La retirada rusa de Jersón: el temor a una trampa
Rusia se retira de Jersón, la única capital regional que había conseguido Moscú desde el inicio de la invasión. Unas horas después de que lo anunciara el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, la comunidad internacional reaccionaba ante lo que se considera ya otro hito para las tropas ucranianas. “Es alentador ver como Ucrania es capaz de liberar territorio”, celebraba el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Sin embargo, en Ucrania la celebración no es especialmente efusiva. Julio Suárez Rodríguez, padre del ucraniano Vitaly que se encuentra en el óblast de Jersón, señalaba en una conversación con Atalayar la situación de sus amigos y familiares en la ciudad. “Están con miedo. Piensan que lo que va a pasar allí es una trampa de los rusos a los ucranianos. De hecho, los soldados rusos se han vestido de civiles y están escondidos en apartamentos y casas”, señalaba Julio.
Una posición muy similar a la que sostenía el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski: “El enemigo no nos hace regalos, no realiza gestos de buena voluntad”, decía en su locución diaria la noche del miércoles. “Hoy en día hay mucha alegría en el espacio de la información, y está claro por qué. Pero nuestras emociones siempre deben ser restringidas durante la guerra”, declaraba el presidente ante el clima de victoria sobre la retirada rusa de Jersón.
Y es que no todo está recuperado. Los temores de Kiev ante una posible ofensiva desde el lado oriental del río Dniéper son cada vez más reales. “No sabemos qué va a pasar. Si entran las tropas ucranianas a la ciudad, y si los rusos bombardean, pueden hacer un destrozo terrible. Los rusos al marcharse han saqueado todos los museos, iglesias, se han llevado las obras de arte, han saqueado los hospitales y se han llevado las medicinas. De esto sacamos la lectura de que lo que quieren es destruir la ciudad”, decía Julio Suárez.
Según el último informe del Ministerio de Defensa británico, las fuerzas rusas destruyeron puentes y “probablemente colocaron minas para frenar y retrasar el avance de las fuerzas ucranianas”. Por su parte, el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW) ha considerado en su último informe que es “poco probable” que la retirada rusa sea una trampa para atraer a las tropas ucranianas a lo que muchos analistas consideraban como una batalla urbana.
En cualquier escenario, tanto la inteligencia británica como el ISW coinciden en que la retirada rusa de Jersón tardará varios días y las fuerzas rusas tratarán de repeler cualquier complicación con artillería para que las unidades lleguen en buen estado a la ribera oriental del Dniéper.
Con la retirada de Jersón, Rusia pierde por el momento uno de los principales objetivos en el trascurso de la invasión: usar la ciudad de Jersón como la llave para la conquista de Odesa, el principal puerto del Mar Negro, y un posible corredor terrestre hasta Transnistria, la región separatista prorrusa de Moldavia. Ucrania, según los analistas, puede asegurar la viabilidad económica y recuperar la posibilidad de lanzar una ofensiva que corte el corredor terrestre entre el Donbás y Crimea, actualmente descoordinados.
En todo caso, la retirada rusa de Jersón supone un punto de inflexión en el conflicto. “Recalibrar las posiciones”, tal y como señala el presidente estadounidense Joe Biden. Según el comandante de las fuerzas rusas en Ucrania, Sergei Surovikin, la decisión vino precedida por los problemas de reabastecimiento de las tropas, comprometida tras la contraofensiva ucraniana iniciada en agosto. La resolución del Kremlin fue anunciada horas después de que se notificara la muerte del vicegobernador impuesto por Moscú en Jersón, Kiril Stremoúsov, la única voz que se oponía a la retirada de las tropas rusas del óblast. Otra acusación de asesinato que suma el régimen de Putin.