La crisis migratoria se recrudece en medio de la crisis sanitaria
A mediados de agosto el periódico estadounidense, The New York Times, ponía el punto de mira en las medidas ilegales que el Gobierno griego llevaba a cabo para mantener a los refugiados y migrantes alejados de sus fronteras.
Según el artículo, sustentando en declaraciones de superviviente, miembros de la Guardia Costera de Turquía e investigadores académicos, al menos 1.072 solicitantes de asilo han sido empujados al agua para valerse por sí mismos. Los migrantes han sido obligados a tirarse al mar en balsas salvavidas en, al menos, 32 expulsiones distintas.
Estas expulsiones, según el derecho internacional son ilegales y el peligro que representan para la vida humana contradicen el principio de “no devolución”, que prohíbe estas actividades.
En el derecho internacional, el principio de “no devolución” garantiza que nadie debe ser devuelto a países en el que puede encontrarse torturados, tratos crueles, inhumanos o degradantes. Este principio es vinculante para todos aquellos países, incluido Grecia, que son signatarios de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, el Protocolo de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados o la Convención contra la Tortura de 1984.
El ministro de Migración y Asilo griego, Notis Mitarakis, emitió un comunicado declarando que Grecia ha llevado a cabo una política de migración dura pero justa y “respeta plenamente sus obligaciones en virtud del derecho internacional”. El ministro heleno puso en duda las declaraciones de la Guardia Costera turca y agregó que “las entrevistas publicadas por refugiados que actualmente residen en Turquía no proporcionan ninguna evidencia de que esas personas estén en riesgo en Turquía y, por tanto, puedan buscar el estatus de refugiado allí”. En la misma línea que su ministro, en la CNN el pasado 22 de agosto, el primer ministro Kyriakos Mitsotakis describía a su país como una víctima de una campaña de desinformación por parte de Ankara que quiere convertir en “arma el problema de la migración”.
Aunque las relaciones entre ambos países nunca han sido buenas, desde que Turquía declaró que abriría su frontera terrestre con Grecia, echando un pulso a la UE, miles de personas se encontraron varadas entre los dos países.
Por esas fechas, el 10 de marzo, el NYT había advertido sobre la línea dura adoptada por Atenas con los inmigrantes y revelo que el Gobierno heleno detenía a estas personas en un lugar extrajudicial secreto antes de expulsarlos a Turquía, sin seguir el proceso debido por el derecho internacional. Varias organizaciones internacionales como Human Rights Watch han denunciado a Grecia de empujar barcos que transportaban a cientos de migrantes a aguas turcas entre marzo y julio.
El coronavirus ha dejado a países como Túnez, con grandes dificultades económicas y altas tasas de desempleo, o Libia inmersa en una guerra civil, en posiciones mucho más vulnerables y a un aumento de las llegadas por mar este año a países como Italia y Malta, según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Pero las respuestas por parte de miembros de la Unión Europea, como Grecia con la ausencia de rescates marítimos en el Mediterráneo han dejado en evidencia las políticas europeas. Agobiados por el coronavirus, la respuesta de Europa ha sido fría. El primer ministro británico, Boris Johnson dijo que los viajes en el Canal eran “muy malos, estúpidos, peligrosos y criminales” y los legisladores en la isla italiana de Lampedusa dijeron que estaban destruyen el turismo, según INfoMmigration.
Hace unos días, un hombre fue encontrado muerto en la playa de Sangatte, cerca de Calais, en el norte de Francia. Él y un amigo habían intentado cruzar el Canal de la Mancha, una de las rutas marítimas más transitadas del mundo, en un bote inflable. Según la BBC, un acompañante del fallecido, este tenía 16 años, aunque las autoridades francesas dijeron que sus papeles pertenecían a un migrante sudanés de 28 años y una autopsia que mostró que era un adulto.
La ministra del Interior del Reino Unido, Priti Patel, calificó esta muerte como una “pérdida trágica” y un “recordatorio brutal de las aborrecibles bandas criminales y traficantes de personas que explotan a las personas vulnerables”. Según un análisis de PA Media, casi 4.900 personas han cruzado el Canal de la Mancha en pequeñas embarcaciones desde que comenzara el confinamiento.
ACNUR ha informado de que en Italia se han registrado 16.942 llegadas por mar, en comparación con las 11.471 en todo 2019.En julio, 180 migrantes fueron evacuados a Italia desde un barco Sea Watch después de varios intentos de suicidio y amenazas de disturbios.