Desde que Joe Biden ganase las elecciones, las instituciones europeas han estado esperando la oportunidad para mantener un encuentro presencial con el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Desde el inicio de su Presidencia, Biden ha insistido en su voluntad de restaurar las alianzas tradicionales de su país con el objetivo de renovar la asociación transatlántica y cooperar en la era postpandemia por la recuperación mundial sostenible y la protección del planeta.
Toca el turno del bloque occidental de sacar pecho y mostrar también la alianza que existe entre Estados Unidos y la Unión Europea, y por primera vez en once años el inquilino de la Casa Blanca participará en una cumbre europea presencial.

Aprovechando la cumbre del G7 y de la OTAN, la nueva Administración estadounidense ha dejado claro que ha vuelto a la senda del multilateralismo, dejando atrás los años de aislacionismo de la Administración Trump, quien puso en duda la utilidad de la OTAN e insistió en que los aliados elevasen su gasto militar.
La lucha contra la pandemia, los futuros retos sanitarios, el fomento del crecimiento ecológico, el fortalecimiento del comercio, la inversión y la cooperación tecnológica y la defensa de un mundo más democrático y seguro, con respeto al orden internacional basado en reglas, también forman parte de la agenda del encuentro de este tercer encuentro que Biden protagoniza en su histórico viaje a Europa y que cerrara en Ginebra, donde está previsto su cara a cara con su homólogo ruso, Vladímir Putin.

Los veintisiete también son conscientes de que Washington puede suponer un aliado decisivo ante el aumento de la tensión con China y Rusia. Durante los años de presidencia de Donald Trump, las relaciones entre Washington y Bruselas vivieron una de las épocas de más tensión de las últimas décadas. El expresidente criticó duramente a la Unión Europea, con sanciones comerciales incluidas, y puso en duda la relación entre ambas partes.
Durante su estancia en Bruselas el presidente Biden participará en la Cumbre Estados Unidos-Unión Europea. Donde Joe Biden podría aprovechar su presencia en el espacio comunitario para destensar la relación entre el Reino Unido y la UE, tras el Brexit. Y es que Estados Unidos se ha ofrecido en más de una ocasión para hacer de mediador y se espera que Biden pueda conseguir algún avance sobre todo en lo relativo a Irlanda del Norte.
Todo parece indicar que Bruselas y Washington pondrán todo de su parte para recuperar la sintonía, aunque haya diferencias. Como el desencuentro que existe con la liberación de las patentes. Biden defiende que se liberen para multiplicar la producción, mientras que Von der Leyen y Michel apuestan por que EE. UU. y otros levanten las trabas a la exportación, algo que ha liderado la UE. Además, el bloque comunitario prefiere que se fuerce a las farmacéuticas a permitir a otros que fabriquen sus vacunas a precio de coste o con una pequeña remuneración.

La era de guerras comerciales que abrió el presidente de EE. UU. tenían a la Unión Europea entre sus principales objetivos. Uno de los objetivos principales de esta cumbre entre la UE y EE. UU. es intentar renovar la confianza y rebajar las desavenencias comerciales que existen entre ambos tras la imposición por parte de la Administración Trump, del 25% a las importaciones comunitarias y del 10% a las aeronaves civiles grandes que el bloque comunitario vende a EE.UU. Asimismo, entre los productos que se veían afectados por los gravámenes figura el queso fresco, las aceitunas, el aceite de oliva y productos porcinos de origen español, alemán y británico; así como el vino francés, de acuerdo con una lista distribuida por la Oficina de Comercio Exterior.
El libre comercio y el orden mundial basado en reglas están en un momento muy bajo. Una de sus principales muestras el delicado estado de las relaciones transatlánticas, la piedra angular del orden internacional liberal establecido tras la Segunda Guerra Mundial. La guerra comercial y la guerra entre los dos gigantes aeronáuticos mundiales no hacen más que ahondar los problemas. El arte del acuerdo, que tanto profesaba Trump, parece más necesario que nunca para salvar el estatus de aliados que EE. UU. y la UE.
Se espera que traten de encontrar soluciones integrales y duraderas a sus conflictos comerciales y de competencia, se comprometan a incrementar la relación comercial y de inversión entre ambos bloques, así como a mantener y reformar el sistema de comercio multilateral basado en normas, al tiempo que aumenten su cooperación tecnológica y de sistemas seguros de flujo de datos.