subraya.
“El votante conservador suele salir a votar y es fiel a la República Islámica, por motivos políticos, religiosos y económicos”, mientras que los candidatos reformistas “necesitan una alta participación para tener posibilidades”, apunta. No obstante, Bashandeh recuerda que los reformistas no han logrado movilizar a la población a pesar de que la élite política reformista, como Rohaní o Jatamí, se han posicionado a su favor.
Los conservadores piden el voto para Jalili
En la primera vuelta, de acuerdo con las cifras oficiales, Pezeshkian recibió más de 10,41 millones de votos de un total de más de 24,5 millones de papeletas contabilizadas, seguido por Jalili con 9,47 millones de votos.
Entre los otros candidatos se encontraban el presidente del Parlamento, Mohammad Bagher Ghalibaf, que recibió 3,38 millones de votos, y el clérigo Mostafa Pourmohammadi, con 206.397.
El alcalde de Teherán, Alireza Zakani, y el exvicepresiente, Amir-Hossein Ghazizadeh Hashemi, también se presentaron a las elecciones en un primer momento pero posteriormente se retiraron con el fin de concentrar los votos en torno a las candidaturas con más posibilidades.
Tanto Ghalibaf como Zakani y Ghazizadeh Hashemi han pedido a sus partidarios que voten por Jalili en la segunda vuelta del viernes para asegurar la victoria del “frente revolucionario”.
“En la primera vuelta Pezeshkian ganó porque había dos candidaturas conservadoras -Qalibaf y Jalili- y provocó la división del voto”, explica Bashandeh, quien destaca que “la clave está en donde irán a parar los votos de Qalibaf, que ya ha pedido a sus votantes alinearse con Jalili”. “Si se suman las dos candidaturas conservadoras superan el número de votos obtenidos por Pezeshkian”, agrega.
“Sin un cambio profundo la desafección continuará”
Estas elecciones son las primeras presidenciales que se celebran después de las masivas protestas tras el asesinato de la joven Mahsa Amini por llevar mal colocado el velo islámico. Estas manifestaciones se han extendido fuera de las fronteras de Irán, donde los iraníes han exigido a los gobiernos internacionales medidas más contundentes contra el régimen.
Aunque la muerte de Amini fuese el desencadenante de estas históricas protestas, poco a poco se fueron sumando otras causas que empujaron a la gente a salir a las calles, sobre todo a los más jóvenes. Casi todas las demandas estaban relacionadas con la falta de libertades y oportunidades, así como las fuertes restricciones y la brutalidad del régimen contra los manifestantes.
“La República Islámica necesita reformas estructurales. Las elecciones han dejado claro que el sistema solo representa a una minoría del país. Sin un cambio profundo la desafección continuará”, concluye Bashandeh.