Libia, el largo y tortuoso camino hacia la paz
La esperanza ha vuelto a Libia tras más de nueve años de guerra. Las delegaciones del Alto Consejo de Estado libio y el Parlamento de Tobruk han llegado a un acuerdo tras cinco días de conversaciones en Bouznika, Marruecos. El objetivo de este encuentro era “mantener el alto el fuego y abrir negociaciones para poner fin al conflicto entre las partes libias”, según informaron el pasado domingo, día en el que comenzaron las conversaciones.
En un comunicado conjunto emitido este viernes, las dos partes han anunciado que se ha alcanzado un acuerdo integral sobre los criterios, mecanismos y objetivos a seguir, de acuerdo con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Marruecos. Los dos bandos implicados en el conflicto libio también han mostrado su disposición a continuar con este diálogo y reanudar las reuniones la última semana del mes de septiembre, para completar las medidas necesarias para asegurar la aplicación y activación de este acuerdo.
El Ministerio de Exteriores del reino alauí ha explicado que las dos partes implicadas en el conflicto libio han pedido a Naciones Unidas y a la comunidad internacional que “apoyen los esfuerzos de Marruecos para crear las condiciones adecuadas para alcanzar una solución política global en Libia”. Asimismo, han agradecido al rey Mohammed VI el apoyo recibido para superar la crisis que asola a la nación norteafricana, así como por “hacer realidad las esperanzas del pueblo libio y sus aspiraciones de construir un Estado civil y democrático que goce de paz, seguridad y estabilidad”.
En este documento, los representantes tanto del Alto Consejo de Estado libio como del Parlamento de Tobruk han afirmado que sus reuniones se han celebrado en “un ambiente amistoso y fraternal caracterizado por la comprensión y el consenso”. “Estas conversaciones se han celebrado en respuesta a la situación actual del país, una situación extremadamente peligrosa que amenaza la seguridad, la integridad territorial y la soberanía del Estado, derivada de las intervenciones extranjeras que reavivan las guerras y los alineamientos regionales e ideológicos”, han aseverado durante su intervención.
Por último, el comunicado publicado por el Ministerio de Exteriores marroquí ha subrayado que este encuentro ha tenido lugar en el marco del artículo 15 del acuerdo político libio alcanzado en Skhirat y conforme a las conclusiones de la Conferencia de Berlín en apoyo de la solución política. Además, las partes han culpado a “la visión política e institucional” de la pérdida de confianza de los ciudadanos en las instituciones legislativas y ejecutivas.
Libia es un país polarizado que se caracteriza tanto por su pluralidad étnica como por su homogeneidad religiosa. Tras la ejecución de Muamar El Gadafi en octubre de 2011, la nación norteafricana se ha convertido en un país marcado por la fragmentación. Casi nueve años después, este estado es una nación dividida entre las zonas controladas por el internacionalmente reconocido Gobierno de Acuerdo Nacional, por un lado, y el territorio controlado por las autoridades del este, leales a las milicias de Haftar, por otro. El conflicto se ha intensificado tras el anuncio de Haftar, en abril de 2019, de una ofensiva para hacerse con el control de la capital del país. Desde entonces, potencias extranjeras como Turquía o Rusia han incrementado su presencia en la región, considerada un punto estratégico por sus yacimientos petrolíferos.
En la primera reunión entre el Alto Consejo de Estado libio y el Parlamento de Tobruk desde su declaración de alto el fuego, el canciller marroquí Nasser Bourita ha dejado claro que el objetivo de las consultas es “mantener un alto el fuego”. Por su parte, el comisario europeo de Política de Ampliación y Vecindad, Olivér Várhelyi, ha afirmado que una vez que se alcance un alto el fuego en Libia y se reanude el proceso político, la Comisión Europea ayudará al país a salir de la crisis y a construir una economía eficiente, así como un sistema preparado para hacer frente a la migración.
La inestable situación en este fragmentado país ha desatado la ira de la población. En las últimas horas, decenas de personas han salido a las calles, para protestar contra el Gobierno, así como para mostrar su cansancio por los constantes cortes de electricidad. En este escenario, la organización internacional Human Right Watch ha denunciado que entre el 23 y el 29 de agosto, varios grupos armados detuvieron arbitrariamente en la capital a 24 manifestantes, incluido un periodista que informaba sobre estas protestas, golpearon a algunos de ellos y utilizaron varias armas para dispersar a los manifestantes.
Estas protestas comenzaron el Trípoli, Misrata y Zawiyah el 23 de agosto, gracias a un movimiento estudiantil recientemente creado y denominado Harak Al-Shabab 23/08 que salió a las calles para criticar tanto a las autoridades del este como las del oeste “por las condiciones de vida insoportables” en el país. Los manifestantes piden justicia social y elecciones, algo que prometió el GNA tras anunciar el alto el fuego. Estas protestas se extendieron a ciudades como Zliten o Khoms, situadas al éste de la capital, y a Sebha y Obari, en el sur.
“Las divisiones políticas no justifican que los grupos armados se acerquen a los manifestantes con ametralladoras y armas para intimidarlos y dispersar las protestas. Las autoridades de Trípoli deben investigar y divulgar públicamente los nombres de los grupos armados y pedirles que rindan cuentas”, ha afirmado Hanan Salah, investigadora principal sobre Libia de Human Rights Watch.
Mientras tanto, el coronavirus continúa expandiéndose por el país. Este patógeno ha provocado la muerte de al menos 339 personas en la nación norteafricana. Durante las últimas semanas, el número confirmados de la COVID-19 en Libia se ha más que duplicado, de acuerdo con los datos emitidos por la OMS, que ha asegurado que es probable que el número real de casos sea mucho mayor.