Ankara estrecha lazos con Riad en medio de una crisis económica latente, un aislacionismo heredado y unas elecciones pendientes

La estratégica relación de Turquía con Arabia Saudí

AFP PHOTO/SERVICIO DE PRENSA DE LA PRESIDENCIA TURCA - El pasado mes de abril, el presidente turco dio una muestra de apaciguamiento con el príncipe heredero saudí durante una visita a Arabia Saudí, la primera en cinco años

Los cimientos de la era presidencial de Erdogan se consumen. El pronóstico de una política fracasada en materia económica, que ha llevado a la devaluación de la lira turca y a una inflación galopante en el país, se viene adueñando de la campaña electoral en Turquía que comenzó prácticamente en el terremoto de febrero.  

Y la imagen de un Erdogan “más débil que nunca” se ha propagado con facilidad por la oposición turca, aglutinada en la coalición que lidera Kemal Kiliçdaroglu, el líder del Partido Republicano del Pueblo que aspira a desbancar al desgastado Erdogan en las próximas elecciones del 14 de mayo, por primera vez desde 2003. Pero el todavía presidente sigue tejiendo una gran política exterior que solucione los problemas internos. 

Hace tiempo que el presidente turco recalibró las relaciones con sus vecinos después su embarco en una política exterior agresiva. Una forma de reconstruir su estatus político y salir con éxito del aislacionismo que el propio Erdogan propició. Desde entonces, el Gobierno turco ha acercado posturas con Egipto, Emiratos Árabes Unidos, y sobre todo, Arabia Saudí, el peso pesado del Golfo y que el promete salir al rescate de la desastrosa crisis económica turca.  

Para ello, a Erdogan le conviene cuidar el trato con su nuevo socio. Esta misma semana el viceministro de Relaciones Exteriores turco, Burak Akcapar, se reunía en Riad con su homólogo saudí, Waleed Al-Khuraiji, para conversar sobre los temas regionales e internacionales de interés e impulsar la cooperación en la primera ronda de consultas políticas entre los dos países, economía mediante. 

Burak Akcapar visitó también la suculenta sede del Congreso de Cooperación del Golfo (CCG) y mantuvo conversaciones con su secretario, Jassem Albudaiwi, y el secretario general adjunto para asuntos políticos y de negociación, Abdulaziz Aluwaisheg. Un interés que ha sido punta de lanza para Ankara después de que Riad inyectara el mes pasado 5.000 millones de dólares en el Banco Central de Turquía, una gran ayuda catalizadora para afrontar la crisis económica del país. 

En todo caso, este fortalecimiento de los lazos viene precedido por las distensiones de Erdogan con el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, que se sellaron hace un año con la visita del presidente turco al Reino wahabí y la del príncipe heredero a Turquía dos meses después. Enterrada la crispación tras el caso Khashoggi, bin Salmán tomó con mesura la cooperación económica con Erdogan, incluido el levantamiento al boicot saudí a los productos turcos. 

El Reino saudí llevó la iniciativa de apoyar a Turquía tras el seísmo que devastó el sur del país mediante el envío de ayuda humanitaria y de socorro. Pero Riad ha ido más allá de una píldora de ayuda en un momento crítico: nuevas relaciones comerciales de Ankara con el Golfo Pérsico. Erdogan, como si fuera su última carta en el limbo presidencial, aspira con ello a afianzar el intercambio de divisas con el Golfo similar al volumen de negocio que ya posee con China, Qatar, Corea del Sur y Emiratos Árabes Unidos y que supera más de 28.000 millones de dólares.