Irán y Palestina, dos quebraderos de cabeza para el orden internacional
Irán es uno de los países que más temor genera en las diferentes políticas exteriores de los países occidentales, y no es para menos. El acopio de material armamentístico que ha llevado y sigue llevando a cabo el país presidido por Hasan Rohaní pone alerta a la comunidad internacional. El apoyo que supone el Estado iraní para las milicias hutíes en la Guerra de Yemen es tan sólo una muestra de la peligrosidad que supone para el mundo. Una amenaza que “no estamos tomando suficientemente enserio”, según Suzanne Maloney, vicepresidenta y directora de Brookings Foreign Policy, que ha organizado una semana de ponencias bajo el nombre de “Oriente Medio y la nueva Administración de Estados Unidos”, para tratar en profundidad todos los asuntos diplomáticos que les unen.
Ante la amenaza iraní surge la postura de un Estados Unidos que pretende limar asperezas tras los cuatro años de Administración Trump. Uno de los intervinientes en la primera de las cuatro jornadas que tendrá este evento de Brookings Foreign Policy, Will Hurd, exmiembro de la Cámara de Representantes del país norteamericano por parte del partido Republicano, destacó que “Estados Unidos es una potencia mundial por sus valores y su liderazgo, no sólo por su poder económico”, y por eso tiene una responsabilidad frente al resto de países. Postura similar a la de la exasesora adjunta de Seguridad Nacional en Irak y Afganistán, Meghan O’Sullivan, que, aun teniendo en cuenta la importancia de su país y su papel mediador en territorio hostil, argumenta que “no tiene en su mano acabar con la crisis de Yemen”, en referencia al conflicto que les une con Irán.
Y es que son muchos los motivos que tiene la Administración Biden para acercarse a Arabia Saudí. El apoyo al Gobierno internacionalmente reconocido de Yemen – presidido por Abd Rabu Mansour Hadi – es uno de los principales, pero no el único. La misma exasesora adjunta de Seguridad Nacional hacía especial hincapié en que “Oriente Medio es uno de los pilares fundamentales para competir con Rusia y China por ser la mayor potencia mundial”. La carrera por ser el líder del orden internacional lleva tiempo en marcha y, como no podía ser de otra manera, el poder de un Oriente Medio en pleno auge económico y tecnológico – como bien se puede ver en las enormes inversiones que están llevando a cabo el Reino saudí y Emiratos Árabes Unidos en los últimos meses – se antoja clave para asegurar el liderazgo del futuro más próximo de la política internacional.
Si hay algo claro es que Estados Unidos debe contar con el inestimable apoyo de su mayor aliado en Oriente Medio, Israel. A menos de un mes de afrontar las que serán sus cuartas elecciones en dos años, dos candidatos a arrebatar el puesto de primer ministro a Benjamín Netanyahu, como son Yair Lapid, líder de la oposición, y Gideon Saar, candidato por el partido Nueva Esperanza, han participado en el primer día de ponencias organizado por Brookings Foreign Policy. Si en algo están de acuerdo ambos candidatos es en la vital importancia del Plan de Acción Integral Conjunto y del riesgo que supone Irán “para todo el mundo, no sólo para Israel”, afirmaba Lapid. A lo que el candidato de Nueva Esperanza añadía que “Oriente Medio está más unido que nunca contra la amenaza iraní”, por lo que “deben compartir esfuerzos con Estados Unidos”.
Pero el primer día de ponencias que contó con todos estos protagonistas quiso ahondar un poco más en la cuestión palestina y tuvo el placer de sumar la presencia del que fuera en 2013 primer ministro de Palestina, Salam Fayyad. “El objetivo de Biden debe ser restaurar la confianza con la que Trump arrasó”, afirmaba con rotundidad el exprimer ministro. Sentar las bases de una nueva relación entre Palestina y Estados Unidos es posible, pero también recalca que el verdadero frente al que deben dar prioridad es Israel, siendo el país liderado por Joe Biden un mediador entre ambos pueblos.