Los comentarios antisemitas de Lavrov inclinan la balanza israelí a favor de Ucrania
Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania el pasado 24 de febrero, el Gobierno de Israel ha tratado de mantener una postura neutral con el fin de evitar un choque directo con Rusia. Para Jerusalén, las relaciones con Moscú son fundamentales debido a los intereses israelíes en Siria y en toda la región. Por ello, durante las primeras semanas de la guerra, el primer ministro israelí, Naftali Bennett, se presentó como un mediador entre Ucrania y Rusia e incluso se reunió personalmente con el presidente ruso, Vladimir Putin.
En este sentido, y con el objetivo de cuidar los delicados lazos con Moscú, el mandatario hebreo instó a sus ministros a no pronunciarse directamente sobre el asunto y evitó nombrar directamente a Rusia. Por otro lado, Jerusalén comenzó a proporcionar ayuda humanitaria a Ucrania durante las primeras semanas de invasión.
No obstante, los últimos acontecimientos en Ucrania y, en concreto, unas declaraciones del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, han dinamitado los intentos de Jerusalén por mantenerse neutral en este conflicto. El jefe de la diplomacia rusa aseguró que Hitler tenía “sangre judía” durante una entrevista en el canal italiano Mediaset, un comentario que ha provocado el enfado de Israel, tanto a nivel político como social.
La televisión italiana pidió a Lavrov que explicase como Rusia podía basar su “operación militar especial” en la “desnazificación” de Ucrania cuando el presidente del país, Volodimir Zelensky, es judío. El diplomático ruso respondió que eso “no significaba nada en absoluto” ya que “Hitler también tenía sangre judía”. “Hace tiempo que escuchamos a los sabios judíos decir que los más grandes antisemitas son precisamente los judíos”, añadió.
Las afirmaciones de Lavrov han causado el rechazo absoluto por parte del Gobierno y el pueblo israelí. Como respuesta, el ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, ha mantenido una “conversación dura” con el embajador ruso en el país, Anatoly Viktorov, después de que Jerusalén convocase una reunión con este. Tal y como informa The Times of Israel, Lapid no ha ofrecido más detalles sobre el encuentro, aunque sí recalcó que es “imperdonable culpar a los judíos por su propio Holocausto”. “Hitler no era judío y los judíos no asesinaron a mi abuelo en Mauthausen. Los nazis lo hicieron, y todas estas comparaciones con los nazis son imperdonables y exasperantes”, declaró el ministro en la radio pública israelí.
Lapid también ha pedido de nuevo a Moscú que se disculpe con el pueblo judío “en memoria de los que fueron asesinados” y ha instado a su homólogo ruso a que “lea un libro de historia” en lugar de difundir “falsos rumores antisemitas”. Anteriormente, el jefe de la diplomacia israelí escribió en su cuenta de Twitter que acusar a los propios judíos de antisemitismo es “el nivel más bajo de racismo contra los judíos”. El Museo de la Historia del Holocausto, Yad Vashem, también ha condenado los comentarios de Lavrov, tildándolos de “absurdos, delirantes y peligrosos”.
Las declaraciones del primer ministro se han situado en la misma línea. Bennett ha condenado las afirmaciones de Lavrov, destacando que estas “mentiras están destinadas a culpar a los propios judíos por los crímenes más terribles de la historia, que se cometieron contra ellos, y así liberar a los opresores de los judíos de su responsabilidad”. El líder israelí también ha pedido que se deje de usar el Holocausto como un instrumento político. “Como ya he dicho, ninguna guerra actual es el Holocausto ni se parece”, subrayó.
Hace unos días, con motivo del Día del Recuerdo del Holocausto y del Heroísmo (Yom Hashoá), Bennett condenó las comparaciones con el genocidio judío que se están haciendo actualmente en relación con los acontecimientos en Ucrania; recordando que, incluso las guerras actuales “no son el Holocausto y no son comparables”. “Ningún evento en la historia, por cruel que haya sido, se compara con la destrucción de los judíos de Europa a manos de los nazis y sus colaboradores”, declaró.
No es la primera vez que Bennett se expresa de esta forma. El líder israelí también manifestó su descontento por las comparaciones entre la situación en Ucrania y el Holocausto en el discurso de Zelensky ante el Parlamento israelí. Asimismo, otros legisladores de la Knéset recordaron que el Holocausto “no fue una guerra”.
Sin embargo, las declaraciones de Lavrov más van allá de meras comparaciones y marcan un punto de inflexión dentro del papel de Israel en la guerra de Ucrania. En palabras de Lapid, las afirmaciones del ministro ruso han traspasado los “límites”. “Israel estaba haciendo todo lo posible por mantener buenas relaciones con Rusia, pero hay una línea, y esa línea se ha cruzado”, indicó.
Zelensky también se ha pronunciado acerca de estas afirmaciones, afirmando que “una expresión tan antisemita significa que se han olvidado todas las lecciones de la Segunda Guerra Mundial”. El presidente ucraniano también recordó los bombardeos rusos sobre memoriales del Holocausto en Kiev y Járkov y volvió a presionar a Israel para que tome una posición más sólida contra Rusia. “La pregunta es, ¿se quedará el embajador israelí en Moscú conociendo su nueva posición? ¿Se mantendrán las relaciones con Rusia como siempre?”, reflexionó.
Otros presidentes y políticos como Antony Blinken, Justin Trudeau o Mario Draghi, también han condenado las palabras de Lavrov. En Italia, además, se ha criticado a la cadena Mediaset, medio de comunicación ligada al expresidente Silvio Berlusconi, por actuar como “caja de resonancia de la propaganda rusa”.
Hace semanas que el lenguaje de Israel se ha vuelto más duro respecto a la invasión rusa de Ucrania, provocando tensiones entre Jerusalén y Moscú. El Ejecutivo israelí “condenó enérgicamente” los “crímenes de guerra” cometidos en Bucha y por consiguiente votó a favor de suspender a Moscú del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. De acuerdo con Lapid, el “asesinato de civiles inocentes” fue el motivo por el que Israel tomó dicha decisión. Rusia, acostumbrada a una postura más ‘blanda’ por parte de Jerusalén en esta cuestión, tachó los comentarios de Lapid de “lamentables y antirrusos”. Igualmente, el Ministerio de Lavrov aseguró haber tomado nota de “la declaración agresiva” del diplomático israelí.
De la misma manera, Moscú aprovechó la ocasión para sacar a colación el conflicto palestino-israelí. En palabras del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, “hubo un intento mal camuflado de aprovechar la situación en Ucrania para distraer la atención de la comunidad internacional” del conflicto de Oriente Medio, según recoge la agencia de noticias TASS. El Kremlin también condenó “la ocupación ilegal y anexión progresiva” de Cisjordania y el bloqueo de la Franja de Gaza. “La ocupación más larga en la historia mundial de la posguerra se lleva a cabo con la connivencia tácita de los principales países occidentales y el apoyo real de Estados Unidos”, explicó el comunicado. En este sentido, el propio presidente Vladimir Putin también ha criticado las medidas de seguridad israelíes en la mezquita de Al Aqsa durante una llamada telefónica con el presidente palestino Mahmud Abbas, según informa la agencia de noticias palestina Wafa.
Lapid, por su parte, no ha “descartado” la posibilidad de que los comentarios antisemitas de Lavrov se produjesen en respuesta a sus propias declaraciones acusando a Rusia de crímenes de guerra.
La decisión de Jerusalén de suministrar equipo defensivo a Kiev también ha sido un punto relevante dentro de las últimas controversias entre Israel y Rusia. El Ministerio de Defensa israelí anunció el envío de cascos y chalecos antibalas a los servicios de emergencia ucranianos. El Ministerio de Benny Gantz enfatizó que esta ayuda no iría al Ejército ucraniano. Aún así, el embajador ruso en Israel, Viktorov, advirtió que, en caso de que ese material llegue a Ucrania, su país respondería “en consecuencia”.
La decisión de Gantz ha cambiado por completo la política israelí respeto a Ucrania. Hasta ahora, Jerusalén había evitado enviar material defensivo a pesar de las múltiples peticiones de las autoridades ucranianas. Pero, a pesar del anuncio del Ministerio de Defensa, un funcionario diplomático israelí admitió a Haaretz que Israel no considera enviar armas ofensivas o tecnología defensiva avanzada. Como alternativa, “intentará encontrar” equipos que puedan ser enviado sin provocar una crisis con Rusia.
Los lazos entre Israel y Rusia también se han enfriado recientemente debido a la decisión del alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, de cambiar el nombre de algunas calles de la capital. El exboxeador ucraniano busca de esta forma eliminar las referencias a Rusia o Bielorrusia en la ciudad. Como propuesta, el embajador israelí en Ucrania, Michael Brodsky, ha planteado la idea de renombrar calles y otros lugares de Kiev con el nombre de ucranianos reconocidos por Yad Vashem como Justos de las Naciones.
Como era de esperar, la reacción de Moscú no tardó en llegar. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Maria Zajarova, advirtió que los nuevos nombres propuestos para las calles kievitas “pueden aparecer junto a los nombres de los pseudohéroes que fueron directamente responsables de las muertes de civiles durante la Segunda Guerra Mundial, incluidos miles de judíos”. Zajarova también calificó este intercambio de ideas entre Klitschko y Brodsky como un “coqueteo” entre Israel y el “actual régimen de Kiev”.
A pesar de las actuales controversias y el fuerte enfado con Rusia por las declaraciones de Lavrov, Israel todavía debe cuidar sus relaciones con Moscú en pos de proteger sus intereses en la región, concretamente en Siria, donde ambos países mantienen un delicado equilibrio. Tal y como escribe el periodista israelí Herb Keinon en The Jerusalem Post, el Gobierno israelí “aún deber ser cauteloso en su ira legítima por los comentarios de Lavrov y en su posición cada vez más abierta con Ucrania”, ya que, “Rusia todavía tiene la capacidad, a través de sus acciones en Siria, de severamente complicar las cosas para Jerusalén”.
Sin embargo, Israel también debe mantenerse firme con “el Occidente democrático y el mundo libre”. El periodista considera que últimos acontecimientos han provocado “un desmoronamiento” de la política de neutralidad israelí, una política que, desde el comienzo de la guerra, “fue difícil de mantener”.
En esto coincide Ksenia Svetlova, exmiembro de la Knesset israelí e inmigrante rusa en Israel. Svetlova recalca a The Washington Post que “Israel tiene un problema: al final del día no puedes bailar en ambas bodas”. No obstante, a pesar de los últimos sucesos, la política israelí considera que, incluso después de “estos comentarios problemáticos”, Israel no cambiará “repentinamente” su política.
En el lado ruso, según asegura Fyodor Lukyanov, presidente de una junta asesora del Kremlin sobre política exterior y de defensa, al periódico estadounidense, tampoco “hay deseo de empeorar las relaciones con Israel”.
Las incendiarias declaraciones de Lavrov marcan un antes y un después en la postura de Jerusalén ante Ucrania. El antisemitismo del diplomático ruso inclina la balanza israelí a favor de Ucrania y, además, desde el Gobierno no se descarta “la posibilidad de un mayor deterioro de los lazos a raíz del incidente”, según declararon funcionarios al medio israelí Canal 12.