Ennahdha y los Hermanos Musulmanes del país habrían llegado a un acuerdo con Erdogan para trasladar a su territorio a los insurgentes

Los islamistas tunecinos planean acoger a 3.000 combatientes de Daesh y el Frente al-Nusra

AFP / HO / SERVICIO DE PRENSA DE LA PRESIDENCIA - El presidente de Túnez Kaïs Saied se reúne con su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan

Los lazos de Turquía con los Hermanos Musulmanes vuelven a quedar al descubierto. Según una información proporcionada por fuentes de la oposición turca, el presidente Recep Tayyip Erdogan ha pactado con el partido islamista Ennahdha el envío a Túnez de más de 3.000 combatientes de Daesh y el antiguo Frente al-Nusra, la filial de Al-Qaeda en Siria.

Los terroristas se encuentran actualmente con sus familias en un campamento en Turquía, cerca de la frontera con Siria. El líder del grupo es Abu Musab al-Tunisi, un combatiente de nacionalidad tunecina al que se creía caído en los combates contra Daesh de los últimos años.

La maniobra de repatriación ha sido diseñada de mutuo acuerdo entre Erdogan y Rachid Ghannouchi, el líder del partido islamista conservador Ennahdha, considerado la expresión política más importante de los Hermanos Musulmanes en el país.

¿Qué justificación se da a esta forma de actuar? En teoría, ambas partes alegan que el traslado de los 3.000 terroristas a Túnez se realiza con el objetivo de evitar la propagación del coronavirus en los campamentos situados entre Turquía y Siria. Sin embargo, parece evidente que hay otros motivos detrás. 

Lo más probable es que, en realidad, Túnez no sea más que la puerta trasera al conflicto de Libia, donde Turquía ha estado enviando tanto tropas de sus Fuerzas Armadas como combatientes islamistas a lo largo de las últimas semanas.

No es la primera vez, además, que un episodio como este ocurre. A mediados del pasado mes de febrero, cuatro barcos con pabellón turco fondearon en el puerto de La Goulette, el más importante del país, a pocos kilómetros de la capital. Los buques transportaban armas destinadas a equipar a los combatientes que luchan junto al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) de Fayez Sarraj en el conflicto de Libia.

Actualmente, la situación de las fuerzas del GNA es cada vez más precaria. El mariscal Jalifa Haftar, apoyado por mercenarios rusos, continúa avanzando en los frentes de Trípoli y de Misrata, donde todas las tentativas de conseguir un alto el fuego duradero han caído, hasta la fecha, en saco roto.

Desde el punto de vista de la política tunecina, la nueva negociación con Turquía constata la recobrada fuerza de los Hermanos Musulmanes en el país, así como su capacidad de influencia sobre el presidente Kaïs Saied, bastante dependiente de los votos de Ennahdha en la Asamblea de Representantes del Pueblo.