Las guerras de Estados Unidos en 2019

Alex Erquicia

Pie de foto: Soldados norteamericanos suben a un avión de transporte en la base militar de Bagram en Afganistán. AP Photo/Musadeq Sadeq, 

Cuando se menciona Venezuela en Washington hoy en día suenan tambores de guerra. Mientras, mucho más al este del continente americano, las 2,000 tropas estadounidenses en Siria siguen a la espera sobre su situación tras el anuncio en diciembre del presidente Donald Trump de que regresarían a Estados Unidos. Defendiendo su decisión, Trump llegó a decir que EE UU no debe ser “el policía de Oriente Próximo.” Pese a su promesa de sacar a las tropas del país sirio, EE UU aun tiene tropas en Afganistán, sigue involucrado en la guerra de Yemen y continúa con Irán en su punto de mira, "el principal patrocinador estatal del terrorismo" en el mundo, según Trump. Las guerras en 2019 marcarán el rumbo de la política exterior de Estados Unidos y se librarán dentro, entre el Congreso y el gobierno, y fuera de sus fronteras.  

La idea de que EE UU no debe actuar como policía de la región parece ya olvidada dado que esta semana el presidente aseguraba que las fuerzas estadounidenses deben permanecer en Irak para que pueda vigilar de cerca al vecino Irán. Mientras tanto Trump quiere la retirada de soldados en Afganistán también, algo que va a estar condicionado a las negociaciones entre EE UU y los talibanes. Los talibanes, que demandan la retirada de tropas, han recuperado partes del país y saben que tienen influencia sobre el proceso que se abre mientras que el gobierno afgano se encuentra debilitado. Sobre la mesa hay una oportunidad para pasar página como ha quedado revelado con el principio de acuerdo de paz entre los talibanes y el gobierno de EE UU que publicó The New York Times, marcando el inicio de un proceso de paz creíble entre ambos bandos.

Washington busca poner fin a la guerra en Afganistán que lanzó hace 18 años y supone la más larga de su historia. El presidente y su equipo, al que le convendrá escuchar durante los próximos meses, deberán definir bien la estrategia en Afganistán (al igual que en Siria) y medir cuanto está dispuesto a ceder a los talibanes. EE UU invadió  el país en octubre de 2001 de la mano del presidente George Bush como respuesta a los ataques del 11 de septiembre y con el objetivo de acabar con el santuario de Al Qaeda y remover a los talibán del poder. 

 En el discurso del Estado celebrado el martes el presidente Trump mostró sus intenciones de terminar con los conflictos militares en los que EE UU se encuentra engullido, una promesa electoral más. Ante ambas cámaras aseveró que en Afganistán e Irak casi 7.000 "héroes estadounidenses" han perdido la vida y más de 52,000 estadounidenses han resultado gravemente heridos. "Hemos gastado más de 7 billones de dólares en Oriente Medio," dijo Trump, que aseguró que las grandes naciones no luchan en guerras sin fin. En la actualidad, EE UU tiene desplegados cerca de 14.000 soldados en territorio afgano.

REUTERS/Kevin Lamarque 

El conflicto hoy se encuentra abierto y sangriento con el gobierno y los talibanes luchando por el poder tras años de intervención militar internacional que deja un país muy segmentado y con los talibanes fortalecidos. Dicho personal militar es parte de la operación RSM (Resolute Support Mission) liderada por la OTAN, lanzada en 2015 como continuación de la misión de la ISAF (nternational Security Assistance Force), y desarrolla operaciones unilaterales en la lucha contra Daesh y otras organizaciones terroristas. Existen rumores de que Trump haga una visita a las tropas en territorio afgano. 

Pese a que los anuncios de retirada de tropas señalen que el fin de la presencia militar en Siria y Afganistán está cerca, existe mucha incertidumbre, incluso dentro de la Casa Blanca y el Pentágono, acerca de las intenciones de Trump, la estrategia y el plan de retirada. La evidencia de la falta de cohesión al respecto fue latente cuando el general James Mattis presentó su renuncia como secretario de Defensa, horas después de que el presidente anunciara su decisión sobre Siria, mostrando su inconformidad con el modus operandi de Trump. Días más tarde hizo lo mismo enviado especial de EE UU para la coalición contra el Daesh, Brett McGurk. 

Esta semana el jefe del Mando Central de las fuerzas armadas de EE UU, Joseph Votel, también aseguró que no fue consultado antes de que el presidente Trump realizara el anuncio sobre la retirada de las tropas de su país de Siria. Para más inri, Votel ha dicho que la derrota total de Daesh en Siria, motivo que alegó Trump para la decisión de anunciar el regreso de las tropas en Siria, no se ha llegado a producir y que la lucha contra la  organización terrorista todavía "no ha terminado". "Daesh aún controla cerca de 20 millas cuadradas de territorio en Siria, donde el grupo terrorista aún tiene aproximadamente entre 1.000 y 1.500 combatientes," dijo Votel en el Senado. Por su parte el Pentágono ha advertido de que Daesh podría resurgir en Siria en unos meses indicando que pese a estar debilitado mantiene al país norteamericano en vela. El presidente de EE UU se ha colgado la medalla en más de una ocasión alegando que Daesh ha sido derrotado pero parece claro que el desafío de seguridad internacional compartido que supone la organización sigue siendo una prioridad mundial. Daesh, busca el próximo capítulo, y varias informaciones aseguran que se abre camino en África occidental. 

Pie de foto: Soldados norteamericanos patrullan en Afganistán. REUTERS/Omar Sobhani/

Aún así, las guerras en las que EE UU tiene presencia en la actualidad van más allá de la de Siria o Afganistán. La  guerra que se batalla en Yemen desde 2015 tiene una importante presencia estadounidense que apoya a la coalición liderada por Arabia Saudí, que confía en las armas estadounidenses para conducir su guerra, contra los hutíes, respaldados por Irán. Pese a que las negociaciones entre ambos bandos (el gobierno yemení apoyado por Arabia Saudí y los hutíes) avanzan lentamente, todavía no existe una hoja de ruta clara para llegar a un acuerdo de paz. 

El Pentágono afronta ahora una crisis porque, según una investigación de la CNN, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos transfirieron armas estadounidenses que fueron enviados para la intervención de la coalición en Yemen, a grupos terroristas ligados a Al Qaeda, milicias salafistas y rebeldes apoyados por los iraníes que combaten en la guerra en Yemen. "Han utilizado armas fabricadas en EE UU como una forma de moneda para comprar la lealtad de milicias o tribus, reforzar a ciertos actores armados e influir en el complejo panorama político," lee el informe. En Washington preocupa que estas organizaciones terroristas tengan acceso a la tecnología y lo expuesto que queda el país ante ellos. Mientras tanto el Congreso de EE UU continúa elevando la presión para que el gobierno ponga fin al apoyo que recibe la coalición internacional en dicho conflicto. 

Trump tiene claro que la lucha contra el terrorismo es uno de los focos de su política exterior. A medida que las negociaciones con los talibanes en Afganistán avancen EE UU deberá decidir qué política quiere seguir para lograr el objetivo y, sobre todo, que el Daesh o Al Qaeda no aproveche el vacío de poder. Lo mismo con Siria si al final resulta que cumple con su promesa de retirar las tropas. Los próximos meses serán claves para el futuro de las tropas de EE UU y de las intervenciones, conocidas, de EE UU. El presidente decidirá si aplica una estrategia de negociación y resolución de conflictos o una de Twitter y enorgullecimiento propio. Si juega bien sus cartas, y escucha a su equipo y la inteligencia que le proporcionan, Trump tiene una oportunidad para lograr un avance en política exterior verdadero, que atraiga a su base y con el que su presidencia será recordada, acabar con la guerra más larga de la historia estadounidense. Queda preguntarse si, como dijo Trump, EE UU no debe patrullar Oriente Medio… ¿debería hacerlo en América Latina?