La llegada al poder de los talibanes, una incógnita para Irán y Turquía
La rapidez con la que los talibanes han alcanzado el poder en Afganistán es uno de los factores que más preocupa en todo el mundo. A pesar de que las decisiones que ha ido tomando el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, podían propiciar un escenario como el que se está viviendo actualmente, pocos podían imaginar un desastre diplomático de este calibre. Y es que la velocidad con la que han conseguido hacerse con el control de la capital afgana ha pillado a muchos países a contrapié, como son sus vecinos Irán y Turquía, que por un lado ven oportunidad de acercamiento, pero por otro la amenaza de una importante oleada de refugiados buscando asilo en su territorio.
En el todavía contexto de pandemia, tanto turcos como iraníes, no están por la labor de abrir sus puertas a la llegada de la gente que pretende huir de Afganistán. Es más, lo más probable es que hagan todo lo posible por reforzar sus fronteras para evitar una entrada ilegal de forma masiva. Lo que tienen claro varios analistas es que las decisiones que se tomen desde Ankara y Teherán estarán condicionadas por la postura que tomen los talibanes respecto a sus relaciones con el resto de los países. Podrían optar por una postura más moderada, propicia para la cooperación internacional, o volver al extremismo desenfrenado que resultó en su derrocamiento tras los atentados del 11-S.
Asli Aydintasbas, investigadora del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) en unas declaraciones a AFP, decía que “la situación supone un enorme riesgo para Turquía (...) Irán también puede perder si los talibanes vuelven a sus andadas y proporcionan un refugio” en referencia a los extremistas islamistas. Cabe recordar que ambos países cuentan ya con una gran cantidad de refugiados – 3,6 millones en el caso de Turquía y algo menos de 3,5 en Irán –. Además, la tensión podría aumentar enormemente entre la población turca e iraní, que ya han manifestado en reiteradas ocasiones su hartazgo ante la incesante llegada de refugiados.
La situación económica de ambos países es bastante compleja, como no puede ser de otra manera durante la época de pandemia. Si a eso sumamos la más que deficiente gestión que está llevando a cabo el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, vemos imágenes de la población pidiendo su dimisión – algo que tampoco es novedad –. En Irán no es muy diferente ya que su economía también está sufriendo mucho, a lo que se debe añadir las sanciones internacionales impuestas, entre otros, por parte de Estados Unidos en relación con el siempre polémico Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés).
Algunos expertos creen que la llegada al poder de los talibanes ha privado a Erdogan de una gran oportunidad estratégica que esperaba jugar, con la esperanza de mejorar las relaciones con el presidente estadounidense Joe Biden: garantizar la seguridad militar del aeropuerto de Kabul. Asli Aydintasbas aseguraba que “toda la misión turca está en peligro, así como la idea de utilizar el aeropuerto de Kabul como palanca para reavivar las relaciones de Turquía con Washington”. A lo que añadía que “hace unos días, parecía una oportunidad dorada para Turquía. Ahora es una enorme bomba de relojería”.
La oportunidad de la que podía gozar Ankara parece haberse esfumado. No obstante, la situación de los iraníes no es mucho mejor ya que para ellos compartir más de 900 kilómetros de frontera con los talibanes es una amenaza muy importante. Y más aún teniendo en cuenta que Irán es mayoritariamente chiíta, mientras que los talibanes son sunitas – por complicar más la situación aún, si cabe –. Por el momento, lo prioritario por parte de todos los países que cuentan con nacionales en Kabul está siendo la evacuación de todos. Parece que las disputas han quedado en un segundo plano, aunque no parece que vaya a ser por mucho tiempo.