Israel ataca instalaciones militares en Irán

El Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu (C), durante una reunión del Gabinete de Guerra en Kirya, en Tel Aviv - PHOTO/Oficina del Primer Ministro de Israel
Tel Aviv asegura que se han alcanzado todos los objetivos y que todos los aviones han regresado a sus bases mientras Teherán afirma que sus defensas antiaéreas han funcionado y minimiza los daños

Información publicada por Jonathan Sacerdoti en The Spectator

La gran operación de ataque aéreo llevada a cabo anoche por Israel en territorio iraní no tiene precedentes, ya que, al parecer, se dirigió contra más de 20 emplazamientos militares en un ataque coordinado de varias oleadas. Por primera vez, Israel no sólo llevó a cabo una operación a tan gran escala, sino que la reconoció abiertamente mientras se desarrollaba. Según fuentes israelíes, la operación logró sus objetivos, asestando un golpe decisivo a la infraestructura militar del régimen iraní.

Toda la misión regresó sana y salva a Israel, enviando un claro mensaje de la total superioridad aérea del Estado judío sobre las defensas iraníes, todo ello evitando o minimizando presumiblemente las bajas civiles. Sin embargo, a pesar de estos primeros indicios de éxito, la magnitud total de los daños sigue sin confirmarse, y los intentos de Irán de restar importancia al suceso subrayan la tensión y la complejidad que rodean este momento tan significativo.

Israel actuó con precisión y moderación. Israel, que al parecer atacó instalaciones de producción de misiles, sistemas de defensa aérea e instalaciones estratégicas de la Guardia Revolucionaria (IRGC), evitó cuidadosamente las infraestructuras nucleares y petrolíferas para limitar el riesgo de una escalada a gran escala y aplacar a Estados Unidos.

La decisión de no atacar estos activos de alto valor pone de manifiesto una estrategia calculada: Israel está enviando un mensaje claro a Irán de que su creciente poder regional y sus amenazas no serán toleradas, sin presionar para una confrontación a gran escala. La Administración Biden, en sus últimos días, sigue frenando a Israel para que no emprenda una acción a gran escala en Irán, incluso filtrando potencialmente información de inteligencia muy sensible sobre sus planes militares y sugiriendo absurdamente que Israel «se lleve la victoria» tras el bombardeo masivo inicial del régimen iraní contra Israel hace unos meses. 

Las defensas iraníes parecen haber sido superadas, dejando a Teherán incapaz de interceptar eficazmente los ataques altamente coordinados y sofisticados de Israel. Este resultado es más que un éxito táctico; es una humillación potencial para Irán, que pone al descubierto los puntos débiles de sus defensas y señala que incluso sus emplazamientos más fortificados siguen siendo vulnerables a las avanzadas capacidades de Israel. Al apuntar a la infraestructura militar, los ataques de Israel deberían haber mantenido a Estados Unidos de su lado y, lo que es más importante, también a los civiles iraníes.

De la noche a la mañana, Israel dejó claro que su seguridad nacional no puede verse anulada por restricciones externas, persiguiendo sus objetivos con decisión e independencia. La implicación física de Washington sigue siendo limitada, aunque la presencia de al menos 100 soldados estadounidenses operando el sistema de defensa aérea THAAD en Israel significa un nivel de compromiso que debería hacer reflexionar a Teherán sobre su próximo movimiento. 

En el pasado, Israel e Irán han evitado en gran medida enfrentamientos directos a gran escala. Pero con la escalada de los programas de misiles iraníes, su apoyo a las fuerzas proxy y su implacable afán de control regional, Israel considera estos acontecimientos como amenazas existenciales que no pueden ignorarse.

Los ataques aéreos reconocidos abiertamente por Israel indican una nueva fase asertiva en su postura defensiva, que se enfrenta a la agresión iraní directamente y sin pedir disculpas. Al hacer públicos los ataques a medida que se desarrollaban y al devolver todos los aviones sanos y salvos, Israel ha transmitido a Irán -y al mundo- el mensaje de que es capaz y está dispuesto a defender su seguridad, al tiempo que escucha responsablemente los llamamientos de sus aliados a la moderación.

Como es habitual, los medios de comunicación iraníes están haciendo horas extras para controlar la información, restando importancia a los ataques y afirmando que los daños fueron mínimos. Los medios alineados con el Estado, incluida la agencia de noticias Tasnim, afiliada a la IRGC, han desestimado los informes de grandes daños, calificándolos de exagerados y tachando las declaraciones israelíes de guerra psicológica.

Este patrón es coherente con las respuestas anteriores de Irán a los ataques en su suelo, ya que el régimen trata de mantener una imagen de estabilidad y fortaleza. Pero incidentes anteriores han demostrado que los informes iniciales de Irán son a menudo engañosos, destinados a suprimir la preocupación interna y proyectar resistencia.

La verdadera magnitud de los daños se irá conociendo a medida que se disponga de imágenes por satélite. Dada la precisión y la escala de los ataques israelíes, es probable que los activos militares iraníes sufrieran pérdidas significativas, a pesar de los desmentidos de Teherán. Para Israel, esta minimización por parte de los medios de comunicación iraníes podría indicar que Irán está considerando una respuesta moderada, una estrategia de contención destinada a evitar una escalada del conflicto hasta niveles inmanejables.

Sin embargo, incluso si Irán opta por restar importancia públicamente al impacto, el daño real a su infraestructura puede tardar algún tiempo en repararse y probablemente obstaculizará su influencia regional en el ínterin.

La rumoreada activación de las defensas aéreas sobre la residencia del Líder Supremo de Irán en Teherán podría indicar una represalia específica por un reciente ataque con drones dirigido por Hezbolá contra la residencia privada del Primer Ministro Benjamin Netanyahu en Cesarea.

Al atacar defensas aéreas e infraestructuras de misiles, Israel ha creado efectivamente una ventana de oportunidad en el espacio aéreo iraní. Esto plantea la posibilidad de que estos ataques no sean más que un precursor, preparando el terreno para posibles operaciones futuras dirigidas contra objetivos de mayor valor, incluidas las instalaciones nucleares. Las Fuerzas de Defensa israelíes confirmaron que Israel goza ahora de «mayor libertad de acción en el espacio aéreo iraní», un claro indicador de que la operación ha establecido las condiciones para nuevos enfrentamientos en caso necesario.

Este ataque plantea interrogantes sobre la estrategia a largo plazo de Israel. Los dirigentes israelíes han insistido a menudo en que el programa nuclear iraní es una amenaza existencial, pero la ausencia de instalaciones nucleares en la lista de objetivos sugiere que Israel está dando prioridad a la contención frente a la escalada, por ahora. Esta contención podría ser una opción estratégica, que permitiría a Israel mantener abierta la opción nuclear al tiempo que degradaría las capacidades militares inmediatas de Irán.

El nombre de la operación, «Días de Arrepentimiento», está cargado de simbolismo. Probablemente una referencia al Yom Kippur, el día más sagrado de Israel, esta elección puede sugerir que el ataque se planeó inicialmente para una fecha anterior y se pospuso para conseguir unas condiciones óptimas.

El nombre también subraya la gravedad con la que Israel considera su actual lucha contra Irán: una misión de defensa, llevada a cabo con precisión y moderación. Transmite la disposición de Israel a protegerse contra cualquier amenaza existencial, incluso si ello implica emprender acciones audaces y de alto riesgo mucho más allá de sus fronteras.

Por ahora, la respuesta de Irán sigue siendo una incógnita crítica. Se ha informado de que Teherán ha desplegado aviones de combate en el oeste del país, preparándose potencialmente para una respuesta escalada, aunque hasta ahora el régimen parece más centrado en el control de daños y la gestión de la imagen que en una represalia directa.

El énfasis de Irán en la rutina en las principales ciudades, los vuelos civiles operando con normalidad y los mensajes de «todo sigue igual» sugieren un intento calculado de restar importancia a los ataques israelíes y evitar provocar un nuevo conflicto. La presencia de fuerzas estadounidenses en Israel y las advertencias de Washington también pueden contribuir a la cautela de Teherán.

Sin embargo, es probable que la operación israelí haya infligido graves daños a la infraestructura iraní. Si el objetivo de la operación era preparar el terreno para futuras acciones, Israel puede haber avanzado en la remodelación del panorama de seguridad, obteniendo una ventaja táctica que podría utilizar en los próximos meses.

Los ataques israelíes marcan una nueva fase en el duradero conflicto entre Israel e Irán, en la que Israel ha adoptado una postura audaz y pública contra las ambiciones de Irán. Por ahora quedan muchas cosas sin respuesta. A medida que vayan apareciendo imágenes por satélite y análisis independientes, se pondrán en tela de juicio los esfuerzos de Irán por minimizar los daños. ¿Es la pista en el nombre de Israel para la operación que esto es sólo el comienzo en «días» de actividad?

Por el momento, esta operación ha demostrado que Israel actuará con decisión y unilateralmente para asegurar su defensa, a pesar de las fuertes presiones externas. En esta nueva era, el mensaje de Israel a Irán y al mundo sigue escuchándose de forma inequívoca: las amenazas a su supervivencia se afrontarán con precisión, determinación y firmeza.