El Líbano se prepara para la era posterior a Hezbolá

Partidarios de Hezbolá llevan imágenes del difunto líder de Hezbolá Sayyed Hassan Nasrallah, en una protesta organizada por ellos contra lo que dijeron que era una violación de la soberanía nacional, cerca del aeropuerto internacional de Beirut, Líbano - REUTERS/EMILIE MADI
La entidad chií proiraní padeció golpes militares y políticos, como el asesinato de Sayyed Hassan Nasrallah

El nuevo Líbano busca diseñar la nueva etapa nacional posterior al control del Hezbolá, según se desprende de las últimas declaraciones del Gobierno libanés. 

El Ejecutivo del Líbano quitó la referencia al rol de la “resistencia” en defensa de la nación, algo que quita del panorama a Hezbolá y bloquea la influencia de Irán a través de armas y financiación.

Por primera vez en más de dos décadas, la declaración del Gobierno, según los observadores, se apartó de legitimar el papel de Hezbolá en la defensa del Líbano.

La declaración, aprobada el lunes por el Consejo de Ministros presidido por el primer ministro Nawaf Salam, establecía las prioridades del Gobierno, centrándose en la soberanía nacional, el desarme y la adhesión a la Resolución 1701 de la ONU.

El término “resistencia armada” se ha asociado durante mucho tiempo con Hezbolá y la justificación del grupo para mantener una presencia armada fuera del control estatal, argumentando que es necesaria para defender el Líbano de la agresión israelí.

La medida se produce después de que Hezbolá sufriera una serie de reveses militares y políticos, incluido el asesinato de varios de sus principales líderes por parte de Israel, entre ellos su jefe, Sayyed Hassan Nasrallah, junto con devastadores ataques aéreos contra su infraestructura en el Líbano y Siria.

Desde el Acuerdo de Taif en 1989, los sucesivos gobiernos libaneses han incluido alguna referencia a la resistencia armada en sus declaraciones políticas, que históricamente se utilizaba como una referencia amplia al derecho de Beirut a resistir la ocupación israelí.

El ex primer ministro Salim Hoss, que ocupó varios mandatos entre 1976 y 2000, había enfatizado constantemente la necesidad de liberar el sur del Líbano de la ocupación israelí y había apoyado una “valiente resistencia”.

Referencias similares aparecieron en las declaraciones políticas del ex primer ministro Omar Karami en 1991, quien afirmó el derecho del pueblo libanés a la resistencia legítima en virtud de la Carta de las Naciones Unidas, y del primer ministro Rafik Hariri en 1995, quien había declarado que resistir a la ocupación era un “deber nacional y político” y afirmó que enfrentar la ocupación por todos los medios disponibles era tanto un derecho como un deber.

Incluso después de la retirada de Israel del sur del Líbano en 2000, el término siguió utilizándose, a pesar de las crecientes divisiones políticas sobre el brazo armado de Hezbolá. Aunque el lenguaje se ha vuelto más vago en los últimos años, la referencia a la “resistencia” se ha incluido sistemáticamente, hasta ahora.

Los observadores creen que contrarrestar la influencia iraní en el Líbano brindará la oportunidad de crear otras asociaciones diversas que puedan ayudar a encontrar soluciones rápidas a las crisis sociales y financieras del país, incluidas asociaciones con los Estados del Golfo y los países occidentales. Estos actores, dicen los observadores, pueden ofrecer inversiones en proyectos clave como la exploración de petróleo y gas, sin que Hezbolá bloquee futuros acuerdos para evitar inversiones extranjeras y fortalecer la influencia de Irán.

En la declaración política, el Líbano también abandonó los obstáculos anteriores que Hezbolá y sus aliados pusieron en el camino de la financiación extranjera al anunciar su intención de recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI).

La declaración política afirmaba que el Gobierno libanés negociará un nuevo programa con el FMI y que está trabajando para hacer frente a la crisis financiera y la deuda pública.

Los partidarios y aliados de Hezbolá denunciaron la declaración política como una desviación “peligrosa” de la postura histórica del Líbano sobre la resistencia armada contra Israel.

El diputado de Hezbolá Hassan Fadlallah criticó al Gobierno por lo que llamó un intento de “apaciguar a las potencias occidentales”, advirtiendo que el Líbano no podía renunciar a su derecho a defenderse. Mientras tanto, los miembros de la oposición anti-Hezbolá acogieron el cambio como “muy esperado”.

El diputado Ashraf Rifi, crítico de Hezbolá desde hace mucho tiempo, calificó la omisión como un paso hacia la reafirmación de la soberanía estatal, argumentando que el Líbano debe separarse de los conflictos regionales de Hezbolá y alinearse con los socios árabes e internacionales.

La declaración política se debatirá en el Parlamento los días 25 y 26 de febrero, durante los cuales el gabinete de Salam deberá obtener el voto de confianza del Parlamento para comenzar su labor.

La declaración también subrayó la necesidad de entablar un diálogo con Siria, reforzar la seguridad fronteriza y facilitar el retorno de los refugiados sirios. Además, se comprometió a que el Líbano no se utilizará como plataforma para atacar a naciones aliadas y amigas.

Más allá de la seguridad y la política exterior, la declaración destacó la intención del Gobierno de establecer un fondo de reconstrucción para garantizar la transparencia en los esfuerzos de reconstrucción tras los devastadores enfrentamientos del año pasado con Israel, que habían desplazado a miles de personas y exacerbado la crisis económica del país.

También subrayó el compromiso con la independencia judicial y apoyó la reanudación de las investigaciones sobre la explosión del puerto de Beirut, una demanda impulsada desde hace mucho tiempo por las familias de las víctimas.